A veces, en la noche
de súbito, me creo
que nunca te has marchado,
que no te irás jamás.
Y busco al otro lado
tus besos, tu deseo,
tu vientre y tu cabello.
Tu nombre deletreo,
y anhelo que la vida
retorne muy atrás.
Mas pronto la congoja
me oprime, abrumadora.
Has muerto, mi adorada.
No volverás ya más.
de súbito, me creo
que nunca te has marchado,
que no te irás jamás.
Y busco al otro lado
tus besos, tu deseo,
tu vientre y tu cabello.
Tu nombre deletreo,
y anhelo que la vida
retorne muy atrás.
Mas pronto la congoja
me oprime, abrumadora.
Has muerto, mi adorada.
No volverás ya más.
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