22/2/23

La inteligencia artificial copia, no crea.

 



Durante los últimos meses, las redes y los periódicos se han llenado de noticias sobre los sistemas de escritura basados en inteligencia artificial, más concretamente en redes neuronales más o menos complejas.

El éxito, bien alimentado por el marketing, de ChatGPT o el buscador Bing, o el futuro Bard, han sobrepasado todo lo esperado aunque, una vez transcurridos los primeros momentos, el interés va decayendo.

Lo interesante del caso en este momento es que los grandes medios de difusión de noticias han comenzado a protestar ya que estos sistemas de IA son "entrenados" utilizando ingentes cantidades de documentos y noticias escritas anteriormente, las cuales han sido creadas por periodistas humanos y empresas humanas. Sin embargo, cuando OpenAI o Google han entrenado a sus redes neuronales (básicamente se trata en presentar como entrada una pregunta y ver qué ofrece la red neuronal a la salida. La primera vez es un desastre pero repitiendo la operación millones de veces, la red neuronal va "aprendiendo" cuáles son las respuestas correctas eligiendo de entre un corpus enorme de información en Internet. Es decir, estos sistemas en el fondo, detectan patrones y realizan una combinatoria gigantesca hasta dar con las opciones correctas que son validadas por seres humanos expertos, antes de dejar que el programa sea usado por otros.) sin pedir permiso alguno ni pagar licencia alguna a los que realmente habían creado esa información. Por así decirlo es como si nos entrenáramos para hacer una tarea pero sin pagar al entrenador o sin pagar los libros en los que me baso para entrenarme.

Ahora, medios como la CNN, la News Corp.’s Dow Jones o el Wall Street Journal comienzan a reclamar sus derechos económicos entendiendo que, en realidad, son sus periodistas los que están haciendo, o al menos colaborando de manera necesaria y vital, en el entrenamiento del sistema. Es más, al parecer, en algunos casos, las IA dan respuestas basadas en informaciones de pago de esos diarios. Informaciones por las que un lector humano debe pagar pero que los entrenadores de las redes neuronales han tomado simplemente de sus bases de datos.

Estos intereses comerciales se dirimirán de manera amistosa o judicial, tanto da. Pero, lo importante aquí es tener claro que, por muchos mensajes comerciales que se lancen, las redes neuronales no crean sino que "imitan" y sin creaciones previas humanas poco podrían hacer. Es un juego de patrones, en realidad. Un juego de enorme tamaño sólo manejable por un ordenador, pero un juego de patrones al cabo. Si yo pudiera memorizar todas las grandes novelas de la historia, probablemente podría escribir algo digno pero no sería más que un copia-pega.

Las redes neuronales destinadas a asuntos técnicos pueden, sin duda, determinar nuevos conocimientos porque las leyes físicas se van a cumplir siempre (aunque es más dudoso si podrían, con el estado de la técnica actual, cambiar el paradigma, pasar de Newton a Einstein) e igualmente, en el campo del lenguaje, pueden crear frases correctas porque las reglas sintácticas pueden imitarse, tal como de hecho, lo hacemos de niños los seres humanos. 

Pero, por el momento, "crear" algo nuevo, algo que tenga valor literario, es más complejo. Mala literatura, seguro que se puede hacer. No es nada nuevo. Hay muchos ejemplos. Basta mezclar e imitar párrafos de un lado y otro. Pero crear una historia novedosa que realmente perdure, que nos emocione, es otra cosa.

Eso sí, es cuestión de tiempo. Se logrará. ¿300 años más, quizá? 

El problema es que no conocemos cómo surge la creatividad en el cerebro.


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