Bilbao-New York-Bilbao (Seix Barral, 2010) de Kirmen Uribe ha recibido varios premios importantes. Así, el Precio Nacional de Narrativa 2008, el de la fundación Ramón Rubial 2009 o el del Gremio de libreros de Euskadi. Merecidamente, sin duda. Cuenta la historia de tres generaciones de una familia del País Vasco, pero se trata de una historia hilvanada de manera fragmentada y aparentemente- sólo aparentemente- desperdigada con recuerdos, reflexiones, hechos banales de un viaje en avión, citas de terceros, notas anexas, pensamientos, anécdotas, comentarios, leyendas… una especie de cajón de sastre desordenado repleto de bocetos dispersos que, por arte de magia, se convierte en un todo compacto, sólido, excelente, profundamente reflexivo, encantador a ratos, lírico muchas veces. Un trabajo que combina de manera espléndida lo más contemporáneo (facebook, e-mail, aviones, CDs) con las tradiciones más antiguas; párrafos técnicos con frases llenos de poesía tierna y sensible; el terrorismo con el sol del medianoche, lo inmediato y la rapidez del mundo moderno con el sosiego de islas remotas, el canto del cuco o la espera del regreso de los pescadores. Que une, de manera natural, lo más cercano del terruño con la internacionalidad del planeta. Al cabo, todos los seres humanos – hoy, ayer, aquí, allá- compartimos casi todo. Es una novela libre, que vuela de aquí a allá, ligando ideas que parecen lejanas, inconexas, para, al final, conseguir una impresión duradera y emotiva. Todo ello con un lenguaje sobrio pero rico. Escrita originalmente en euskera, su publicación en castellano ha debido esperar demasiado tiempo, tratándose además una traducción exquisita.
En estos tiempos es habitual el debate entre los que defienden la linealidad tradicional de la novela y los que buscan romper con la misma y fragmentar la historia a la búsqueda de nuevas vías expresivas. Pero, curiosamente, suelen olvidarse que todo ello es secundario y debe relegarse a la genialidad del artista y de su prosa. En un pasaje de la obra, Uribe cita una reflexión de Foster Wallace: Lo esencial es la emoción […] la buena literatura te hace sentir un nudo en la boca del estómago. Lo demás no sirve para nada. Pues eso, Uribe ha escrito una novela fragmentada a ratos, lineal a veces, innovadora en la forma, mezclando la tradición y la modernidad… qué más da. Lo importante es que nos hace sentir el nudo en la boca del estómago.
En estos tiempos es habitual el debate entre los que defienden la linealidad tradicional de la novela y los que buscan romper con la misma y fragmentar la historia a la búsqueda de nuevas vías expresivas. Pero, curiosamente, suelen olvidarse que todo ello es secundario y debe relegarse a la genialidad del artista y de su prosa. En un pasaje de la obra, Uribe cita una reflexión de Foster Wallace: Lo esencial es la emoción […] la buena literatura te hace sentir un nudo en la boca del estómago. Lo demás no sirve para nada. Pues eso, Uribe ha escrito una novela fragmentada a ratos, lineal a veces, innovadora en la forma, mezclando la tradición y la modernidad… qué más da. Lo importante es que nos hace sentir el nudo en la boca del estómago.
Me encantó el libro. Muy evocador de un mundo que se nos fue pero a la vez moderno y decidido a entrar en el futuro.
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