Rapsodia Gourmet (Seix Barral, 2010), de la
francesa (nacida en Casablanca) Muriel Barbery, es una novela corta que narra
los recuerdos culinarios y vitales del personaje principal, el crítico gastronómico
Pierre Arthens, que en su lecho de muerte, cuando le han dado sólo 48 horas de
vida, repasa su vida pero no en el orden cronológico vital sino partiendo de
las memorias de los alimentos que degustó, desde lo que tomaba en su niñez a
los platos más refinados degustados siendo adulto en los mejores restaurantes. A
las puertas de su muerte no recuerda haber sido el flagelo de los mejores maitres
y asiduo a las estrellas Michelin, sólo quiere recobrar las sensaciones de
felicidad que ciertos sabores le han producido a lo largo de su existencia. Unos
recuerdos que combinan escenarios (sobre todo del norte de África), con sensaciones
y descripciones de los platos. La comida es el hilo conductor que permite,
paralelamente, conocer las personas que fueron importantes en su vida y los
sentimientos que le embargaron durante ella. Junto a los recuerdos de Arthens
encontramos, asimismo, las personas que convivieron con él,
especialmente sus abuelos. La comida es, sí, el hilo conductor pero el texto
reflexiona también sobre la sociedad, la familia y las relaciones humanas
aunque sin gran profundidad.
Se trata de un texto descriptivo, escrito en primera
persona, con escasos diálogos, preciso y algo lírico al describir los
condimentos, incluso sensual al hablar de la comida, de muchos capítulos muy
breves, con una riqueza de vocabulario en lo que respecta a términos
gastronómicos notable (una buena labor de traducción). Los personajes están
poco elaborados. La novela carece de intriga, no se espera que pase nada aparte
de lo que conocemos desde la primera página, que finalmente muera Pierre. Es en
la descripción, en el estilo, en la forma de escribir, en el virtuosismo del
adjetivo y no en la historia, donde está el poder de esta pequeña novela. De
hecho, la estructura puede pecar de repetitiva porque cada capítulo se
fundamenta en el mismo hecho: un recuerdo, una regresión al pasado y
una descripción más o menos amplia. No leemos para saber qué ocurrirá sino para
deleitarnos en el lenguaje.
Uno de los personajes de otro célebre libro de Barbery,
La elegancia del erizo, la portera Renée, aparece también en
esta novela, dando así una cierta continuación a ambas obras (esta fue escrita
con anterioridad a La elegancia del erizo aunque publicada después).
El título original en francés, Une gourmandise
ha tenido dos traducciones en español: Rapsodia
Gourmet y Una golosina, dependiendo de las
ediciones.
Me encantó La elegancia del erizo, así que habrá que leer esta. Gracias Félix por la recomendación.
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