A Naiara le gusta ir de tiendas, estar al tanto de las rebajas y las novedades de temporada. Cuando llega la época de descuentos, en la oficina ejerce de consejera sobre las tendencias de la moda, los colores que causarán furor en faldas y blusas o el tipo de peinado más in. Le gusta ser apreciada por sus conocimientos, por estar al tanto de los modelos más elegantes – o los más atrevidos, si la ocasión lo requiere-, por haberse pateado las galerías comerciales y los outlets y poder recomendar ese conjunto tan coqueto y ajustado en precio o aquel bolso de piel de cocodrilo que, aunque no es un Hermes, lo parece. Naiara se maquilla frente al espejo del baño y, al finalizar, se hace un mohín de asentimiento a sí misma. Se pone unas gotas de colonia en el cuello. Llevará el bolso pequeño porque luego necesitará sus dos manos para cargar con las bolsas. Hoy han comenzado las rebajas. Ayer tomó un café con Susana, la secretaria del departamento comercial, y comentaron qué querían pillar, antes que otras se lo quitaran, el abrigo ese que tanto les gustó. Pero quedaban pocas tallas, así que habría que estar listas ante las puertas del Department Store. Porque ella siempre lo llama así, en inglés, para demostrar que es una experta en las compras. Nunca dice tienda o grandes almacenes. Durante toda la semana le han pedido consejo sobre qué bicoca comprar, sobre qué cadena visitar. También Carlos le ha hablado ya que necesita, le dijo, una cazadora nueva. - Oye, Naiara, guapa… tú que sabes de esto ¿dónde puedo ir para comprar algo ajustado de precio pero chulo? – le había preguntado el jueves y ella se lo explicó procurando no sonrojarse. Y no por la pregunta sino porque Carlos es un hombre que la atrae. Pero, mala suerte, está casado y es aparentemente feliz. Las semanas previas a las rebajas, o cuando hay un evento especial, son ocasiones en que Naiara disfruta. Le piden consejo, le solicitan ayuda y se siente importante. Le piden que las acompañe a otear las mejores ofertas y le invitan a un café en la bollería de la avenida.
A la hora en punto está junto a la puerta de los grandes almacenes. Sabe a dónde dirigirse y consigue la prenda. Un buen negocio. La envidiarán en el trabajo. Durante toda la tarde realiza una ruta perfectamente planificada durante semanas y triunfa en cada objetivo. Se encuentra con otras mujeres a las que conoce. Charla sobre lo que han comprado, sobre los precios, sobre lo que aún esperan encontrar en la tienda siguiente. Se dan dos besos y se despiden apresuradas. Naiara sabe que la envidian por su olfato. Cuatro grandes bolsas la acompañan a su casa al anochecer. Un año más, será la admiración de las compañeras. Ha pasado un buen día, abrigada en el calor de la multitud.
Cuelga la ropa recién comprada. El armario está lleno. Demasiado. No habrá rebajas en varios meses. No habrá excusa para salir a la calle y charlar con las compañeras. Ellas tienen su vida. Ni Carlos le preguntará nada. Él tiene su vida. Ella no. Necesita motivos para salir, porque caminar sola por la calle, sin objetivo, es tan deprimente que se muere. Se siente sola ya mismo. Y sueña ya con las rebajas de otoño.
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