5/9/12

Diferencias entre la implantación de la imprenta y el e-book





En muchas ocasiones, se hace una comparación entre la transición, ocurrida en el siglo XV,  del libro manuscrito al impreso con los tipos móviles de Gutenberg y la situación contemporánea de transición entre el libro impreso y el libro digital destinado a ser leído en pantallas de uno u otro tipo. Efectivamente, existen similitudes evidentes. Así, se trata de un cambio de soporte principalmente (ya que, como se ha señalado en numerosas entradas de este blog, hay que distinguir entre la literatura digitalizada – a la que corresponden prácticamente la totalidad de los ebooks existentes hoy en día o, sobre todo, vendidos hoy en día- y la literatura digital que es todavía tan incipiente que podemos obviarla en esta reflexión) y origina lo mismos recelos atávicos y subjetivos que antaño se suscitaron con la aparición de la imprenta. Dicho así, podría pensarse que las reticencias actuales y la viscosidad que el libro electrónico sufre de cara a su implantación masiva (no hay que olvidar que, a pesar de las continuas noticias mediáticas sobre su crecimiento, la proporción del libro electrónico respecto al total es significativamente pequeña con quizá la excepción del mercado de Estados Unidos) se olvidarán con el tiempo, el papel desaparecerá y toda lectura se hará en pantalla.

La realidad es, sin embargo, que esta transición moderna está resultando lenta, muy lenta. ¿Por qué? Hay algunas razones que hacen muy diferentes ambas situaciones, la del siglo XV y la del siglo XXI.
·        La tecnología: la invención del tipo móvil y de la impresión por presión mecánica supuso una ventaja técnica indudable. Los libros se podían confeccionar muchísimo más rápido que con copistas humanos, la repetibilidad era mucho mayor, el plazo de entrega también, la calidad media (no la puntual de una obra de arte) era mejor, la durabilidad era también más larga. Estas ventajas técnicas que se dieron en el siglo XV no están tan claras en el siglo XXI. Es evidente que el libro electrónico presenta beneficios en cuanto a espacio ocupado y flexibilidad. Pero la calidad no es mejor (especialmente por las mediocres maquetaciones que se hacen en el ámbito digital), no se confeccionan más rápido (no debemos confundir la distribución que sí es más rápida con la "construcción" del e-book), su durabilidad es menor (un soporte electrónico es más frágil que uno en papel, como este es más frágil que el soporte en piedra de los egipcios), etc.
·        El coste. La masiva implantación de la imprenta se debió en gran parte a que, de pronto, el coste se redujo unas 200 veces respecto a lo que costaba el peor libro copiado a mano.  Esta reducción de coste no sólo permitió comprarlos más baratos sino que garantizó el que, también de pronto, se abriera un nuevo mercado mucho más grande que el anterior. En efecto, dado el precio de los libros manuscritos, el mercado del libro pre-Gutenberg se reducía al de las personas poderosas, adineradas, a los estamentos institucionales o religiosos, un volumen de mercado muy pequeño respecto al total de la población. Al bajar los precios súbitamente doscientas veces, no sólo los libros eran menos costosos sino que el mercado pasó a ser toda persona alfabetizada, fuera noble o no. Antes no podían permitírselo, ahora sí. Y eso incluía  a la incipiente burguesía y a las clases medias de las villas y ciudades, a los artesanos que requerían manuales y transmitir su conocimientos, a los médicos y curanderos, a los gremios de todo tipo, a los poetas, etc. El precio bajó dramáticamente y el volumen de mercado subió dramáticamente, una combinación de éxito.
Más ahora, en nuestra transición, nada de esto está ocurriendo. Los precios de los libros digitalizados son parecidos en muchos casos al de los libros impresos y desde luego no son 200 veces menores que lo que cuesta una edición sencilla de bolsillo. Es más, el coste puede ser mayor si sumamos lo que cuesta adquirir el lector.
Asimismo, el mercado al que se dirigen los libros electrónicos es, en el mejor de los casos, el mismo que lo era antes y, en realidad, menor porque no todos los que saben leer en papel saben manejar un dispositivo electrónico, especialmente si lo analizamos a nivel planetario, no sólo en países desarrollados.
Esta combinación de costes similares y mercado sin crecimiento no es una combinación de éxito.
·        Las restricciones impuestas desde la fabricación y/o la autoría. Siempre han existido censuras y ganas de controlar los contenidos intelectuales. Aun así, la transición Gutenberg facilitó el saltarse las censuras. La Inquisición podía perseguir a los que poseyeran libros prohibidos pero hacerlo era una tarea de titanes que requería policías, inquisidores, torturadores, viajes, delaciones, búsquedas pueblo a pueblo, mano dura, etc. En la transición contemporánea bastan un DRM o un pequeño programa en los nodos de transmisión de Internet, el control por GPS del usuario, el acceso remoto al dispositivo para borrar contenidos. Sistemas baratos, sencillos e inocuos para el que los implanta porque son virtuales.
·        La inestabilidad tecnológica creada por intereses comerciales. Cuando la imprenta de Gutenberg irrumpe, el nuevo sistema es estable y la sociedad lo percibe como estable. Va a durar siglos (de hecho, aún dura) y merece la pena comprometerse con él, invertir en él. Ahora, cada sistema, cada lector, cada técnica cambia bajo una obsolescencia programada que no anima precisamente ni a invertir ni a involucrarse. ¿Compro una tableta que seguramente el año próximo estará obsoleta? ¿Compro un libro digital en cierto formato que no voy a poder leer cuando cambie de dispositivo o que no voy a poder prestar? ¿Me interesa “alquilar el uso” de un libro que luego, según los términos de la licencia, no puedo prestar siquiera?, etc.

Son diferencias sustanciales que explican la lentitud de implantación del libro digitalizado y que explican la rapidez de lo ocurrido siglos atrás.

1 comentario:

  1. Pero un factor a favor que no se menciona es la "moda". La moda mueve el mundo y ahora la moda es leer en tablet. Si no, no hay más que ver las filas delante de las tiendas de Apple.

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