Feliz año nuevo a todos.
Es día de predicciones, de opiniones acerca de lo que el
futuro y el nuevo año puede traernos, de objetivos alocados, de cábalas y
planes.
Lo cierto es que, en los campos de la literatura y la publicación digitales, llevamos años en los que las previsiones de los gurús se cumplen tanto como las de las pitonisas que adivinan el futuro leyendo las cartas o escrutando el poso de una taza de té, o sea poquito aparte de lo obvio o de Perogrullo.
Repetidamente, hemos venido escuchando que en cada navidad iba a ocurrir el “boom” de los lectores electrónicos sin que ello ocurriera; que los libros en papel iban a casi desaparecer pero siguen ahí, obstinadamente, incluso creciendo; que las editoriales que no se subieran con entusiasmo al caballo digital iban a desaparecer pero continúan cabalgando, afectadas como todos los sectores por la crisis, pero cabalgando. Quizá porque muchas de las previsiones están marcadas por los deseos de los departamentos de marketing más que por la realidad, quizá porque el futuro simplemente no puede predecirse.
Pero, aceptando que la bola de cristal no da mucho de sí, es
día de hacer predicciones. Vayan aquí las mías
Lectores electrónicos
El mercado disminuirá excepto que los
fabricantes reduzcan el precio de los dispositivos de manera radical. Es cierto
que ya lo han hecho significativamente y hoy podemos encontrar lectores por
menos de 100 euros pero este precio es aún excesivo para las prestaciones de
los aparatos. La tecnología de la tinta electrónica por electroforesis se ha
estancado y los desarrollos que se preveían hace un par de años han llegado a
punto muerto. La lenta velocidad de refresco, la falta de color ( los modelos a
color que existen funcionan casi todos con filtros que hacen que las
prestaciones visuales se reduzcan terriblemente) y la especificidad de uso
(leer, sólo leer) hacen que esos precios no sean proporcionales a los de la
tabletas. En mi opinión, los e-readers deberán estar por
debajo de los 40 euros para sobrevivir.
Aun así, los procesos de mercado son viscosos y probablemente el 2013 sólo confirmará el estancamiento. Si no llegan innovaciones técnicas significativas o los precios se alinean con las prestaciones (no hay que olvidar que las tabletas seguirán reduciendo su coste) los siguientes años pueden ser muy complicados. Incluso, esta tecnología tiene riesgo de desaparecer o que se regalen al comprar un libro digitalizado o hacer algún tipo de suscripción anual para comprarlos, como las compañías telefónicas regalaban el terminal al hacer un contrato hace unos años.
Particularmente desalentadora ha sido la noticia de que Kindle deja de fabricar el Kindle DX con pantalla e-ink de 9.7” es decir como una tableta, como un libro. Falta de mercado. No ha durado ni 3 años. Precio elevado aunque era precisamente el lector más apropiado para leer, no un juguete o un regalo anodino en el día de Reyes. Da qué pensar.
En los países donde han crecido más, como los Estados
Unidos, habrá todavía crecimiento pero será moderado. En aquel país puede que el volumen de libros digitales alcance el 27-35% al final del año. En el resto, crecerán con alguna mayor fuerza pero las cifras son aún muy pequeñas.
Todo dependerá mucho de la estrategia de precios que adopten las
editoriales. Guste o no, el crecimiento del libro en fichero digital se ha
dado porque es (sobre todo en USA) sensiblemente más barato que el libro en
papel. De hecho, las ganancias parecen ser mayores cuanto más bajo es el precio (debido al incremento de volumen). Pero lo que no ha logrado el libro electrónico es crecer en percepción
de valor. Como ya explicábamos en alguna otra ocasión, casi nadie que desee
hacer un regalo literario a otra persona, elige el formato digital. Elige el
convencional de papel porque es el que tiene percepción de valor. Casi nadie
envía un link o un fichero como regalo navideño. Se ofrece un volumen envuelto
en papel de colores, a poder ser de tapa dura. El otro, el digital, es sólo precio
y la oferta de libros gratuitos en la red es tan inmensa que hace que incluso
ese bajo precio se discuta. Cierto es que hay siempre un rebrote de venta de
contenidos digitales cuando se venden lectores porque ¿cómo no vas a añadir un
par de libros al regalo del e-reader? (las estadísticas,
muestran sin embargo, que los que reciben el dispositivo no vuelven a comprar
en su mayoría un libro digitalizado, no sabiéndose muy bien si el aparato queda
apolillado en un cajón o se leen sólo libros gratis bajados de la red). Lo mismo
puede decirse cuando se regalan tabletas, aunque aquí el acompañamiento extra
suele ser un juego más que un libro.
Las estadísticas hay que tomarlas con cautela. Por ejemplo,
en este mismo año 2012 que nos ha dejado, las hay que indican que el número de norteamericanos que lee libros digitales ha aumentado del 16% al 23% (mientras que los lectores en papel han disminuido del 72% al 67%. Curiosamente, los que más leen contenidos digitales son las personas en los cuarenta, no los jóvenes y- un dato que sorprende- los más ricos, lo que indicaría que es el lector el cuello de botella) y que los propietarios de e-readers o tabletas han alcanzado el 33% cuando eran sólo el 18% el año anterior, pero
asimismo hay estadísticas que dicen que el ritmo de venta ha
descendido (ya en 2011, en España descendió) o que hay un límite natural al crecimiento del libro electrónico. Datos bastante contradictorios que instan a pensar en movimientos
de marketing sesgados o en encuestas no bien estudiadas (la mencionada, que está apareciendo citada en multitud de artículos, por ejemplo, se ha realizado vía teléfono entre sólo 3000 personas).
Serán importantes las plataformas de distribución digital y su expansión por el mundo. Amazon y Apple han tomado ya posiciones en este sentido.
Pienso, no obstante, que hay un nicho poco explotado donde
el libro digital sí puede ofrecer un buen beneficio relativo, no muy explotado todavía. Es el de los libros
descatalogados, esos libros difíciles de encontrar, esas obras literarias o
técnicas que aun siendo referentes son complicadas de hallar en las librerías. Ahí
sí que el público estaría dispuesto a pagar más.
Ecosistemas
Las grandes empresas digitales han creado sus propios ecosistemas cerrados para vender sus propios libros sin que la competencia pueda entrar en ellos. Para mantenerlos, utilizan sobre todo restricciones técnicas (formatos propietarios, no soportar los de la competencia, control del contenido vía Internet, sistemas anti-copia, etc.). En el futuro estos ecosistemas deben tender a desaparecer pero en el 2013 seguirán muy fuertes. Es posible, sin embargo, que Amazon vaya cediendo en su supremacía.
Formatos
Continuará la batalla. Cada plataforma a lo suyo. Unos, no soportarán el ePub3, otros no soportarán Flash, otros no funcionarán con HTML5, etc. Una mala noticia para la consolidación y el desarrollo digital. Y, mientras, los organismos responsables dedicarán sus esfuerzos no a lograr la estandarización sino a crear nuevos y diferentes formatos que enturbiarán todavía más la situación.
Calidad de maquetación de los libros
electrónicos
No soy optimista y creo que el 2013 seguirá en la línea de
los años anteriores con esas publicaciones mal maquetadas. A ello contribuirá
el que continuará la guerra de plataformas (puramente comercial, sin sentido
técnico alguno), la falta de estándares (y el 2013 no verá desgraciadamente que
los diversos actores se pongan de acuerdo porque no interesa a los respectivos
negocios) y la forma masiva de digitalización basada en escáneres rápidos y
software OCR, bastante ciegos a los errores, y en los que no se prevén
adelantos tecnológicos significativos durante el año.
Tabletas y PCs
El mercado de las tabletas continuará creciendo impulsado
por el previsible descenso de su precio y su capacidad de efectuar muchas tareas, aunque a un ritmo más moderado que en
años anteriores. Aunque el precio es más razonable en comparación con sus
prestaciones que en los lectores de tinta electrónica, sigue siendo
tremendamente elevado para lo que dan, especialmente en el caso del Ipad.
De ese mencionado anteriormente crecimiento de lectores que dan las estadísticas, las tabletas son las claras beneficiadas a costa de los e-readers. No está nada claro que la victoria de las tabletas frente a los e-readers sea beneficiosa para los libros electrónicos porque las tablets no tienen la lectura como objetivo primordial.
No, las tabletas no van a acabar con los PCs. Las tabletas
son cómodas, ligeras, adecuadas para navegar, para hacer presentaciones, para
jugar, para leer (con restricciones porque siguen cansando la vista), para escuchar
música, o para estar en contacto superficial (vía email o redes sociales) con
amigos y familiares. Incluso, puede ocurrir que en el 2013 (o 2014) se autorice su uso durante los aterrizajes y despegues en los aviones, lo que eliminaría la incomodidad actual de tener que guardar el aparato y sacar un libro de toda la vida del bolso. Pero para el trabajo serio, la creatividad artística
sustancial, para cuando se precisan cálculos potentes, bases de datos amplias,
esfuerzo mental o artístico, el ordenador seguirá siendo el rey.
El triste fallecimiento de Steve Jobs hará también que el efecto “fe en el gurú” se aminore y que las tabletas de Cupertino cedan algo en su posición dominante. Técnicamente, asimismo, le será más y más complicado a Apple defender que sus muy discutibles prestaciones son de recibo: ecosistema tan cerrado, falta de accesibilidad, memoria escasa, rendimiento de procesador menor, etc. (Aún recuerdo cuando los incondicionales de Apple me defendían que la resolución de pantalla de 1024 píxeles era maravillosa cuando mi laptop ya tenía 1920… luego, llego la pantalla retina y donde decían Diego dijeron digo).
No ocurrirá en el 2013, pero es posible que dentro de unos
años, cuando los precios de las tabletas sean más razonables, sea normal tener
PC y tableta de manera generalizada hasta que, todavía más allá (¿digamos hacia
el 2020?) desaparezcan ambos, PCs actuales y tabletas, y se llegue al ordenador
del futuro: fino como una hoja, flexible, memoria masiva de semiconductor,
gran pantalla desenrollable, manejo por voz semántica y táctil, mucha mayor
potencia de cálculo, conexión constante a otros ordenadores, etc.
Autopublicación
Estimo que aumentará considerablemente. Es sencillo autopubicarse un e-book en cualquiera de las plataformas existentes y, en estos tiempos, la opción de conseguir dinero con nuestras habilidades es más que atrayente. Otra cosa será cuántos de los escritores aficionados que se lancen a la aventura llegaran a triunfar en términos de volúmenes vendidos y beneficios obtenidos. La mayor competencia, el mayor número de títulos disponibles- autoeditados o no- hará, también, que sea más complicado vender libros digitales porque la demanda, el volumen de lectores, no va a crecer de igual manera. Y eso no será bueno ni para el desenvolvimiento del mercado ni para los autores ni para los editores. Los precios de los e-books pueden acercarse peligrosamente a cero debido al efecto de la hiper-publicación.
Teléfonos móviles
Seguirá creciendo el mercado moderadamente, pero el impulso
vendrá de lo que son: de ser teléfonos y de la necesidad de la gente de
comunicarse. No vendrá de los aditamentos y de las aplicaciones, que estarán ahí
pero no serán el motor del crecimiento. Por mucho que se diga, leer en las
pantallitas de un teléfono es un engorro (sea literatura, correo electrónico o
simplemente datos que necesitemos. Una cosa es ver el tiempo que va a hacer, mandar
un SMS, darse por enterado de un correo, pedir una información breve y rápida o jugar a matar gallináceas, otra es una
tarea que requiere concentración, análisis y esfuerzo).
Libros enriquecidos
Se estancarán durante el 2013 si exceptuamos, quizá, el
nicho de la literatura técnica y académica. Los libros enriquecidos son un
dejá-vu de los libros en CDROM de los años ochenta y su
futuro es probablemente el mismo. Una lástima porque, ciertamente, es una técnica interesante
y que aporta valor añadido. Mas los costes de creación, las dificultades que la
miríada de propiedades intelectuales crea y la diversidad de plataformas, no
ayudan a que triunfen. Algunas obras recientes muestran todo su potencial. Sería una alegría que no se repitiera la historia de los CDROMs.
Realidad aumentada
Aumentará, valga la redundancia, pero no en la literatura
sino en aplicaciones que simplifiquen la vida cotidiana, que permitan encontrar
lugares, saber quién es quién o qué es qué, que nos den información adicional
instantánea sobre algo que nos ocurre, que escuchamos o que percibimos. La
técnica de usar códigos QR quedará pronto obsoleta por engorrosa (no se va a
llenar el mundo de pegatinas con códigos de barras) pero la tecnología
aprovechará los desarrollos de algoritmos SLAM (Simultaneous localization and mapping)
cada vez más perfeccionados y la omnipresente geolocalización que nos espera
(otro debate es si hay que controlar este Big Brother que
nos acecha permanentemente).
E-singles
Esos pequeños relatos,
piezas cortas literarias, académicas o periodísticas, que han venido llamándose
e-singles (entre 5000 y 30000 palabras) pueden ver un
crecimiento si el precio es muy bajo o nulo (ahora está en los 1.99 dólares
normalmente, aunque algún trabajo alcanza los 3 dólares) ya que su
brevedad (en general se leen en como máximo un par de horas) y su inmediatez,
se adaptan perfectamente a los dispositivos móviles, a las tabletas, a esa
lectura rápida (¿superficial?) a la que nos estamos acostumbrando. Si el precio
es elevado, por supuesto que nadie los comprará.
Otra ventaja de este
formato es que no canibaliza el mercado. Con esa longitud, son textos demasiado
largos para que aparezcan como artículos sueltos en revistas o periódicos y
demasiado cortos para venderse como novelas. Su longitud, precisamente, les
hace situarse en un nicho de textos que ahora mismo no son publicables y abre
un nuevo campo a las editoriales y a los autores.
De momento, el
arranque que inició Amazon hace unos meses está siendo lento pero prometedor.
Actualmente, la tienda de Amazon sólo tiene 283 títulos disponibles pero dice
haber vendido más de 3 millones de copias para septiembre de este año. Apple ha
creado una sección separada para este tipo de relatos cortos. Barnes and Noble
lanzó recientemente Nook Snaps en la misma línea. Lo dicho, lento pero prometedor. Son baratos, pero vendiendo millones de copias hay negocio para las editoriales y los autores.
Además, los
e-singles pueden ser como trailers
literarios de novelas más largas.
Publicidad y pago
De una u otra manera, los editores están buscando incrementar el rendimiento de sus inversiones digitales. En una reciente encuesta, el 48% de los periódicos cobraban por parte de sus contenidos digitales y el 56% de los editores cobraba por las aplicaciones que ponen a disposición de los lectores en las plataformas de Apple, Amazon o Barnes. Movimientos que se unen a los de encontrarnos publicidad emergente mientras leemos a Lope de Vega o cuando salta un salvapantallas indeseado. Los autores y empresas tienen como preferencia publicar apps para el Ipad pero las demás plataformas no se quedan muy atrás.
Bibliotecas digitales
El préstamo de contenidos digitales por parte de las Bibliotecas aumentará a medida que lo haga el parque de dispositivos lectores de cada país. En Estados Unidos, el incremento será importante y en países como España muy moderado. El año 2013 no verá, de todos modos, la solución definitiva legal sobre préstamos y propiedad intelectual.
Literatura
digital
A la literatura
digital, no a la digitalizada, no se la espera durante el año 2013. Continuará
el interés académico y un puñado pequeñísimo de personas a escala planetaria
investigará sobre las posibilidades del ordenador aplicado a la creación literaria
de nuevo paradigma pero la industria trabajará sólo en la digitalizada y el
gran público continuará sin apenas mostrar interés – al menos, fuera de las
aulas- por la digital. Ciertamente, los problemas ya citados de complejidad de
programación, falta de estándares, absurdas guerras comerciales entre
plataformas, cambio rapidísimo y de obsolescencia programada del
hardware, etc. no hacen sino complicar aún más el desarrollo
de la literatura digital porque se precisan artistas que sepan, además, mucho de
programación y porque resulta desalentador realizar un trabajo tremendo para,
por ejemplo, crear una obra en Flash y que luego una firma comercial vete esa
plataforma o para programarlo en HTML5 y que muchos navegadores no lo soporten.
Si ya es complicado alumbrar una obra literaria, hacer siete versiones de ella
es inhumano.
Y el año que viene,
salud mediante, me comprometo a aceptar que no he acertado ni una. Lo cual, posiblemente, no será
peor rendimiento adivinatorio que el del resto de gurús, agoreros y videntes
tecnológicos.
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