Nadie
desea escuchar la palabra Alzheimer. Si hay una enfermedad que mina la
humanidad misma es la pérdida de la memoria, de los recuerdos, de lo que somos,
de lo que fuimos, de lo que amamos y de lo que fuimos amados. Es decir, se nos
roba todo, absolutamente todo.
Y, sin
embargo, no nos percatamos que el propio mundo sufre de Alzheimer. Las
personas, como parte de toda la naturaleza- tan brutal siempre- no podíamos escaparnos
a la propia enfermedad de la vida.
Me di
cuenta de ello hoy, cuando te visité, cuando caminé nuevamente por las avenidas que nos
vieron pasar del brazo, cuando miré las terrazas donde tomábamos café mientras compartíamos
secretos, en los parques que escucharon nuestras promesas de todo.
¿Sabes?,
han construido un parking feísimo de hormigón plomizo en aquel recodo del río
donde te abracé por primera vez. Los jardines donde paseábamos al atardecer han
sido aplastados por un McDonalds y el pequeño restaurante donde comíamos cada
viernes se ha transformado en un Mercadona. Han talado los plataneros para
colocar unas farolas de moderno diseño, el concesionario donde compraste el
coche- tras tantos esfuerzos- ha quebrado y la librería aquella con estantes hasta el techo, sí, donde tú me compraste el poemario de Martí y Pol por mi
cumpleaños, es ahora el bazar “Gran Templo de Xian”.
No
reconozco ya el mundo que tuvimos, el que vistió nuestra historia de amor. La
vida nos arrebata los recuerdos, los espacios sagrados que guardaban nuestros
besos y nuestras tiernas palabras. Imperceptible pero implacablemente, el mundo
va borrando los lugares que nos hicieron sentir, que nos hicieron amar, los
decorados de esos instantes tan preciados.
Sí, el
mundo sufre también de Alzheimer porque te está olvidando. Yo, jamás lo haré.
Qué belleza de relato, Félix. Gracias.
ResponderEliminarSiempre leo, pero esta es la primera vez que comento, si no me equivoco.
Saludos.
Muchas gracias
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