Una forma- no nueva, pero sí un tanto diferente- de literatura digital es la basada en mapas de hipertextos.
Para explicar este tipo de obras imaginemos primero un mapa del mundo en que todos los países estuvieran desordenados. España en el lugar de Australia, Francia en el de Argentina, Marruecos en el polo, Japón sobre la India, China haciendo frontera con Texas. Un viajero que dispusiera de tal mapa tendría serias dificultades para encontrar su destino. Si ese navegante quisiera hallar la ruta más sensata para marchar de Madrid a Moscú y encontrara que, entre medio, debiera pasar por Caracas, Toronto y Nairobi, probablemente no encontraría jamás el camino o bien tardaría años en recorrerlo. En vez poder trazar en el mapa un recorrido lógico (Madrid-Paris-Frankfurt-Varsovia-Minsk- Moscú, por ejemplo) se encontraría con que, al estar desordenado, la línea que él dibujaría sería Madrid-Caracas-Toronto-Nairobi-Moscú. Iría presto al aeropuerto y pediría un billete para Caracas. Cuando aterrizase no estaría más cerca del objetivo (como cabría suponer) sino mucho más lejos.
Supongamos, ahora, un hipertexto en el que sus diversas partes (capítulos, parágrafos, frases) están interconectadas entre sí (como si de ciudades unidas por autovías se tratara), por enlaces. Pero que estos enlaces están enmarañados o mezclados a la manera del mapa de países cambiados de lugar. Un lector empezaría a tentar enlaces según los fuera encontrando pero, al estar la estructura del libro totalmente descompuesta, se iría perdiendo dentro de la historia, incluso desorientándose.
Un mapa de hipertextos es, precisamente, eso. Las hojas, los fragmentos de texto están situados en la obra de forma desordenada a propósito. O bien, por el contrario, presentan una estructura lineal y nítida que es falsa, que constituye una trampa, que esconde una historia real que no debe seguir ese camino aparente tan lineal. Un lector poco curioso o poco avispado podría leer los capítulos en orden sin entender nada porque, antes, no ha reordenado la historia y los enlaces.
La forma práctica de realizar un mapa de hipertextos es gráfica.
Las hojas, los párrafos pueden mostrarse en forma gráfica, incluso escondiendo los enlaces bajo esos dibujos. El usuario debe mover con el ratón cada uno de los textos para colocarlos en las posiciones correctas donde pueda verse la estructura de enlaces. Sólo entonces podrá leer la obra de manera razonable y podrá seguir un camino lógico que haga atractiva la historia y que la convierta en algo comprensible y emocionante. Estas obras, así planteadas, añaden al placer de la lectura el interés por el descubrimiento, el enigma de hallar la idea del autor que había quedado oculta en un inicio. Evidentemente, y como siempre, si luego la historia es aburrida o está mal redactada, la obra fracasará. Pero si la obra es interesante y emociona, el concepto de mapa de hipertextos la enriquece de forma muy interesante.
Un clásico trabajo de este tipo es Cyborg, de Diane Greco (que puede adquirirse aquí). Se trata de una ensayo (en diskette de 3.5”) que trata sobre la combinación del cuerpo humano con elementos tecnológicos que harían del hombre un ser más poderoso, un cyborg . Es ya bastante antiguo y está escrito en StorySpace con las ventajas y limitaciones de este software. Probablemente, hoy en día podría rescribirse con una parafernalia multimedia e interactiva mucho más espléndida, llenando un DVD de efectos especiales. Pero, conceptualmente, nos sirve muy bien como ejemplo.
El libro se inicia con un índice que, a priori, pudiera parecer el camino a seguir en la lectura. Este índice puede visualizarse gráficamente tal como se ve en la figura. Las secciones de este índice (los países del mapa), son:
— Introduction
— Your Body is Meat
— Machine Dreams
— Mind, Body, Anti-Body
— Cyborg Visions
— Communication & Control
— Writing the Cyborg— What Do Cyborgs Know?
Y pueden apreciarse una serie de enlaces gráficos entre los capítulos. Esto puede considerarse un "mapa de hipertextos".
Pero ¿es este el índice real, es el mapa real que representa el mundo del ensayo? Pues no. Si el lector se preocupa de reordenar los elementos que constituyen el ensayo aparece una red mucho más rica de enlaces a seguir. Este entramado literario estaba escondido y no hubiera sido encontrado si el usuario no hubiera dedicado tiempo a componer el esquema que estaba desordenado. Ahora, el mapa de hipertextos ha cambiado.
De hecho, Greco presenta el índice inicial – tan pulcro y evidente- con el único propósito de desorientar. Pobre del lector que tome ese mapa sin más, sin preocuparse de buscar la arquitectura interior del ensayo. Uno debe reordenar el ciberespacio antes de penetrar en él. Combinando la narración y la tecnología, Greco logra crear un cyborgtext, un híbrido entre texto y digitalidad.
En una novela, por ejemplo, este método de mostrar la obra obliga al lector a reconstruir primeramente la idea del autor, a descubrir el orden correcto del mapa, del rompecabezas, para que los enlaces tengan sentido, para hallar –en palabras de C. Dena- “how the drama should rise”, cómo el drama debe ir en crescendo. La técnica puede repetirse recursivamente, además, dentro de cada capítulo. No hay que creer, sin embargo, que tras reordenar el caos debe forzosamente existir una única línea a seguir. Puede haber varias, puede empezarse por diversos puntos de la narración pero siempre en secuencias que hagan la obra “appealing”.
la cuestión es si no estariamos cambiando literatura por un juego, por un cubo de rubick en lo que menos importa son las palabras
ResponderEliminarSaludos
María