Medianoche en Pekín, (Editorial Plataforma, 2014), de Paul French es una novela a la vez policiaca e histórica, de serie negra, en la que relata el caso verídico del asesinato de una joven, Pamela Werner, en el Pekín de 1937. Un crimen horrendo y lleno de perversión que quedó sin resolver en su época y que, ahora, French reconstruye mediante un metódico trabajo documental que incluye tanto la infructuosa investigación policial de su tiempo como la privada que, posteriormente y durante años, el padre de la víctima, Edward Werner, antiguo cónsul británico, llevó a cabo. Con todo ello, Paul French es capaz de proponer una explicación verosímil y dar nombre a los asesinos. Una novela que es una reconstrucción, un reportaje, un “true case” en el que el escritor va colocando juntas todas las piezas del rompecabezas hasta dar con una solución razonable siempre aplicando la lógica.
Medianoche en Pekín es, sin embargo, mucho más que una novela sobre el crimen de la adolescente inglesa. Es también un relato de cómo era la capital china en la década de los treinta, con su barrios ricos conviviendo con lupanares, con las legaciones occidentales auto excluidas, con los rumores imparables, con una mezcolanza de culturas y una situación política al borde del abismo. Una narración sobre la que se ciernen los acontecimientos históricos extremos que venían desarrollándose desde que los japoneses pusieron sus ojos en el continente y que terminarían en una de las más brutales y sanguinarias guerras de todos los tiempos. Un relato en el que son los occidentales los personajes siniestros, orgullosos, abusivos con el poder y egocéntricos mientras la mayoría de la población china se limita a sobrevivir en el caos que les consume. Todos tienen algo que ocultar, tanto los individuos particulares como las instituciones más preocupadas por mantener el prestigio que por hallar la verdad.
Esta mezcla de una investigación policial, el politiqueo y la perversión, con la descripción del fin de una época colonial y el relato de hechos históricos que han conformado nuestro mundo actual hace que la lectura sea interesante y ágil. Aunque abundan los pasajes escabrosos (particularmente, la autopsia del cadáver puede resultar dura), French no cae en el tremendismo ni exagera el sentimentalismo. Prosa directa, sencilla, precisa en lo descriptivo y que no recurre a los tópicos para mantener la tensión.
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