Sin ti no hay nosotros, (Blackie Books, 2015), de Suki Kim es un relato periodístico, autobiográfico, testimonial, sobre la estancia de la autora en Corea del Norte, siendo profesora de inglés en una extraña universidad de aquel país. La información de primera mano, directa, sin filtros de propaganda ni de amarillismo, hace que el documento sea muy interesante, una puerta abierta a lo desconocido, máxime cuando se trata del que probablemente sea el país más hermético del planeta. El mayor valor de este libro es precisamente escribir parcamente sobre lo que la autora ve. Nada más. Pero nada menos.
Suki Kim, norteamericana de origen surcoreano, nos da una visión cercana del país, de la vida cotidiana, sobre el día a día de Corea del Norte, sin excederse en las emociones aunque teniéndolas, sencilla en la forma de narrar, curiosa y precavida a la vez, sobre lo que piensan- o creen pensar, tras el aplastante y omnipresente adoctrinamiento ideológico– sus gentes, de la negrura de sus noches, de las penurias de la población pero también de las esperanzas, del pensamiento único, de una cultura en todo distinta a la de otros lugares de la tierra, de cómo el miedo y las consignas mil veces repetidas consiguen una autocensura mental mucho más cerrada y oscura que la conseguida por coacción directa. Lo que sucede transcurre en los últimos meses de la vida de Kim Jong-Il y las personas que aparecen son la élite de la sociedad, aquellos que estudian en universidades reservadas a los altos cargos del partido. El título de la novela está inspirado en una estrofa de uno de los himnos con que los norcoreanos loan a su líder.
Ciertamente, hay algún sesgo propagandístico en el libro, la autora recuerda con amargura la separación de su propia familia, pero, en general, se trata de una crónica sucinta, directa, fría en los hechos y dura en los sentimientos, crítica no solo con Corea sino con otros fanatismos del resto del mundo (con algunas similitudes con las religiones), con reflexiones sobre lo que uno llega a pensar cuando sus opciones vitales se reducen al máximo, cuando la megalomanía lo cubre todo, cuando el afecto humano es lo único a lo que agarrarse y esto aun está vigilado por el gran hermano estatal tan bien representado aquí por “las contrapartes”. Un libro arriesgado no por lo que dice, sino por las posibles represalias que los personajes- involuntarios- puedan soportar si es mal visto en aquel país.
Suki Kim logra enlazar una historia continua en base a anécdotas, momentos y recuerdos, en un todo muy coherente. Hay algo de irreal en todo lo descrito pero no porque la autora escriba con esa intención sino porque la propia vida norcoreana es así, irreal. Algo de enigmático tiene también, de novela negra, de espías, por cuanto que Kim grababa sus vivencias en una USB escondida siempre, con una copia de seguridad en la memoria de la cámara de fotos, sin correr el riesgo de usar el disco duro del ordenador o la Intranet coreana (que no Internet) siempre vigilados. Incluso, el libro acierta a trasladar al lector la atonía y aburrimiento de una vida repetitiva y centrada en idolatrar al líder. Cada capítulo es distinto pero siempre gira sobre la misma angustia (o la obsesión) vital.
Es interesante asimismo ver el blog de la autora para ampliar la lectura con fotografías de aquellos días que Sin ti no hay nosotros describe.
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