La muerte es ruin porque trunca la vida, porque impide los
sueños, porque juega sucio y desbarata
las aspiraciones. Es maligna porque no es elegible y no es evitable, porque
llega sin avisar o acude con humillación y penar. No es cierto que sea parte de
la vida, que haya que aceptarla, que nos hace conocer lo importante del mundo y
da sentido al ciclo de la existencia. La muerte no abre la puerta de otra vida
mejor, sólo cierra caminos, asesina esperanzas e impide el que aprendamos. La
muerte es agria y sucia, nociva, no construye, está hecha de dolor, de barro, de sudor
pegajoso, de inutilidad. La muerte es inútil y cruel. La muerte merece ser
odiada.
Podría encontrar millones de razones para odiar la muerte pero, en
realidad, sólo importa una: que te eligió a ti de manera tan injusta.
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