Es irónico que tu ausencia definitiva sea la que hace
indestructible lo que te amo. Nada puede romperse, ningún sentimiento puede
diluirse porque todos- y eran maravillosos- quedaron congelados con tu partida.
No podemos reñir ni enfadarnos, no podemos defraudarnos, no podemos dejar de
querernos porque estamos detenidos en el instante del mundo en que tú me decías
que yo era el amor de tu vida y yo refrendaba que tú lo eras de la mía. Nada
nos puede ocurrir peor. No existen pruebas en nuestro futuro que puedan
doblegar lo que nos queremos porque las más duras ya las hemos superado y con
sobresaliente. No hay relojes que muevan sus manecillas, no hay estaciones, no
existen dudas ni avatares, no vamos a cambiar de idea, no puede haber mejores
días que aquellos, los que ahora recordamos por ser los últimos. Tú no me puedes fallar nunca.
No estás y,
sin embargo, tu ausencia es la garantía eterna e inamovible de que siempre
estaré contigo.
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