En un antiguo post de Biblumliteraria, se trataba sobre la imposibilidad de que el teorema de los monos infinitos pueda convertirse en realidad. Resumidamente, este teorema señala que si juntamos un número suficiente de monos (infinitos) durante un tiempo suficiente acabarían por escribir por puro azar las obras completas de Shakespeare. O bien un único mono tecleando durante un tiempo infinito llegaría a un resultado similar. Como se ve en el post antes citado, es casi imposible matemáticamente que esto suceda porque se necesitaría más tiempo que el que ha existido hasta ahora en el universo.
Sin embargo, hay un experimento en marcha propuesto por Jesse Anderson que busca precisamente reproducir las obras del escritor inglés en un mundo virtual de monos virtuales. Dado que los chimpancés reales son demasiado lentos y poco dados a la literatura (en el año 2003 se realizó, por cierto, un experimento patrocinado por la Arts Council for England con la “colaboración” de seis monos auténticos que, en un mes, consiguieron llenar cinco páginas con letras sueltas, particularmente eses seguidas una tras otra- se ve que el símbolo de la ese les atrae-. El experimento fue cancelado después que los animales rompieran varios ordenadores y usaran el resto como retretes), Anderson ha programado millones de simios virtuales computerizados muy rápidos que van generando secuencias de texto de nueve caracteres al azar hasta dar con combinaciones propias de los dramas de Shakespeare. Si la secuencia generada está dentro de alguno de los textos (comparándola con las obras de Shakespeare archivadas en el proyecto Gutenberg) se da por localizada y no se busca más. Hasta el momento, los programas han generado seis billones de combinaciones. El éxito de este experimento está siendo notable ya que el algoritmo ha “encontrado”, en poco más de un mes, casi todas las obras del bardo completas. El avance de obra puede verse aquí.
¿Ha encontrado Anderson un atajo que burla la estadística matemática? Evidentemente no. El algoritmo no es puramente aleatorio como el teorema propugnaba sino que existen reglas que acortan mucho los cálculos y, sobre todo, se sabe el resultado de antemano. Cada vez que se genera una secuencia determinada esta es verificada sobre las obras de Shakespeare y de encontrarse se salva, continuándose a partir de la misma. De este modo, miles de millones de potenciales combinaciones erróneas son eliminadas y no comprobadas ni intentadas. Un mono real, en una prueba al azar real, debería continuar escribiendo con la esperanza de que todo el libro saliera igual al original, dándose cuenta de que no ha sido así al final del proceso. No tendría atajos.
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