Explicarte
con palabras es imposible. Como mucho, uno atina a describir pequeños retazos
del escenario, mínimos chispazos de sentimientos, de emociones, de asombros.
Porque, quizá, lo que me produces es, sobre todo, asombro, un hechizante
asombro que me rinde.
Llegué
tarde. ¡Qué alegría reconocerte en la estación, esperándome! Cenamos,
contándonos nuestras cuitas tras tantos días de ausencia. Estabas hermosa. Te
abracé por la cintura al salir del restaurante mientras encendías un cigarrillo
y me mirabas con esos ojitos que a veces me son tan tiernos y cariñosos. La
noche nos esperaba para disfrutarla. ¿Recuerdas como las olas rompían contra
las rocas y su sonido rítmico y persistente acunaba nuestros abrazos? El aire
estaba colmado de aromas de salitre y mar. Una miríada de luceros
brillaban colgados de un cielo raso. Más allá, faroles de pesqueros
salpicaban el horizonte. El solsticio velaba tu sueño. Tu cuerpo compartía las
mismas sábanas que el mío, nuestras piernas entrelazadas, tu cabello dibujando
arabescos sobre la almohada.
Y,
entonces, quebrando la calma, el embrujo de un rayo de luna que se cuela por el
ventanal, suficiente para ver tu carita preciosa. En ese preciso instante me
inunda un asombro hondo, trascendente, inmenso. Un arrobo ineludible y misterioso. Me seduce esa imagen tuya que
no puede escribirse, que no puede explicarse, que sólo puede sentirse. Esa
plenitud, esa chispa, ese relámpago, ese segundo fascinante en que comprendo lo
que te amo y la gloria de poder hacerlo, ese momento cautivador, ese
hehrstes Wunder wagneriano, el sublime milagro que de pronto
descubre Sieglinde, el punto que todo lo cambia, que todo lo crea, que todo lo
esclarece, esa erupción de pasión, de violines apremiados, de repentina
revelación, la urgencia por apresar ese instante en mi corazón, el miedo a
olvidarlo, cuatro compases que resumen el mundo. Es el asombro por la súbita
consciencia de que tu amor me redime, cambia mi destino, torna el desencanto en
salvación, afianza la esperanza en el futuro.
Tú, mi hehrstes Wunder, mi sublime milagro, mi inexplicable emoción.
Tú, mi hehrstes Wunder, mi sublime milagro, mi inexplicable emoción.
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