La puesta en funcionamiento del colisionador LHC ha obligado al CERN a crear una red de tratamiento y distribución de datos mucho más eficaz que el Internet actual. Es fácil comprender esta necesidad si tenemos en cuenta que el colisionador generará alrededor de 15 petabytes de datos al año lo que representa por sí solo un 1% de toda la información actualmente generada en el planeta. Para procesar tanta información se debe recurrir al trabajo colaborativo de ordenadores donde muchos de ellos (actualmente unos 35000 que aumentarán a 200000 en dos años) procesarán en paralelo un mismo problema que antes habrá sido troceado en sub-tareas para cada uno de esos ordenadores de la red (The Grid). Una gran nube de computación totalmente interconectada. Asimismo, la distribución de datos será novedosa. En vez de usar rutas basadas en routers telefónicos como en Internet se utilizarán cableados de fibra ópticos especialmente dedicados que conectarán todo con todo (y todo significa no sólo ordenadores sino equipos de laboratorio, sensores, telescopios, … y en el futuro vehículos, electrodomésticos, e-books…) a velocidades de 1Gby/s consiguiéndose una velocidad media 10.000 veces superior a la actual. Para hacerse una idea de lo que esta velocidad significa, decir que se podría descargar una película completa en DVD en 5 segundos o descargar 1000 libros electrónicos en un segundo. Esta velocidad permite también la videoconferencia en tiempo real y la transmisión de hologramas lo que puede dar paso, en un futuro, a la literatura inmersiva digital (ver aquí y aquí ).
La prensa se ha hecho eco recientemente de que esta tecnología revolucionará Internet. Aún falta mucho porque el uso actual es exclusivo para la e-science y el popularizarla en el ámbito doméstico exige un titánico esfuerzo de estandarización y renovación de infraestructuras. Los discos duros deberían dejar de existir porque se llenarían tan rápido que serían inútiles y habría que confiar en el almacenamiento en la red. Dado que la velocidad de transmisión sería tan alta no sería necesario tener un ordenador en casa, tan sólo un terminal que descargara en una mínima fracción de segundo la aplicación necesaria. Los navegadores deberán cambiar profundamente para poder dar salida al enorme flujo de datos. Todos los aparatos deberán compartir estándares de hardware y software. Es decir, falta mucho tiempo. Y también hay que resolver los problemas de coste (enorme a gran escala) y de privacidad (todo estará excesivamente centralizado).
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