7/3/11

Conferencia de Zenker


El pasado 25 de febrero tuvo lugar el Segundo Foro de la Edición Digital (CANIEM) cuya conferencia de clausura fue impartida por Alejandro Zenker, el cual ahora la pone a disposición de todos en este enlace. Su título fue “Cuantificación del cambio: libro, lector y lectura en la era digital”. En el detallado análisis de Zenker, se intenta huir de las cábalas sobre el futuro aportando datos cuantitativos y cualitativos que permitan evaluar con cierto rigor (científico, llega a decir el autor) las tendencias verosímiles que pueden ocurrir en el mundo del libro. Recomiendo su lectura completa pero, para aquellos que no dispongan de tiempo, he aquí un breve resumen.

Comienza Zenker regresando a los años noventa cuando en el mundo editorial se daba una concentración de capitales sin precedentes, que ponía en manos de muy pocos no sólo el mercado del libro, sino también el poder para determinar las políticas editoriales y, con ello, lo que se podría leer y lo que no. Un paso más, podía decirse, en la globalización de los mass media en donde unas pocas grandes empresas controlaban la prensa, la edición, la radio, la TV o el cine. Una concentración que determinaba qué oferta existía en el mercado y que aupaba a unos autores en detrimento de otros con criterios que sólo las propias empresas conocían. Zenker indica que esto trajo la rápida “bestsellerización” del libro en donde los criterios comerciales de venta fácil primaban sobre la calidad. Como el conferenciante indica la bibliopobreza se apoderó del mundo. La propia tecnología tenía mucho que ver en estas búsquedas de economías de escala y concentración de medios productivos. El offset requiere tiradas largos para ser económicamente viable y esto hacía que miles de títulos quedaran relegados a la oscuridad por falta de tiraje suficiente, independientemente de su calidad. Es más, los almacenes de volúmenes en stock se deterioraban a ritmo acelarado. La bibliodiversidad languidecía a pesar de que se imprimía más que nunca y más títulos que nunca. Pero también más que nunca, más trabajos y autores morían en el ostracismo.


A continuación, Zenker señala que la bibliodiversidad es un derecho pero no una obligación. En contra de los que defienden que la lectura nos hace mejores seres humanos, indica que la lectura, en sí, no nos hace ni mejores ni peores, y lo importante no son los libros sino lo que suscitan los libros y el desarrollo del pensamiento crítico que la misma escuela inhibe […].Hay quienes leen y sólo son consumidores de textos: lo importante sería que fueran también creadores de textos y creadores y recreadores de sentido más allá de los libros y, sobre todo, más allá del papel. [… ] Una cosa es tener derecho a la lectura, y otra, muy distinta, tener la obligación de practicarla. Cuando hablamos de bibliodiversidad nos referimos al derecho que tenemos como seres humanos a tener acceso a ella mas no a la obligación de apropiárnosla. Analizar en qué consiste y qué implica la bibliodiversidad hace tambalear muchas reflexiones, muchos paradigmas, muchos axiomas que se repiten.

Además, es que es físicamente leer todo lo publicado. El corpus no puede ser leído por un humano. Ningún ser humano puede hacerlo, ningún diccionario puede catalogar todas las palabras impresas. Y esto lleva a Zenker a cuestionarse ¿podemos en nuestro sano juicio pretender que haya una sola manera de aproximarse a la lectura cuando hay técnicamente millones de formas de hacerlo? ¿Existen los clásicos? ¿Debemos leer a los clásicos? ¿Tiene sentido hablar de clásicos? ¿Cómo debemos enfrentarnos a este nuevo entorno cada vez más bibliodiversificado?

Si la bibliodiversidad se considera un valor y un derecho, va a ser difícilmente defendible basándonos en un soporte como el papel que avanza hacia su obsolescencia. La era digital transforma la forma de abordar este problema. La digitalidad nos ha transformado. En el mundo occidental el uso de teléfonos y ordenadores es masivo, una tendencia que también se ve venir en el resto del planeta. En este contexto, Zenker señala que pensar que las cosas permanecerán como hasta ahora no sólo es ingenuo, sino terriblemente riesgoso. […]Lo importante no es medir si hoy se consumen más libros con soporte papel que electrónico, sino identificar cuál es la tendencia y anticiparse a su llegada para que, en lugar de que sea fatal para el segmento de la industria que representamos, la enfrentemos adecuadamente preparados, e incluso haciendo que juegue a nuestro favor. Así, es preciso comprender no sólo la tecnología puesta en juego sino en cómo cambia el propio lector, el nativo digital, el acto de la lectura en el mundo de la digitalidad. Zenker niega la simplificación de entender que la aceptación del libro electrónico es sólo generacional, de gustos (los viejos están acostumbrados al papel; los jóvenes a las pantallas). Se hace eco de los estudios que señalan que hay cambios neuronales en cómo el cerebro procesa la lectura en los diversos formatos lo que va mucho más allá del puro gusto. Si esto es cierto, ¿es posible que los adultos inmigrantes digitales puedan educar a los nativos digitales, dirigir los cambios editoriales o prever el futuro si ni siquiera nuestro cerebro está preparado para entenderlo? ¿o deberán ser las nuevas generaciones las que hagan esa restructuración en función de los nuevos patrones neuronales?

Indica el conferenciante que los editores tampoco han acabado de entender lo que está pasando y hacia dónde se dirigen las nuevas generaciones. […] Dispositivos como el Kindle, Sony eBook Reader, el iPad ahora, etc., no representan más que la migración de un contenido lineal a otro soporte con contenido lineal y, si acaso, hipertextual. La referencia que se hace a los hipervínculos como elementos de distracción no tiene nada qué ver con lo que se avecina, es decir, una profunda transformación en la manera de leer y, por tanto, de escribir. La apropiación del conocimiento no tiene que ser como la conocemos hasta ahora. Es probable que vaya migrando a formas que hoy apenas intuimos y que se han definido con el término de “ciberliteratura”.

Para Zenker, será la ciberliteratura la que se encargará de afrontar el reto de que las nuevas generaciones puedan aprovechar todas las capacidades de su forma de pensar digital. Del mismo modo que la literatura clásica desarrolló ideas y sentimientos prodigiosos en nuestros cerebros “en papel”, será la ciberliteratura la que haga lo equivalente en los futuros cerebros “digitales”. Y esto implica una profunda transformación de los lectores, del acto de lectura, de la publicación y del escritor. Hay que ponerse manos a la obra, cambiar por completo nuestra comprensión del quehacer editorial a corto, mediano y largo plazos es vital. Por supuesto que nos encontramos en una época de transición en la que el soporte papel coexistirá con todo lo que está emergiendo, pero no sabemos qué tanto durará ni si quienes constituyen la industria editorial sobrevivirán para contarlo.

Pero Zenker no se olvida de que, con digitalidad o no, la lucha despiadada por el dinero y por el negocio seguirá posiblemente existiendo por lo que clama: si algo nos deja en claro este Foro es que hay que actuar hoy, es decir, ¡YA!, pues no hay tiempo que perder. En esta época de globalización digitalizada, la lucha por los mercados será cada vez más despiadada. La miopía de nuestros gobernantes es no sólo exasperante, sino criminal. Tenemos que tomar las riendas de nuestros destinos los ciudadanos, la sociedad civil y sus organizaciones, así como los empresarios, porque esperar a que lo haga la clase política es poco más que suicida.

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