Las sobremesas de verano,-será porque el cielo se colorea de azul postal-, tienen un no sé qué, una magia, que no sé explicar. El caso es que se me quedan grabadas para siempre en la memoria. Son tardes en que las hortensias se hacen más azules en los jardines mientras los gorriones pían y dibujan espirales en el aire. Tardes tranquilas, en las que el tiempo se acelera por encanto y todo lo que tenemos que contarnos no cabe en él por mucha prisa que nos demos en hablar. Horas en que te robo caricias, gestos, miradas de ternura, incluso un beso furtivo; en las que sorbo de tu gin tonic más que por beber, por tocar con mis labios la copa en la que se han posado los tuyos. Tú no te das cuenta pero, en las sobremesas de verano, el sol se empeña en tintar de verde tus pupilas, logrando un milagro imposible en tus ojos de miel. Tú no te das cuenta pero, en las sobremesas de verano, un hilo invisible de complicidad nos va envolviendo a medida que me hablas de ti y dejas que te hable de mí. El cielo, el destino, la vida, los dioses, o yo qué sé,- qué más da-, tejen una crisálida suave en torno a nuestras vidas y nos retienen con un fuerte nudo marinero alrededor nuestro para que nunca podamos desatarlo y, así, tengamos que navegar la vida que tenemos por delante juntos.
En las sobremesas largas de verano, tras compartir confidencias, la menestra, la copa de vino y el pescado, te sientas junto a mí y me dices que estás bien a mi lado, que te sientes feliz. Lo dices sin apenas darte cuenta de que tus palabras son el aire de mis pulmones, el pálpito de mi corazón, la vida de mi alma. Y es entonces cuando yo siento torbellinos desbocados de quereres, de esos que te recorren por todo el interior como si se tratara de escalofríos incontrolados. Es entonces cuando anhelo que un viento hechicero nos traslade a una cala lejana, junto a la orilla, - como a ti te gusta- nuestros pies arrullados por las olas, el sol escondiéndose tras la calima naranja del atardecer, tú contándome tus cosas y mi mano sujeta a la tuya no sea que el hechizo se me escape. Con la noche por delante, para disfrutarla abrazados.
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