Día de difuntos. Demasiado tiempo sin tus ojos, sin tus labios, sin tu presencia. Duele pensar que no te veré nunca más. Duele mucho. Mucho. Mucho. Mucho.
¿Y nunca, nunca más, ni en noches llenas
de temblor de astros, ni en las
alboradas
vírgenes, ni en las tardes inmoladas?
¿Al margen de ningún
sendero pálido,
que ciñe el campo, al margen de ninguna
fontana trémula,
blanca de luna?
¿Bajo las trenzaduras de la selva,
donde llamándola me
ha anochecido,
ni en la gruta que vuelve mi alarido?
¡Oh, no!
¡Volverla a ver, no importa dónde,
en remansos de cielo o en vórtice
hervidor,
bajo unas lunas plácidas o en un cárdeno horror!
¡Y ser con
ella todas las primaveras
y los inviernos, en un angustiado
nudo, en torno a
su cuello ensangrentado!
Gabriela Mistral (adaptado)
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