Nada cambia, por muchos años que pasen.
Fragmentos de los versos que Cayo Valerio Catulo (85-115 a.c.) escribió a su amada Clodia, aristócrata casada con el poderoso Quinto Cecilio Metelo. Para mantener el secreto de su completo pero no legal enamoramiento, Catulo usa el seudónimo de Lesbia al referirse a la hermosa Clodia. Esta no sólo fue amada por el poeta sino por muchos otros pues se trataba de una mujer de gran personalidad, bella, inteligente y embriagadora. Se cuenta que también Cicerón quedó prendado de ella. Poca cosa era Catulo en comparación con la dama y finalmente Clodia/Lesbia le abandonó para emprender mejores singladuras.
Amor y desamor. Rendición y abandono. Pasión y olvido.
Dame mil besos, y otros cien,
después otros mil, y otra vez cien,
y todavía otros mil más, y otros cien.
Entonces, cuando nos hayamos dado muchos miles,
los mezclaremos todos para no distinguirlos
y que ninguna insidia pueda saber de
estos besos que nos damos.
Da mi basia mille, deinde centum,
dein mille altera, dein secunda centum,
deinde usque altera mille, deinde centum,
dein, cum milia multa fecerimus,
conturbabimus illa, ne sciamus,
aut ne quis malus invidere possit,
cum tantum sciat esse basiorum.
--o--
Me preguntas cuántos besos tuyos,
Lesbia, serían suficientes para colmarme.
Un número tan grande como las arenas de Libia
donde se da el licor dulce de Cirene
entre el oráculo del ardiente Júpiter
y el sagrado sepulcro del legendario Bato ;
tantos como las múltiples estrellas que en el silencio de la noche
miran los amores furtivos de los hombres.
Tantos besos te besan
que deberían ser suficientes para tu loco amor, Catulo
tantos que los ojos de los entrometidos no podrían contarlos
o ensuciarlos con sus malditas habladurías.
Quaeris quot mihi basiationes
tuae Lesbia, sint satis superque.
quam magnus numerus Libyssae harenae
laserpiciferis iacet Cyrenis,
oraclum Iovis inter aestuosi
et Batti veteris sacrum sepulcrum,
aut quam sidera multa, cum tacet nox,
furtivos hominum vident amores,
tam te basia multa basiare
vesano satis et super Catullo est,
quae nec pernumerare curiosi
possint nec mala fascinare lingua.
--o--
Ahora ella ya no te quiere más: tú, débil, tampoco la desees
y no vayas a la caza de quién huye, ni vivas miserablemente,
resiste con toda tu voluntad, no cedas.
Adiós, muchacha. Catulo no cede:
no te buscará, ni te cortejará a la fuerza.
Pero tú sufrirás porque no serás más amada.
¡Desgraciada de ti! ¡Qué más te puede dar la vida!
¿Quién vendrá ahora por ti? ¿Por quién te pondrás hermosa?
¿A quién amarás ahora? ¿De quién dirás que eres?
¿Quién te besará? ¿Quién te morderá los labios?
Pero tú, Catulo, sé obstinado, no cedas.
Nunc iam illa non vult: tu quoque, impotens, noli,
nec quae fugit sectare, nec miser vive,
sed obstinata mente perfer, obdura.
vale, puella! iam Catullus obdurat,
nec te requiret nec rogabit invitam:
at tu dolebis, cum rogaberis nulla.
scelesta, vae te! quae tibi manet vita!
quis nunc te adibit? cui videberis bella?
quem nunc amabis? cuius esse diceris?
quem basiabis? cui labella mordebis?
at tu, Catulle, destinatus obdura.