No puedo hablar contigo
puesto que ya no estás.
Podría buscarte en los rincones
de la memoria o de la casa.
Pero, sé que es inútil.
No encontraría más que algún fantasma mío,
vestido con tu nombre.
Lo sé bien y, por eso, lo evito.
Sólo a veces, sin que yo lo provoque,
ni me dé cuenta, vienes.
Y, sólo lo sé cuando percibo que el silencio
ha empezado a ser algo distinto.
Tal vez música.
Acaso, sólo sombra.
Y sé que, de algún modo, eso tiene que ver contigo.
Un poema de José Cereijo
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