La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina (Destino, 2009) de Stieg Larsson es la segunda parte de la trilogía Millenium que se inició con Los hombres que no amaban a las mujeres (http://biblumliteraria.blogspot.com/2009/04/los-hombres-que-amaban-las-mujeres.html).
Así como la primera parte destacaba por su trama inteligente, hábil y siempre interesante, esta segunda entrega es sensiblemente inferior. En principio, este libro pretende explicar muchos de los hechos del primero. Pero, sin embargo, en el primer tomo no echábamos de menos ninguna de estas explicaciones y en este segundo las explicaciones vuelven intrascendente la bien trenzada historia del primero.
Larsson parece tener que alargar la novela para completar 700 páginas como sea. Gran parte del inicio es un simple llenar hojas con personajes y situaciones que aportan muy poco al conjunto. ¿A qué viene el huracán inicial? La denuncia de la prostitución se convierte pronto en anecdótica. Incluso un personaje como la amiga china no acaba de tener un encaje en la historia (habrá que ver si tienen continuidad en la tercera entrega) a excepción de servir para salpicar la narración con escenas subidas de tono. En Los hombres que no amaban a las mujeres, el autor manejaba con notable destreza la intriga y el interés, con pistas no triviales y originales. Aquí, sin embargo, las pistas son muy manidas, obvias. Los hechos más importantes se nos cuentan varias veces dado que son varios los personajes que los relatan desde distintos puntos de vista. Y, sobre todo, esta segunda novela deja de lado el rigor y la verosimilitud de la primera para caer en un mar de portentos y personajes de telenovela: un mazinger malo, malo, tonto, tonto, insensible al dolor; una historieta de espías de la guerra fría; una Salander – que eclipsa ya totalmente al periodista Blomkvist- que pasa de ser una chica inteligente y asocial a ser una especie de superwoman invencible que incluso se salva tras ser enterrada viva; la crítica social deja paso a un enredo biográfico y de teleserie de Salander. Esta deja de ser un personaje entrañable, que despierta simpatía y admiración, para convertirse en una heroína sobrehumana e increíble.
Larsson tiene que llenar las 700 páginas y para ello echa mano con asiduidad de escenas sexuales que llaman al morbo del lector. En un momento de la novela, el autor critica a la prensa con la frase La combinación de una presunta asesina múltiple lesbiana con las sugerentes prácticas de sexo BDSM constituía, al parecer, un cóctel infalible para aumentar la tirada. Pues eso es exactamente lo que Larsson hace. Amén de algún comentario arrogante (la policía griega tortura, la sueca no).
A pesar de todo, es un libro que entretiene. La primera novela entretenía y hacía pensar. Esta sólo entretiene y, sobre todo en la segunda parte, lo hace muy correctamente.
Por cierto, ¿ya hay alguien de comportamiento convencional en Suecia?
A mi me ha gustado mucho. Mejor que el primero.Saludos
ResponderEliminarAntonio
A mí también me gustó mucho. Cuando terminé la primera parte, ansiaba saber por qué era Salander un ser tan solitario, tan huraño.
ResponderEliminarPese a que en la otra entrada anotaste que es un personaje inverosímil, para mí fue ella quien me decidió a continuar leyendo la trilogía.