El milagro se produce poco después del mediodía. Es entonces cuando el ángulo con el que los rayos de luz inciden sobre los cristales alcanza el punto de perfección que el artista imaginó. De pronto, uno es sorprendido por una sinfonía de colores, un armonía cromática que inunda el alma y el intelecto. La blanca luz se abre a nosotros y nos deja absorber todos sus secretos. A los siete espectros del arco iris se unen, mediantes infinitas absorciones y reflexiones, una miríada de tonos que van a parar a cada rincón del templo, dibujando formas y sombras, sugiriendo imágenes y otorgando vida a lo que sólo unos segundos antes era piedra fría.
Pero el Sol, rebelde y soberano, sigue su vuelo celeste y, con él, los colores cambian, los trazos mudan y parece como si una película viva se proyectara ante nosotros. Luego, pocos minutos después, la oscuridad retorna y el mundo ha de esperar hasta el día siguiente para disfrutar del renacimiento de la luz.
Pero el Sol, rebelde y soberano, sigue su vuelo celeste y, con él, los colores cambian, los trazos mudan y parece como si una película viva se proyectara ante nosotros. Luego, pocos minutos después, la oscuridad retorna y el mundo ha de esperar hasta el día siguiente para disfrutar del renacimiento de la luz.
bonita foto!
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