Tu postre favorito era un músico. Yo no había escuchado nunca antes que existiera un postre que se llamara así y tú me decías que era un ignorante, que cómo no podía conocerlo. Era hermoso compartirlo contigo mientras charlábamos. El vino dulce con el barquillo cilíndrico, las nueces, los piñones y las pasas. No había discusión con los frutos secos pero por el barquillo competíamos a ver quién lo pillaba primero entre risas. Era un milagro que cosita tan pequeña diera para sobremesas tan largas. Luego, tus besos sabían dulzones y amantes.
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