Y el tiempo, ahora, pasa tan lento que parece imposible que sea medido por los mismos relojes que lo hacían antes, cuando tú estabas y la vida era buena y llena de luz y fluía rápida. Cuando la primera imagen del amanecer era tu mirada y el primer aroma del día era el de tu piel de canela. Qué lento camina el mundo ahora. Que desesperantes son las horas sin poder verte. Qué larga es la añoranza. Dejaste un cosmos infinito de amor y de recuerdos y, ahora, es imposible siquiera intentar renovarlo con otros amores, con otros recuerdos, con otros besos. Te añoro, y hoy más que nunca. Te amo, y hoy más que nunca.
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