Un Chatbot (robot + chat), un programa que pretende simular una conversación humana. Aunque a largo plazo y como objetivo finalista los chatbots serían capaces de mantener una conversación rica e inteligente en casi cualquier circunstancia, hoy por hoy sus capacidades están muy limitadas.
Para entornos muy cerrados, limitados en su objetivo y controlados pueden ofrecer una apariencia de verosimilitud suficiente y ser capaces de suministrar las informaciones necesarias. Son, por ejemplo, los programas que se utilizan en aeropuertos o puntos de información meteorológicos o de tráfico, en los que existe un subconjunto de preguntas posibles bastante pequeño (¿A qué hora sale el vuelo XXX?, ¿Dónde está la terminal 4? ¿De dónde sale el autobús que va a las oficinas de los vehículos de alquiler?, etc), usualmente de menos de un millar, y en donde las respuestas puede estar suficientemente codificadas. En la fotografía puede verse un robot móvil con pantalla y un chatbot en el aeropuerto de Ginebra.
Pero para conversaciones generales, aún no existen algoritmos suficientemente potentes. Las gramáticas computacionales no se han desarrollado al nivel requerido para poder programar un robot que sea capaz de mantener una conversación que no caiga pronto en el aburrimiento. De hecho, ya en 1950, Alan Turing publicó un célebre artículo "Computing Machinery and Intelligence" proponiendo un test - "el test de Turing"- que determinara si la conversación era inteligente o no. Este test valora la capacidad del programa para simular una conversación humana en tiempo real, una simulación suficiente para que sea indistinguible de una llevada a cabo por personas. No hay algoritmos que hayan superado el test de Turing de manera convincente (recientemente se ha publicado que algún programa lo ha hecho pero existen dudas al respecto).
Los primeros intentos de simular el habla comenzaron en 1966 con el famoso ELIZA, un programa que simulaba ser un psiquiatra y que respondía a las preguntas y frases del usuario. Desde entonces, los chatbots han mejorado notablemente pero todavía están lejos de resultar convincentes. Uno de los más avanzados es Cleverbot, de la firma Existor. De esta misma firma, es también Evie (sincronizado con un interface facial), con el que se puede conversar acudiendo a este enlace:
Otro ejemplo en red es Mitsuku Chatbot que puede encontrarse en este enlace.
¿Y qué ocurriría si ponemos a conversar a dos chatbots? Dado que cada uno de ellos no sabrá realmente distinguir una conversación humana de la que no lo es, proseguirán su cháchara atendiendo únicamente a las reglas que disparan respuestas cuando escuchan ciertas palabras, frases o construcciones gramaticales predeterminadas. Conocer qué ocurre en este caso es precisamente lo que ha intentado conocer el Laboratorio Cornell. Para ello, ha conectado dos chatbots "Cleverbot"
a sendos sintetizadores de voz y, finalmente, a dos avatares faciales para simular a personas hablando. El resultado puede verse en el video siguiente. Como se ve, a ratos, la conversación parece tener sentido pero ´por lo general está plagada de repeticiones y de generalidades que no llevan a ningún lado.
Hay que ser paciente pero lo que es seguro es que, más tarde o más temprano, se acabará logrando una comunicación automática suficientemente inteligente sobre todo porque el mercado previsible es inmenso. Imagínense conseguir traductores fiables de la charla en tiempo real, contenidos por ejemplo en nuestros teléfonos móviles. Se abrirían las puertas del mundo para todos.
Otro ejemplo es el realizado por la empresa Zabaware:
en el futuro tendremos robots que hablen como humanos. Es solo cuestión de tiempo
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