25/3/08

Te comunicas conmigo






Ni un solo día he dejado de recordarte. Y, no, no es que me esfuerce en ello ni tenga voluntad de hacerlo para demostrar lo que no tengo que demostrar. Simplemente, ocurre. Vienes a mi mente, varias veces al día, por pequeñas cosas cotidianas.  Llegas y endulzas mi alma. Te siento dentro y me da por hablarte, por reír contigo sin que se muevan mis labios, por preguntarte cosas, por pedirte ayuda, por rogarte que vuelvas enseguida. Es increíble cómo estás presente en la vida, en el mundo, en el aroma de los campos, en la lluvia o en la tierra húmeda. Soy escéptico sobre la vida del más allá y no creo nada en videntes y charlatanes. Mi mente se rige por ecuaciones, mi profesión por cálculos, mi raciocinio por algoritmos. Pero, cuando pienso en lo que nos ocurre, siento que nunca te has marchado ni que nunca lo harás y que existe un cosmos que ni concibo. Quizá haya una energía, un canal que no conocemos, otra dimensión con sus propias constantes fundamentales y ecuaciones fantásticas. Como nuestros tatarabuelos se sorprendían de que existiera la invisible electricidad, o se mofaban de las ondas electromagnéticas que llenan el aire, o consideraban fábulas alocadas los efectos cuánticos, así me sorprendo yo de cómo te comunicas cada día conmigo. 

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