Ya ocurrió con la batalla de hace tres décadas que entablaron los fabricantes de vídeos. El Betamax contra el VHS. Perdió el que técnicamente era mejor (al menos en el campo no profesional) ya que los factores de precio y marketing fueron superiores a los tecnológicos.
¿Puede que la historia se repita con los lectores de libros electrónicos? La tecnología del e-paper es hoy por hoy superior (en términos de legibilidad, salud, contraste, etc.) que la de las pantallas tradicionales electrónicas (plasma, TFT, LCD, etc) y el sentido común parece indicar que una pantalla de lectura grande no sólo es más agradable y confortable para leer sino que es más saludable para los ojos. Y los fabricantes de e-readers están haciendo campañas mediáticas importantes para que el público se anime a comprar un lector (que luego, después de Navidad, lo use es ya otro asunto). Aún así, en países como Japón la tendencia es la inversa, es decir que los usuarios parecen preferir los contenidos electrónicos en un teléfono móvil. Las razones principales son dos: por un lado, el precio aún alto de un lector digital y, segundo, el que el teléfono ya se lleva en el bolsillo y cargar con otro aparato es molesto. Ello está haciendo que haya una tendencia a intentar disponer de todo en el teléfono móvil: teléfono, ordenador, videoconferencia, cámara (aunque las ópticas siguen siendo malas y por muchos megapixeles que se pongan las fotos son mediocres), reproductor de música, lector de contenidos digitales, agenda, ejecutor de juegos, conexión a la red (a precio de oro, eso sí). Los nuevos teléfonos tienen pantallas más grandes (pero aún exasperantemente pequeñas para leer un libro), tienen color, tienen teclados, tienen un sistema operativo más completo, permiten leer formatos abiertos. Hacen muchas cosas mientras que los e-readers sólo leen. Y, encima, los teléfonos son más baratos. El software Android de Google está pensado, precisamente, para leer libros electrónicos en un móvil.
Editoriales como Amazon, ScrollMotion, BeamItDown y Barnes and Noble ya están publicando libros que se leen en teléfonos móviles y en Japón y otros países hay un cierta actividad en la creación y distribución de literatura (más bien folletines adolescentes) a través del móvil . De momento hay 2 millones de e-readers vendidos en USA pero casi 90 millones se smartphones en el mismo país. Las ventas este año de e-readers pueden ser de un millón de unidades mientras que las de móviles son un orden de magnitud superior. O sea, un mercado muy atractivo para competir por él. Cierto que se espera que las ventas de e-readers suban hasta 30 millones en el 2015 pero, para esa fecha, la de teléfonos móviles puede haberse disparado.
¿Puede que la historia se repita con los lectores de libros electrónicos? La tecnología del e-paper es hoy por hoy superior (en términos de legibilidad, salud, contraste, etc.) que la de las pantallas tradicionales electrónicas (plasma, TFT, LCD, etc) y el sentido común parece indicar que una pantalla de lectura grande no sólo es más agradable y confortable para leer sino que es más saludable para los ojos. Y los fabricantes de e-readers están haciendo campañas mediáticas importantes para que el público se anime a comprar un lector (que luego, después de Navidad, lo use es ya otro asunto). Aún así, en países como Japón la tendencia es la inversa, es decir que los usuarios parecen preferir los contenidos electrónicos en un teléfono móvil. Las razones principales son dos: por un lado, el precio aún alto de un lector digital y, segundo, el que el teléfono ya se lleva en el bolsillo y cargar con otro aparato es molesto. Ello está haciendo que haya una tendencia a intentar disponer de todo en el teléfono móvil: teléfono, ordenador, videoconferencia, cámara (aunque las ópticas siguen siendo malas y por muchos megapixeles que se pongan las fotos son mediocres), reproductor de música, lector de contenidos digitales, agenda, ejecutor de juegos, conexión a la red (a precio de oro, eso sí). Los nuevos teléfonos tienen pantallas más grandes (pero aún exasperantemente pequeñas para leer un libro), tienen color, tienen teclados, tienen un sistema operativo más completo, permiten leer formatos abiertos. Hacen muchas cosas mientras que los e-readers sólo leen. Y, encima, los teléfonos son más baratos. El software Android de Google está pensado, precisamente, para leer libros electrónicos en un móvil.
Editoriales como Amazon, ScrollMotion, BeamItDown y Barnes and Noble ya están publicando libros que se leen en teléfonos móviles y en Japón y otros países hay un cierta actividad en la creación y distribución de literatura (más bien folletines adolescentes) a través del móvil . De momento hay 2 millones de e-readers vendidos en USA pero casi 90 millones se smartphones en el mismo país. Las ventas este año de e-readers pueden ser de un millón de unidades mientras que las de móviles son un orden de magnitud superior. O sea, un mercado muy atractivo para competir por él. Cierto que se espera que las ventas de e-readers suban hasta 30 millones en el 2015 pero, para esa fecha, la de teléfonos móviles puede haberse disparado.
Tampoco está nada claro que en este torbellino, la batalla sea sólo entre dos tecnologías. Apple prevé sacar al mercado el Tablet PC que puede ser un enemigo muy duro de batir si el precio y las prestaciones son las adecuadas. Se trata, al parecer, de un ordenador portátil plano, potente y con pantalla táctil LCD de 10 pulgadas (similar a la del iPhone). Su precio será decisivo a la hora de competir. Asimismo, puede comenzar a ser popular el Bluebook .
Mi impresión es que habrá un boom de gadgets durante años, que unos y otros se pondrán de moda, pero que acabarán en cajones. Porque el equipo definitivo está aún por llegar. Creo que, efectivamente, será “algo” que contenga todo en un dispositivo pero ese “algo” aún no se ha ideado. Si tuviese que decantarme, lo haría por finas láminas plásticas en color y plegables (así el tamaño es pequeño para transportarlo o usarlo como teléfono pero puede ser grande para leer o utilizarlo como ordenador. El teclado podría ser virtual o integrarse en la propia lámina) o dispositivos de proyección directamente a los ojos, una especie de proyector-gafa. Dispositivos que, por otra parte, ya hemos visto en la ciencia-ficción. Y como se sabe, “todo lo que un hombre puede imaginar, otro acabará realizándolo”.
Hay una peli de unos tios que van a MArte y el astronauta tiene un ordenador que es como un papel. Pero no me acuerdo del título
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