Cada grano de arena es distinto.
Los hay gruesos, finos, redondeados, afilados.
Bajo la presión de mis pies y de mis manos,
se mueven frenéticos de aquí para allá,
colisionando los unos con los otros,
compitiendo por el mismo lugar,
pugnando entre ellos en vez de contra mis dedos.
Como humanos diminutos que disputaran entre sí,
sin apercibirse que sólo son marionetas en
manos de poderosos dioses.
Hasta que llega la ciega ola y apelmaza la arena.
La unifica. La vuelve igual y homogénea.
La ola. El mar. La muerte que todo lo iguala.
hermoso texto
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