La
hermandad de la buena suerte, (Planeta, 2008), de Fernando Savater es
una novela negra a caballo entre el thriller y la reflexión
filosófica, y nunca mejor dicho lo de “a caballo” porque el escenario de la
historia es el mundo de la hípica. Una propuesta innovadora que mezcla tiempos
y espacios, desestructurada, con capítulos desde varios puntos de vista sin
transiciones evidentes.
Así, Savater combina una visión alejada de los hechos
con la opinión en primera persona de algunos de los protagonistas. Las
disertaciones más intimistas son aprovechadas para pensar la vida, la muerte, el
azar de la fortuna y la felicidad. Aun siendo interesantes y bien escritas en
lo formal, podrían encajar en cualquier otra trama, no sabiéndose bien si estas
sirven a la intriga de la acción o viceversa o, más bien, no tienen que ver la
una con la otra. Hay una cierta falta de coherencia, de
leit-motiv que dé sentido a las reflexiones. La propia historia
de secuestros y rencores se dosifica apropiadamente siendo su desenlace la
parte más floja. Desde este punto de vista, la novela va de más a menos,
perdiendo interés a medida que el thriller se torna
repetitivo y que las digresiones filosóficas van entrando forzadamente porque,
al final, lo que parece que importa es debatir si existe, o no, la buena suerte.
La prosa es
rica, cargada de ironía en muchas ocasiones, con nombres de los personajes que
tienden puentes a otras obras (y hasta a los dibujos animados), con escenas que
tienen bastante de esperpento y disparate.
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