Un reciente informe de la consultora PwC estudia la potencial evolución del libro digital (digitalizado) hasta el 2015. Como el propio informe señala, las expectativas anteriores que se han venido avanzando desde el 2007 no se han ido cumpliendo y la realidad es enormemente peor que cualquier previsión anterior. Con la excepción de los Estados Unidos en donde el e-book ha conseguido ya llegar al 10% de las ventas totales de libros (cifra esta, también muy inferior a la que los estudios de años anteriores preveían) en el resto de países las cifras rondan el 1-3%. Para el año 2015 el nuevo informe de PwC prevé una media del 10% (unos doce mil millones de dólares un total de ciento diez mil millones previstos en tal año) aunque en los Estados Unidos puede llegar al 22% mientras que en Holanda no se alcanzará el 5% y en Alemania rondará el 6%. El informe señala que está resultando complicado hacer dinero con los libros electrónicos y que la evolución de ventas dependerá de la evolución de la tecnología (el estudio da una interesante tabla de los aspectos técnicos que son relevantes a los usuarios) y del precio de los e-books. Al respecto, es importante citar que la gran mayoría de potenciales compradores (82%) no está dispuesto a pagar más de un 60% del coste de un libro en papel y una gran proporción no está dispuesta a pagar ni siquiera el 20% del coste del libro en papel. Estos datos- se quiera o no- indican el valor subjetivo que los lectores dan a un fichero electrónico en comparación con un libro en papel.
Probablemente este año, con la nueva campaña de navidad, volveremos a escuchar que el libro electrónico va a explotar en ventas pero no parece que la realidad lo refrende. Aún recuerdo una apuesta virtual que tengo con un amable lector del blog que, en el 2008, vaticinaba que en el 2018 el 95% de los libros serían electrónicos. No parece que eso vaya a ser así. Excepto que haya un cambio técnico notable (ebooks en color rápidos, electroforéticos o no pero legibles a pleno sol, de alta capacidad, estandarización de formatos, precios de los lectores del orden de 40-50 euros, mayor memoria, flexibles, no frágiles, sin restricciones antinaturales de préstamo y copia, etc.) va para largo. Y eso para la literatura digitalizada, que de la digital se sigue sin esperarla. Probablemente, es el momento de dejar de teorizar y ponerse a mejorar lo necesario en hardware, software, modelo de negocio y creatividad artística de forma bastante radical.
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