Hace una semanas, Amazon presentó en el evento re:Mars, en Las Vegas, un sistema de inteligencia artificial aplicado a Alexa, que puede sintetizar la voz de cualquier persona, viva o muerta, a partir de alguna grabación existente de dicho ser. De momento, es una demo y no está claro cuánto tiempo de desarrollo falta para que sea totalmente operativo.
Así, luego, puede aplicarse la voz generada a la lectura de cualquier texto. La aplicación presentada, lúgubre por un lado, fantástica por otro, inquietante siempre, era la de tomar una grabación de algún ser querido, tratarla con el sistema de aprendizaje hasta lograr una síntesis realista de tono, timbre y manera de hablar del modelo.
A partir de ese momento, es posible pedirle a Alexa que nos lea un libro con la voz de nuestro abuelo fallecido o de cualquier ser querido.
Muchas crónicas han puesto el grito en el cielo a causa de lo mórbido del asunto pero, tecnológicamente, si es que de verdad el sistema final logra esta síntesis verosímil, es un logro importante. Además, por qué no, puede ser una manera de recordar a los nuestros.
Claro está, esta tecnología tiene más recorrido hacia el futuro ya que no tenemos grabaciones de voz de antepasados más allá del siglo XIX. ¿No sería fantástico escuchar a Lope de Vega recitar sus poemas con su propia voz?
Los algoritmos que permiten convertir texto a voz son bien conocidos pero producen una salida de audio neutra y siempre igual, o muy parecida. El lograr simular el timbre, ritmo y manera de expresarse de alguien es algo que parecía estar muy lejos.
La aplicación para Alexa es, en cualquier caso, una minucia comparada con las que pueden desarrollarse para toda clase de actividades, muchas de ellas delictivas y de alto riesgo para el común de los mortales. Se precisará una evolución paralela de control y verificación de la realidad de lo hablado.
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