Le gustaba poner aquel vinilo – porque nunca había querido traicionarlo y comprar una versión moderna en CD- a pesar de que su sonido no era el más pulcro, siempre con ese zumbido sordo, cómo de alas de mosca frotando , que la aguja producía al rozar con el plástico. Se sentaba en el balcón cuando ya quedaba poca luz y en el cielo cohabitaban hilos rosas de nubes y los luceros de Sirio y Venus. Con la mirada perdida en ningún sitio. Con el recuerdo fijo en ella. Sinceramente, creía que era el aria más bella jamás escrita. Una ópera llena de amor, Nina. Escrita por un músico casi olvidado, Giovanni Paisiello. Miró su foto y las palabras que la soprano cantaba se repitieron decenas de veces en el eco de su añoranza.
Il mio ben quando verrà
A veder la mesta amica?
Di bei fior s'ammanterà
La spiaggia aprica.
Ma nol vedo, e il mio ben,
Ahimè! Non vien?
Ahimè! Non vien?
Sí, cuando ella llegara para salvarlo, las flores volverían a alumbrar los tallos y el sol brillaría inmenso. Pero estaba lejos, lejos, lejos. Non vien? Quando verrà il mio ben?. Supo que la amaba con toda su alma y continuó esperando.
ah! esta es una aria preciosa!Saludos, Juan.
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