Hombres que son como lugares mal situados (Homens que são como lugares mal situados, en el original) (Ediciones Sígueme, 2015), del poeta portugués Daniel Faria, es probablemente el poemario más destacado de este escritor que, desgraciadamente, murió muy joven, a los 28 años. Algunas de sus poesías están a la altura de otros grandes nombres de la poesía portuguesa en el siglo XX como Fernando Pessoa, Sophia de Mello Breyner Andresen o Eugénio de Andrade.
En Hombres que son como lugares mal situados, Faria logra un equilibrio profundo entre la reflexión contemplativa y la fuerza de sus metáforas. Describe un universo espiritual, introspectivo, simbólico y meditativo, siempre inmerso en la religiosidad, posiblemente porque el propio autor fue monje.
Es común la presencia de elementos bíblicos, salmos y símbolos religiosos, lo que refuerza el carácter místico de la obra. Así, por ejemplo, el misticismo de Faria se desboca en "Una especie de ángel herido en la raíz", donde reflexiona sobre el lenguaje poético.
Los poemas de este poemario son reflexiones sobre el paso del tiempo, la identidad, el dolor y la fe. La obra invita a los lectores a bucear en su propia condición humana y su conexión con lo divino, una llamada a la espiritualidad.
El libro está dividido en varias secciones que abordan distintos aspectos de la experiencia humana y espiritual:
- Pero me basta un cuadrado de sosiego, con poemas tan interesantes como Las mujeres aspiran la casa hacia dentro de los pulmones u Hombres que son como proyectos de casas.
- Para encontrar el golpe en el sueño, que incluye imágenes oníricas y diálogos con personajes femeninos inmersos en la naturaleza.
- Si vas por el centro de ti mismo, con poemas que evocan personajes y paisajes bíblicos, siempre desde una perspectiva íntima.
- Una especie de ángel herido en la raíz, donde Faria diserta sobre el lenguaje poético como herramienta de búsqueda y ascensión espiritual.
- Para el instrumento difícil del silencio, que aborda la presencia de lo espiritual en la existencia para enfrentar los sinsabores de la existencia.
En total, casi 150 páginas de buena poesía.
El lenguaje de Faria combina una dicción sencilla y directa con imágenes cargadas de simbolismo, de metáforas poderosas. Su poesía está impregnada de un ritmo particular, monacal, de música gregoriana, logrando un equilibrio entre la contemplación y la expresión emocional. Las metáforas, a menudo sorprendentes, iluminan los pequeños detalles de la vida cotidiana con un sentido de lo sagrado.
En español, el libro ha sido traducido por el poeta Luis María Marina, quien ha logrado preservar la musicalidad y la profundidad del original portugués.
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