Ocurre en ocasiones.
Apareces de pronto,
no como un recuerdo
sino como una presencia próxima y viva.
Sucede en esos instantes en que veo el cielo azul,
o a unos niños riendo,
o a dos oropéndolas que se persiguen juguetonas entre las acacias
o cuando escucho una voz que podría ser la tuya.
Ocurre siempre con cosas pequeñas, triviales.
Giro mi cuerpo para decirte que mires.
Que observes a los niños, al cielo, a los pájaros.
Torno a buscarte para verlos contigo.
Me sorprendo, entonces, porque no estás;
tan cercana e íntima era la sensación de tu presencia.
Y me siento desvalido, muy desvalido.
Giro mi cuerpo para decirte que mires.
Que observes a los niños, al cielo, a los pájaros.
Torno a buscarte para verlos contigo.
Me sorprendo, entonces, porque no estás;
tan cercana e íntima era la sensación de tu presencia.
Y me siento desvalido, muy desvalido.
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