Arboleda ( Editorial Periférica, 2021); de Esther Kinsky es una novela sobre el duelo, sobre la ausencia del ser querido que ha muerto. Escrita con una posa exquisita y descriptiva que huye, en todo momento, de lo morboso y el tremendismo y que simplemente nos hace sentir el duelo por vía de reconocer la belleza de la vida sin la persona amada.
Kinsky nos introduce en su viaje a Italia, posterior a la muerte de su esposo y en las primeras 140 páginas sólo describe lo que ve, los paisajes, la atmósfera, los detalles, los sonidos de la naturaleza, la alegría, la tristeza, un pájaro que escucha pero no puede ver, el cielo, las plantas, las nubes curiosas, la sensación de la brisa, los olivares, la actividad cotidiana de la vida, la gente y las costumbres que había previsto visitar junto a su cónyuge, planes que la muerte ha truncado. El dolor, el golpe, la deja sin voz para decir nada, tan sólo queda describir la vida que es tan distinta sin el ausente. No se dice nada del muerto, del dolor, pero está siempre ahí, en la vida misma. Es un reencontrar el mundo desde el dolor de la ausencia.
Un estado de postración del que sale, súbitamente, cuando viendo unas garzas, recuerda que su compañero le había enseñado a nombrarlas en inglés. Y, en ese momento, la vida que se ha ido comienza a hilarse con la que debe renacer, no desde el olvido sino justamente desde el recuerdo perenne.
Excelente novela, prosa rica y sugerente, melancólica en los detalles, realista hasta parecer mágica.
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