La galerna de tu ausencia me arrastra,
me asusta, estremece mis sentidos,
agita el mastelero de mis convicciones.
¿no hay Dios, verdad?
Duele el cosmos vacuo, más vacuo y fútil desde que no estás tú.
Abrasa la ausencia de tu tacto, del aroma a canela de tu pelo.
¿Por qué aún los días amanecen?
Permaneceré dormido, Selene de mi alma, hasta que me visites.
¿Dónde has ido, tierna amada?
que bello!
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