Está a punto de entrar en funcionamiento el proyecto Earth’s Black Box (Caja Negra de la Tierra), liderado por la agencia de marketing Clemenger BBDO, la agencia creativa The Glue Society e investigadores de la Universidad de Tasmania. El proyecto pretende registrar datos del momento en que llegue el Apocalipsis, el fin del mundo.
Para ello, se ha erigido en Tasmania un búnker, alimentado por energía solar, con multitud de discos duros que van grabando datos ambientales, climatológicos y evolutivos que se le envían. Evidentemente, cuando llegue el fin del mundo, bien sea natural (la salida de nuestro Sol de la secuencia principal, la evolución de las placas tectónicas a largo plazo, un meteorito de suficiente tamaño que impacte contra el planeta, una pandemia grave a gran escala, etc., etc.) o antropogénica (una guerra nuclear generalizada, una diseminación de patógenos imbatibles, cualquier calamidad que la humanidad pueda causar para acabar con toda la vida, etc,), no habrá ya a quién le importen estos datos. Pero los investigadores confían en que puedan servir a nuevas humanidades que surjan si esto es posible o que la evolución de los datos alerten sobre las consecuencias antes de que lleguen los 4 jinetes y el ser humano sea capaz de encontrar soluciones antes del fin.
Se ha elegido Tasmania por ser una zona geológicamente muy estable que parece pueda durar mucho tiempo, incluso si la deriva tectónica o los seísmos mueven esas tierras a lugares insospechados.
Esta caja negra permitiría reconstruir qué pasó eones después de nuestra extinción por una nueva civilización que evolucione a partir de lo que quede. Por así decirlo, como si nosotros ahora encontráramos un búnker creado por los dinosaurios y pudiéramos leer el registro del cometa impactando en el Caribe.
Eso sí, como no luzca el sol (imaginemos un invierno nuclear), los discos duros se van a quedar sin energía.
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