La traición de Roma (Ediciones B, 2009)
de Santiago Posteguillo es la tercera entrega de la trilogía formada por esta
novela y las otras dos Africanus, el hijo del cónsul y Las legiones malditas. En esta entrega, se narra lo ocurrido desde la batalla de
Zama hasta la muerte de Escipión, desterrado, y el suicidio de Anibal,
exiliado.
Otro trabajo de muchas páginas, con las mismas virtudes y
defectos que las anteriores.
Personajes buenos muy buenos, malos muy malos (en especial
ese Catón que es retratado como un malévolo intrigante aficionado a causar el
mal aunque la historia le reconozca valores políticos y literarios que no aparecen
en este relato) y descripciones vívidas de las batallas que Roma, Antíoco
III y Anibal, entre otros, entablan entre ellos. También, igualmente a los dos
libros anteriores, los conflictos están narrados manteniendo el interés,
detallando las estrategias y sumergiendo al lector en las maniobras de los
generales, en algunos casos exagerando para obtener efectos dramáticos (como en
el uso y efectividad de los catafractos). Igual que en las otras dos novelas,
las batallas son épicas, con héroes por todos los lados y, aunque se describe
la brutalidad y la sangre de toda guerra, esta no aflige, es una especie de
condimento necesario a la descripción de la contienda, no afecta al sufrimiento
personal, solitario, psicológico del soldado de a pie que, aquí, siempre parece
o un héroe o un peón con el que jugar en el tablero táctico de la batalla.
La traición de Roma ahonda esta vez mucho más en
las intrigas políticas de Roma y los imperios que la rodean y acierta en ir
progresivamente mostrando el final vital de Escipión y Anibal, en una apropiada
transición suave desde la gloria a la muerte, como la misma vida.
Una novela más novela que historia pero que, como las
anteriores, sabe interesar y buscar el siguiente capítulo, algo muy loable
cuando esta historia en particular es más que conocida.
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