Los enamoramientos(Alfaguara, 2011) de Javier Marías es una novela nada simple de reflexión moral sobre el amor, la muerte, la amistad, la relatividad de la verdad o el bien y la traición que se levanta sobre un cimiento sencillo de novela negra convencional y, me atrevería a decir, que prescindible (uno se imagina el desenlace muchas páginas antes de llegar a él y, en cualquier caso, es lo de menos. Apenas es un ligero andamiaje sobre el que construir lo que de verdad debe decirse). La historia de una muerte cuyos motivos van aclarándose poco a poco no es sino un pretexto para que Marías exponga su visión moral a través de las palabras de los personajes, particularmente la de María Dolz, en soliloquios extensos o diálogos trufados de técnicas cinematográficas como el congelamiento de la acción para introducir una idea, el desarrollo de una duda o un suceso ajeno al momento. Cómo los muertos se aferran a la vida a través de nuestras memorias, cómo nos debatimos entre no traicionar su recuerdo y no desperdiciar nuestro futuro, cómo el amor puede engendrar acciones infames o cómo las personas no son lo que, a la luz del enamoramiento, nos parecen. Cómo la realidad no se pliega a una diáfana distinción entre el bien y el mal, la turbante confusión de lo que resulta moral en función del punto de vista, todo ello a través de un continuo análisis introspectivo de nuestros pensamientos y de un examen minucioso de detalles y de momentos cotidianos. La narración de la historia se detiene cada poco para dar cabida a las digresiones- hábilmente ligadas con la trama, lúcidas aunque discutibles, siempre inteligentes, a veces algo snobs con las numerosas citas eruditas y las frases en inglés, con ese nivel metanarrativo obsesivo en ciertos momentos-, profundamente cercanas a lo que a cualquier ser humano le acaece en su vida, ambiguas en cuanto que huyen del maniqueísmo, morales sin caer en la moralina. Como siempre, Marías utiliza una prosa exquisita, rica en la semántica, excelentemente pulida, elegante, que sin embargo nunca cae en el enredo o en la dificultad. Los personajes principales, Javier y María, parecen ser un guiño al propio nombre del escritor así como algunos pasajes irónicos sobre las rarezas de los escritores. Quizá el final sea demasiado frío, reflexivo, civilizado en una situación del desenlace en que los sentimientos, el recelo y las reacciones se extremarían en casi cualquier persona.
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