31/1/10

Nuevas tecnologías para libros electrónicos


El despegue en estos dos últimos años del libro electrónico, desde un punto de vista técnico, se ha basado en la tecnología de la
tinta electrónica, también llamada en ocasiones papel electrónico (estrictamente, visualización por cataforesis). Ha sido evidente el esfuerzo publicitario que las compañías que fabrican los lectores han realizado en los últimos meses promoviendo la idea de que la tinta electrónica era la panacea que permitía una lectura cómoda y casi perfecta, encubriendo o minorando las deficiencias que tal técnica tiene.

Sin embargo, es muy probable que los fabricantes de la e-ink hayan estado dormidos, sin progresar en I+D, creyendo que tenían el mercado asegurado y sin apercibirse de que los consumidores buscaban prestaciones mejores. Pero la realidad es siempre tozuda y un conjunto de nuevas tecnologías van a superar al papel electrónico casi cuando aún no ha nacido. No es ya que la tradicional
LCD no se deje arrebatar terreno o que haya un mercado supravalorado, sino que aparecen conceptos nuevos más avanzados. Especialmente, los siguientes:

- Mirasol
- Liquavista (Electrowetting)
- Pixel- Qi (pronúnciese Chi ya que es una palabra inspirada en el idioma chino)

Y en menor medida:

- DLP
- OLED
- E-plastic

Poca gracia va a hacerles a los compradores de libros electrónicos basados en e-ink (y con precios elevados) cuando se les queden obsoletos por las nuevas técnicas. La
e-ink sobrevivirá pero a un precio muuuuuuuuuuucho menor y los precios habrán de bajar en un breve plazo de tiempo. Esto, sin duda, enojará a los actuales compradores de e-books que verán que sus aparatos, pagados a precio de oro, son casi regalados en un breve plazo. Probablemente, la e-ink quedará relegada al nicho de lectura de textos largos (¿novelas?) sin interactividad, excepto que surjan novedades tecnológicas importantes que ahora no se prevén.


El porqué de estas nuevas tecnologías

La tinta electrónica tiene, sin duda, importantes prestaciones. Se basa en
microesferas rellenas de partículas coloreadas que bloquean o no la luz. Una vez posicionadas estas esferas, quedan quietas permanentemente hasta que una señal eléctrica las modifique.




Por un lado, al no tener que emitir luz sino sólo reflejar la que le llega del ambiente, su consumo es muy bajo y esto permite que los dispositivos que la usan no necesiten recargar durante relativamente largos periodos. Por ejemplo, se ha estimado que un lector de libros digitalizados con pantalla de tinta electrónica puede requerir cargar la batería cada 3-4 libros leídos, siempre en función del uso que se haga ya que si bien no precisa energía para mantener el texto en pantalla sí la precisa cada vez que se pasa página (o se hace un scroll si el soft lo permite) Un lector inquieto que salte a menudo entre páginas consumirá mucho más que aquel que se limite a leer de seguido y lentamente.

También, la tinta electrónica tiene una ventaja importante respecto a las pantallas tradicionales. No cansa la vista ya que no tiene refresco porque es una imagen estática. En las pantallas de ordenador convencionales, por el contrario, la imagen cambia de 30 a 60 veces por segundo. No lo percibimos, pero nos fatiga.

Asimismo, la tinta electrónica permite leer bajo condiciones de fuerte iluminación. Mientras que en una pantalla tradicional la luz es emitida y se pierde, se diluye, en medio de un medio ambiente mucho más luminoso (y, por tanto, casi no es posible leerla a pleno sol), el papel electrónico refleja la que le llega al modo como lo hace el papel de toda la vida, siendo su legibilidad mucho mayor.

¿Por qué, entonces, la tinta electrónica está encontrando dificultades a la hora de generalizarse y las nuevas técnicas pueden dejarla fuera de juego a muy corto plazo?

Principalmente por tres motivos:

- No permite el color, al menos en sus versiones actuales.
- Es muy lenta. Los cambios son “electromecánicos” y pasar una página requiere hasta incluso 2 segundos, lo que a la mayoría de los lectores les parece insufrible. Por otro lado, esta limitación supone que no pueden visualizarse, por ejemplo, vídeos.
- La definición es escasa comparando con las pantallas habituales. Dado que el papel electrónico está compuesto de minúsculas esferas cataforésicas, su tamaño no puede reducirse tanto como los pixeles de semiconductor.
Buscando soluciones a estas carencias y nuevas prestaciones, están proponiéndose nuevas tecnologías.
Analicémoslas.

Mirasol




Desarrollada por Qualcomm y LG, aún no está en el mercado pero parece ser que lo estará en el 2010. Esta técnica permite presentar páginas en color que es una de las deficiencias importantes del e-paper convencional con un consumo muy bajo. Su resolución es XGA de 1,024 x 768 con 220 ppp, un poco mejor que la ofrecida por la e-Ink y tiene un consumo de batería similar. Puede leerse, incluso, cuando en la pantalla incide directamente la luz del sol.

Esta tecnología se inspira en cómo se forman los colores en los cuerpos de varios animales. Las alas de una mariposa, por ejemplo, no consumen electricidad ni tienen circuitos electrónicos. ¿Cómo producen entonces esos maravillosos colores que se ven sin esfuerzo a simple vista? La respuesta es que lo hacen reflejando la luz que les llega (blanca) pero modificando su longitud de onda “dentro de su piel” y reflejando esta nueva onda. Al cambiar la longitud de onda, la luz que llega a nuestros ojos es de otro color y será tanto más brillante cuanto más luz entrante haya, con lo que puede verse a plena luz del sol.




Bajo este concepto, un monitor Mirasol se basa en modificar la longitud de onda de la luz entrante mediante moduladores interferométricos (IMOD). Se trata de cavidades resonantes similares al interferómetro de Fabry-Perot. Las pantallas Mirasol utilizan una membrana reflectora que es deformable eléctricamente (por atracción electrostática) y una lámina fina superior transparente separadas ambas alrededor de 500 nanómetros. Cuando la luz incide sobre este sándwich se refleja tanto en la membrana como en la lámina pero, dado que hay una pequeña distancia entre ellas, ambas reflexiones son ligeramente diferentes y se produce interferencia – constructiva o destructiva- dependiendo de la distancia entre ambas capas. La membrana puede controlarse con tensiones de sólo 5 voltios y la tensión necesaria para mantener la membrana en una posición es casi despreciable.






Como se ve en la figura, las ondas que llegan interfieren con las reflejadas y, según sea esa interferencia, la onda resultante es una u otra.





De este modo, la luz reflejada saliente – la que vemos- tiene otro color. Es más, una vez modificada eléctricamente la distancia entre las placas se quedan en esa posición. No hace falta casi más energía para mantenerlas con lo que el consumo es muy bajo ya que sólo se usa significativamente la batería cuando se cambia esa distancia. Estos moduladores interferométricos son muy diminutos, del orden de 10 a 100 micras y se pueden situar por millones en matrices de filas y columnas, al modo de los píxeles tradicionales con lo que la resolución puede ser alta.

La velocidad de activación es rapidísima, de unos 10 microsegundos lo que permite visualizar vídeo de calidad.

Se rumorea que Kindle incorporará esta tecnología cuando esté completamente disponible.


Liquavista



Este tecnología se basa en el fenómeno de humectación electrostática ( electrowetting ). y es algo que todos hemos experimentado aunque no hayamos sido conscientes de ello.

Si dejamos caer una gota de agua sobre una superficie de cristal, esta gota se expande bastante, “humectando” el material sobre el que cae. Por así decirlo, parece como si no hubiera ninguna resistencia a que el agua se expanda en una capa amplia y muy fina.

Por el contrario, si la dejamos caer sobre una superficie grasienta (o una sartén recubierta de teflón) esa gota no se expande. Decimos que no humedece el material o sólo lo hace de forma muy escasa. Por así decirlo, en este caso parece como si hubiese una resistencia a que la gota se expanda. Más técnicamente hay un equilibro entre la tensión superficial del material y el rozamiento de las moléculas del líquido con el material de la base.





Pues bien, esa humectación puede ser controlada eléctricamente. Si el material del sustrato está muy polarizado, el líquido se expande y existe una humectación amplia. Si, por el contrario, está poco polarizado la humectación es reducida. Mediante un campo eléctrico exterior -que puede ser regulado muchas veces por microsegundo- es posible controlar, entonces, el comportamiento humectante de un fluido. Es una técnica que ya se usa en numerosos aparatos, desde impresoras a equipos médicos, e incluso en óptica ya que las gotas más o menos circulares pueden actuar como lentes.

¿Cómo podemos aplicar este fenómeno físico al libro electrónico?



Expliquemos la figura superior. En la base, un sustrato que refleja la luz que le llega. Por encima hay un electrodo transparente que pemite aplicar tensión. Más arriba un aislante, también transparente. Encima, una capita de fluido líquido oscuro, luego agua y finalmente el cierre superior. Todo ello en un sándwich de no más de 200 micras de espesor. Al aplicar una tensión eléctrica al electrodo, aparece el fenómeno de humectación en el líquido. Si no hay tensión la humectación es amplia y el líquido se expande por debajo del agua con lo que, al ser oscuro, no deja que la luz se refleje y lo vemos todo negro. Por el contrario, al aplicar una tensión eléctrica, el líquido se “condensa” más o menos dejando pasar más o menos de la luz reflejada por la capa base.





Es decir, hemos conseguido una e-ink en toda regla. Donde no se deje pasar la luz habrá un punto negro; donde sí se deje pasar habrá un punto blanco. Esos elementos humectantes pueden ser muy reducidos (de unas 160 micras) y alinease en filas y columnas como píxeles. La tensión de operación ha conseguido reducirse a unos 15V lo que aún resulta un caballo de batalla importante para reducir el consumo. El cambio del estado de humectación, con la tecnología actual, es de unos 40 milisegundos lo que permite refrescos rápidos para visualizar vídeos a 25 imágenes por segundo.

El color puede obtenerse agrupando ternas de elementos con los líquidos coloreados de azul, verde y rojo cuyas combinaciones producirán todos los colores posibles. Pero en este caso, con color la resolución es 3 veces menor que en modo monocromático porque al juntar tres elementos el “pixel”, el “punto”, es tres veces mayor que el unitario. Por eso, se están desarrollando alternativas que consisten en superponer tres capas electrohumectantes con líquidos coloreados en cian, magenta y amarillo (los colores complementarios al rojo, verde y azul). La luz reflejada pasa a través de las tres capas y forma el color resultante. La resolución es igual al del display monocromático pero la intensidad se reduce por las pérdidas ocasionadas en cada capa.

El sistema de humectación electrostática consume poca energía aunque no es un puro biestable. Hay que mantener la tensión del electrodo para que las microgotas tengan la humectación deseada.



Pixel Qi

Tecnología cuya idea primigenia se debe al proyecto One Laptop per Child, de Negroponte y Mary Lou Jepsen (que fracasó hace unos años) y cuyos últimos avances se han presentado en la reciente feria de Las Vegas. Aún no está comercializada aunque se espera que lo sea a lo largo del 2010. No se trata de tinta electrónica sino de una pantalla LCD mejorada de doble modo de operación. Por un lado, puede ser usada como un monitor LCD convencional de emisión de luz cuando se trata de mostrar colores o vídeos (con todas las ventajas y desventajas de un monitor convencional). Por otro, entra en un estado estable no emisor que apenas consume energía cuando se trata de mostrar un texto en blanco y negro, muy apropiado para libros electrónicos.

Técnicamente, sigue siendo una
pantalla LCD. Simplificando mucho, las pantallas LCDs se fundamentan en moléculas orgánicas de cristal líquido que rotan al ser activadas por una corriente eléctrica y, por tanto, dejan pasar la luz emitida en el fondo, la transmiten en parte o no la dejan pasar.






Jugando con ternas de rojo/verde/azul y diferentes rotaciones-polarizaciones, se obtienen todos los colores y luminosidades de las pantallas de ordenador actuales.
Pixel Qi usa LCDs avanzandas que son biestables y que no están obligadas a funcionar siempre controlando la luz emitida desde el fondo (y, por tanto, consumiendo electricidad) como en el LCD convencional sino que tienen un modo reflectivo estable que consume muy poco, del orden de diez veces menos que una pantalla normal (pero aún por encima del papel electrónico cataforésico). En este modo, no hay iluminación posterior y se permite que la rotación de las moléculas se “congele” en una posición concreta sin necesidad de continuar alimentándolas. La luz que vemos es entonces la que llega del ambiente y se refleja en el fondo, no una luz especialmente emitida para la ocasión.

Este modo reflexivo es el que puede leerse en condiciones difíciles de iluminación y presenta una resolución bastante mejorada (en la imagen siguiente puede verse a la izquierda una pantalla Pixel Qi con bastante mejor legibilidad que la del e-ink convencional a la derecha).




Mi opinión es que será la primera técnica que saldrá al mercado industrialmente pero tampoco será una tecnología con largo recorrido para libros electrónicos ya que la técnica OLED puede superarla. Pero podrá tener un nicho en pantallas de ordenadores.



OLED





OLED (Organic Light-Emitting Diode ) es un desarrollo de la tecnología LCD antes señalada pero, en este caso, cada molécula de cristal líquido emite su propia luz en vez de bloquear o no la que emite un sustrato inferior.

Al hacerlo así no es necesario emitir en toda la superficie y bloquear la luz aquí y allá desperdiciándose aquella que se bloquea. Por el contrario, se activan sólo las zonas que deben hacerlo y en la cantidad necesaria. El consumo disminuye de manera importante y las baterías duran más tiempo. Por otro lado, el que cada elemento emita su propia luz y no debe tener el sustrato emisor inferior tiene varias ventajas como que estas pantallas son más delgadas y flexibles, presenten un rango de contrastes y brillos más dinámico y permitan un mayor ángulo de visión. El problema habitual de estas pantallas es que los compuestos orgánicos se degradan con el tiempo por exposición al calor, a la luz excesiva o a la radiación ultravioleta (como, por otro lado, también ocurre con las pantallas LCD normales) y pueden perder su estructura espontáneamente








DLP








De manera parecida al electrowetting, se puede cambiar la forma en que la luz reflejada es transmitida mediante espejos minúsculos que giran ligeramente para reflejar más o menos luz. Un espejo situado perpendicular a la luz mostrará un brillante punto blanco. Uno girado 90º no reflejará la luz y el punto será negro. Girado a medio camino mostrará un gris.

Desde finales de los años 80 existe un chip microelectrónico (DLP) que empaqueta varios millones de espejos de semiconductor en un tamaño diminuto. Cada uno de ellos tiene unas dimensiones de micras y puede girar sobre un gozne al ser activado por un electrodo. Así, cada uno de ellos es un píxel que mostrará un color y que puede ser activado varios miles de veces por segundo. El consumo es muy reducido ya que son elementos diminutos y semiconductores.


E-plastic

Un desarrollo de

Plastic Logic que es un papel electrónico parecido al resto pero más delgado (unos 3 mm que con la carcasa se convierten en 7 mm) y flexible, con algunas características mejoradas de refresco y reflectividad. Desde mi punto de vista, demasiado parecido a la tinta electrónica convencional para que marque una tendencia.
El nuevo lector que Plastic Logic va a sacar al mercado este año recurre a un truco ingenioso para mejorar el tiempo de refresco y es actualizar sólo la zona que, por ejemplo, se ha modificado con una anotación, sin cambiar la página entera.

Papel extrafino

Un
desarrollo de LG parecido al anterior pero con la particularidad de que la lámina cataforésica se reduce a 0.3 mm de modo que la apariencia de papel es muy considerable. Sin embargo, no hay datos del tiempo de refresco y todo parece indicar que este será alto.



El software



Si hay importantes cambios a la vista en el hardware, más aún en el software. La maquetación actual es un e-book es, siendo generosos, pobre. La mayoría a una columna, tipos poco definidos, maquetación escasa. Una vez que el hardware lo permita (por rapidez, por permitir color, por ofrecer suficiente resolución) habrá una explosión de programas que exploten esas características.

Sin mencionar que tarde o temprano deberá consensuarse un estándar de formato que, probablemente, no será ninguno de los actuales para enojo- una vez más- de los usuarios que no podrán leer sus contenidos actuales.



¿Y qué queda por hacer?


Muchísimo.

Todas estas técnicas van a ser, sin duda, sólo un paso intermedio más hasta conseguir el papel electrónico del futuro que yo auguro será lo más parecido al papel actual. Porque el papel actual es un gran invento. Si fuera reprogramable, es decir una hoja pudiera borrarse y reescribirse continuamente, no tendría parangón. Por eso creo que el papel electrónico del futuro será “casi” papel actual. Similar tacto, similares características organoléctricas, similares sensaciones, plegable, enrollable, barato de fabricar, sin consumo (quizá, como mucho, recargable por la propia luz ambiente), escribible sobre el mismo con un estilete,… casi papel de toda la vida… pero reprogramable. Es decir, “mucho paper y poco e”. Falta mucho para conseguirlo, a pesar de la propaganda. Pero en eso estamos. Todo es cuestión de tiempo.

Comparativa (provisional) entre Kindle e Ipad

IPad

Kindle

Tipo de pantalla

LCD retroiluminada

E-ink

Color

No

Cansancio visual

No

Legibilidad con luz intensa

Mala

Buena

Tamaño de la pantalla

9.7"

6" (9.7" en la versión DX)

Resolución de la pantalla

1024 x 768

800 x 600

Vídeo

No

Duración de la batería

10 horas máximo

2 semanas máximo

Peso del dispositivo

680 gramos

300 gramos

Espesor del dispositivo

12 mm

9 mm

Conexiones

WIFI, 3G (pago extra)

3G (gratis)

Touch Screen

No

Teclado

No (sólo virtual)

Memoria

16, 32, 64 Gb

2Gb

Lectura por sintetizador

No

Contenido dinámico de los libros digitalizados

No

Reproductor MP3

Navegador Web

Aplicaciones de software

Sí, sencillas

No

Soporte para Flash

No

No

Soporte PDF

No

DRM

USB

No

Precio en EEUU

500 USD (16GB, son 3G)

259 USD (489 USD la versión DX)






E-book de la NASA



La
NASA ha publicado un libro electrónico gratuito, en versiones para el Kindle y para el Sony Reader (PDF). Esta última puede leerse también en cualquier ordenador.

El libro, completísimo, de 644 páginas, describe la historia del desarrollo del avión hipersónico X-15 entre los años 1959 y 1968. Estos aparatos alcanzaron alturas orbitales de modo que fueron experimentos que sirvieron también para la carrera espacial.

Está en inglés e incorpora numerosas fotografías de la época, así como gráficos y fórmulas científicas. La NASA pretende ir añadiendo títulos progresivamente y estarán disponibles en
este sitio.


Narrativas digitales para la participación comunitaria en la gestión de ecosistemas costeros


Narrativas digitales para la participación comunitaria en la gestión de ecosistemas costeros es un proyecto conjunto entre el Grupo de Recursos Marinos y Pesquerías de la Universidad de A Coruña y el equipo de Karla Brunet, del Instituto de Humanidades, Artes e Ciências Professor Milton Santos (IHAC) de la Universidade Federal da Bahía en Brasil.

En el proyecto se explorarán las posibilidades que la narrativa digital audiovisual ofrece para construir una conciencia ecológica local en base a que los habitantes de las zonas en estudio escriban sobre sus experiencias en una obra colaborativa. Además del aspecto literario, el estudio permitirá analizar la dinámica de los ecosistema de esas zonas y los problemas derivados de su explotación. Asimismo, se evaluará cómo comunidades determinadas pueden adquirir competencias digitales. Las localidades que han sido seleccionadas para este trabajo son Cairu en el estado brasileño de Bahía y Aguiño en Galicia.

Las narrativas creadas por cada comunidad se pondrán en común on line con la otra.

30/1/10

El regreso



Hasta entonces, se había sentido siempre como un Ulises moderno que retrasaba deliberadamente su vuelta a Itaca. Unas veces porque, en el fondo del corazón, no había a dónde regresar. Otras porque el anhelo de su alma residía muy lejos. Sea como fuese, el retorno había sido hasta entonces lo más áspero, el camino cuesta arriba, el inicio de una añoranza infinita. Se dejaba seducir por los cantos de las sirenas, la isla de Cicones y la épica de su misión. Y, por eso, había construido su precario hogar en su nave, en un avión, en habitaciones non smoking decoradas a cada cual peor.

Pero el mundo había girado – sin avisar, como suele ocurrir- y, desde que un día de junio le había hecho ver aquella luz distinta en sus ojos, el regreso ahora estaba colmado de premuras, de urgencias de piel y de caricias, de sexo contenido y deseado, de besos refrenados que buscaban sus labios. Ahora, le parecía que los vientos nunca le eran favorables y que siempre lo alejaban de ella. Ahora, de pronto, el viaje era un éxodo, la ausencia un suplicio, Itaca un hogar, regresar un afán. Le venían a la mente tantas y tantas cosas que debía contarle justo cuando partía, que los viajes eran siempre inoportunos. Antes, el reloj medía cuánto faltaba para marchar. Ahora, cuánto quedaba para rendirse al escalofrío del reencuentro.

Premura, urgencia, ansia, apremio, exigencia, apetito de su cuerpo y de su presencia. Una tormenta con mar arbolada agitada por la necesidad desbordada de ella. Tanta que parecía mentira que, en cuanto tomaba su mano, la calma infinita regresara de súbito.


IPad

Se presentó, entre focos, entertainment y marketing intensivo, el prototipo del IPad de Apple que merece una reseña en este blog no por ser un gadget de moda más sino por su prometido uso como libro electrónico. No es fácil tener una opinión aún, porque no está a la venta ni uno puede sentirlo y probarlo en una tienda. Se parece a un Iphone grande pero, en realidad, es más un ordenador de capacidades muy limitadas, embellecido estéticamente con un diseño de moda. No tengo claro a qué mercado se dirige porque no es un teléfono y porque, por el precio que tiene, uno puede adquirir un ordenador mucho más potente. Y, ciertamente, es mucho más caro que un lector e-book tradicional. Y por tamaño, desde luego, para llevar en el bolsillo no es.

Su sistema operativo tendrá las mismas limitaciones que el del Iphone y por tanto quedará lejos de las prestaciones de un laptop (velocidad, multitarea, sistema de archivos por carpetas, compatibilidad con Mac OS X o Windows, correrán sólo aplicaciones dedicadas, etc.). Sin un SO potente, y tan cerrado como el que incorpora, podrá ejecutar un procesado de texto no exigente, acceso a Internet, juegos sencillos, pequeñas utilidades como las desarrolladas para Iphone, correo electrónico y poco más. Funciones que se podrán ejecutar más cómodamente que en un IPhone pero a costa de un aparato que pesa 5 veces más y es 4 veces más grande. Por lo que parece tiene una interactividad escasa con dispositivos externos ya que se basa en la misma filosofía que el Iphone que depende de software propietario para conectarse (nada de USBs estándar, salidas estándar de vídeo, etc.). Respecto a la conectividad vía Internet esta es alta en cuanto a hardware (3G, WiFi,etc. ) pero no en cuanto a software (parece que no se visualizarán las animaciones en FLASH por ejemplo).

Todo lo anterior serán aspectos a evaluar al compararlo con un laptop.

¿Y con un e-book? Al ver el Ipad y sus prestaciones limitadas la primera idea que viene a la cabeza es que, precisamente, su aplicación más real será de la lector de libros electrónicos. Un lector que incorpora algunas funciones de ordenador más que un ordenador que incorpora funciones de lectura. El lanzamiento simultáneo de la tienda online iBooks apunta a esta idea. Además, ya se han cerrado acuerdos con varias editoriales como la McGrawn Hill.

Lo primero que hay que señalar es que se trata de una pantalla LCD y por tanto se aleja de la tecnología más novedosa en lectores de libros electrónicos, ya que es un display emisor que tiene los problemas habituales (cansancio de la vista, consumo relativamente elevado, poca visibilidad bajo luz ambiente elevada) y las ventajas habituales (color, rapidez de refresco, vídeo). Esta elección – más propia de un laptop que de un e-book - afecta singularmente a la batería. La duración que se publicita de la misma es de 10 horas. Probablemente, en la realidad práctica, será bastante menos y en cualquier caso está muy por debajo de la duración que tienen la e-ink convencional o las nuevas técnicas que se están desarrollando. La resolución de la pantalla es de 1024 x 768 que para un e-book es suficiente (pero no para un ordenador) en formato 4:3 antiguo. El Ipad saldrá al mercado con 16, 32 o 64Gb de memoria y en este aspecto gana por goleada a los e-books actuales (el Kindle, por ejemplo, incorpora 2Gb). Como libro electrónico, Ipad tiene las ventajas propias de que también es un ordenador (por ejemplo, podríamos escribir y actualizar nuestro blog), leer obras que incorporen vídeo, etc. Y la gran desventaja de que su pantalla cansará la vista.

Además, en lo que se refiere a la literatura digital (y a su conexión a Internet), se verá limitado si no permite visualizar Flash, etc. Habría que esperar al advenimiento de HTML5 para poder crear literatura digital legible en el dispositivo.

En definitiva, mi opinión es que es demasiado caro para lo que ofrece. Si costara 100€ sería otra cosa.


e-literatura


La Casa América Catalunya organiza el seminario e-literatura el próximo día 4 de febrero en el que se analizarán las nuevas posibilidades que ofrecen los medios computerizados en la creación digital. Para más información puede accederse aquí.


29/1/10

Papel electrónico extrafino

LG ha anunciado que está desarrollando un papel electrónico de tamaño A3 y sólo 0.3 mm de espesor con un peso de sólo 130 gramos. Al parecer, podrá ser doblado y enrollado sin que se pierda calidad en las imágenes. La firma señala que será probablemente el tamaño más grande del mundo y que permitirá visualizar periódicos de manera parecida a como un lector lo hace con los impresos en papel. Sin embargo, no se han facilitado datos sobre el tiempo de refresco que puede ser considerable en un papel electrónico de este tamaño.

26/1/10

Les Sens des Choses

Le Sens des Choses de Jacques Attali es un hiperlibro interactivo que la editorial Laffont ha publicado. Su temática versa sobre la obra de pensadores del siglo XX como Orsenna, Chebel, Sollers, Lecerf o Max Gallo y donde el autor contrapone su propia visión con la de estos intelectuales. Su particularidad es que las páginas disponen de ciertos códigos (denominados QR o Quick Response Barcode – que seguramente ya lo habrán visto en ciertas tarjetas de embarque aéreas) que permiten al lector acceder a material multimedia adicional mediante el uso del teléfono móvil con conexión a Internet y la tecnología QR-Flashcode. Por ejemplo,Meyer evoca en un pasaje del texto la ópera Don Giovani de Mozart. Cuando la cámara del móvil escanea el código QR, el teléfono se conecta a la Red y se escucha la música. No es barato. Más de 20 euros. Aquí hay un vídeo demostrativo.

El crimen perfecto



Antoine Bellancourt había dedicado mucho tiempo a preparar el crimen perfecto. Y, verdaderamente, lo había conseguido. Se acurrucó en su butaca preferida, la que estaba bajo la lámpara de hierro forjado, justo en el rincón del salón. Se sentía pesaroso, triste, abatido. Fuera llovía y el tamborileo de las gotas, que insistentes se estrellaban contra el cristal, le hizo recordar el día en que todo empezó.

Entonces, también llovía y también el agua golpeaba en las ventanas. Venía de dar un golpe en el Boulevard Marcel. Nada serio. Acabar con la vida de un desgraciado cambista que había osado molestar a su cliente, un nuevo rico que había amasado su fortuna en el tráfico de armas y que estaba poco acostumbrado a soportar que alguien le importunara. Le había encargado quitárselo de encima y lo había hecho con eficacia y rapidez. Un disparo, unos gritos de mujer, una sirena lejana y una pequeña reseña en los periódicos. Bien. Una labor profesional, como se esperaba de él. Pero aquellos trabajos no le satisfacían. Eran sencillos. Se trataba de individuos de poca monta, desgraciados que poco importaban en la vida y cuyos casos no atraían la atención de la policía. A lo más, algún inspector novato hacía un informe de pocas líneas, adjuntaba los cuatro datos recogidos en el lugar del crimen y archivaba el dossier para siempre. Antoine Bellancourt quería más. Él se sabía superior a otros delincuentes. Por algo había cursado estudios de electrónica hasta que un par de eventos desgraciados lo apartaron del recto camino. Y su familia provenía de augustos antepasados- unos mejores que otros- que habían siempre dejado su huella en la sociedad. Él iba a ser el primero en morir en el anonimato. Aquel día de tormenta y de cielos sombríos fue cuando decidió que no podía ser así, que él también debía dejar un recuerdo perdurable en el mundo. Y si la vida lo había elegido para ser un profesional mercenario, sería ese el terreno en que dejaría su impronta. Súbitamente, entendió que no había mejor forma de pasar a la posteridad que lograr cometer el crimen perfecto sobre alguien que tuviera suficiente importancia como para que la policía le dedicara su tiempo. Un potentado, un magnate, alguien cuyos herederos dedicaran una buena cantidad de pasta a buscar al asesino. Nadie lo había logrado en la historia. Algunos colegas de profesión habían conseguido escapar de la policía incluso durante años pero, finalmente, todos habían caído presos. Cualquier desliz, incluso lustros después, podía arruinar el mejor de los planes. Si él lograra cometer el crimen perfecto, podría sentirse satisfecho, salir de aquella rutina mediocre que le atenazaba. Seria recordado.

Desde aquel día se dedicó en cuerpo y alma a preparar el golpe de su vida. La víctima seleccionada fue Auguste Mont de la Panne, un regordete y arisco empresario que había conseguido su fortuna durante la guerra vendiendo a unos las armas que compraba a los otros y recomprándolas después para revenderlas a mayor precio a los primeros, todo en función de los avatares del conflicto. No era mejor que él, sólo que había tenido mejor suerte. La víctima perfecta. Un tipo sin el cual el mundo sería mejor, pero su dinero y sus avariciosos herederos harían que la policía escarbara hasta debajo de las piedras para dar con el asesino. O sea, con él. Y no serían capaces.

Durante unas semanas, le vigiló a fondo. Rondó su mansión y anotó con celo profesional sus desplazamientos, que variaban aleatoriamente. Detectó que varios guardaespaldas le protegían constantemente y averiguó que las oficinas en que aún trabajaba estaban blindadas. Eso sí, era persona de costumbres fijas. Cenaba siempre a las seis. Podía ser en su casa, en la de algún amigo o en un restaurante de lujo pero siempre era a las seis. La luz de su habitación se encendía siempre, con precisión prusiana, a las ocho de la mañana. Entraba en su oficina de la Avenue Ney a las diez, con exactitud kantiana. Se enteró, conversando con un camarero del Chez Hernanz que su platillo preferido eran los huevos escalfados en aroma de langosta con trufas y caviar, una delicatesen que pocos podían permitirse en el Hernanz. No sería fácil acercarse al hombre.

Sobre un mapa de la ciudad, estudió algún posible emplazamiento- una terraza, un tejado no vigilado- desde el que disparar con un rifle de precisión, a lo Chacal. Lo descartó. Si el puesto era de simple acceso, acabarían viéndolo. Si no lo era, podía romperse la crisma puesto que ya no era un jovenzuelo capaz de saltar tapias y escalar paredes. Pensó en sobornar a algún criado pero desechó la idea al poco. Por muy bueno que fuera el soborno, ese desgraciado podría delatarlo en el futuro o, peor aún, chantajearlo. Entrar en su casa era imposible sin que alguna cámara de seguridad acabara grabándolo. Estudió cómo envenenar su comida y hacer que un camarero de los restauradores de alta cocina lo introdujera en los alimentos. Casi imposible de llevarlo a cabo sin ser descubierto.

Tres meses después tenía, por fin, maquinado un plan que consideró perfecto. Había pasado muchas noches sin dormir, garabateando ideas en cuartillas que luego quemaba para que no quedara ni rastro de sus pensamientos; fumando dos cajetillas de cigarrillos por día y durmiendo muchas menos horas de las que su cuerpo necesitaba. Pero se sentía satisfecho. El proyecto podía funcionar y, si lo hacía, sería perfecto. En trabajos como estos siempre existían riesgos, sin duda, pero creía que había estudiado con metódica profundidad todas las posibles sorpresas. Había analizado cada paso con mentalidad de jugador de ajedrez. Si muevo esta pieza, ¿qué moverá mi oponente?; si capturo el alfil, ¿dónde irá la reina?.... estaba listo para dar el jaque mate.

El seis de mayo, a las seis de la mañana, dio inicio a la operación que esperaba le llevara a la gloria. Se duchó despacio, dejando que el agua- no muy caliente- despertara cada uno de sus sentidos. Desayunó un poco más de lo normal, tranquilamente, y bebió dos tazas de café cargado. Se vistió con un traje un poco ajado, el azul de raya inglesa que tanto le gustaba, y no se puso la corbata. No debía parecer tan elegante como para llamar la atención. Disimuló la cartuchera bajo su hombro y enfundó su Beretta 92. Era un día soleado y aunque aún hacía fresco, los árboles del Parc du Getrade se habían ya llenado de hojas y los dibujos que los parterres creaban comenzaban a llenarse de colores. En otros tiempos, muy atrás en los recuerdos, había paseado por los serpenteantes caminos del parque de la mano de Aurore. Demasiado tiempo. Muy tarde para recuperarlo.

Tomó el autobús de la línea 32. Así empezaba el plan. Llevaba un paquete en su mano. Pesaba bastante. A aquella hora, el colectivo iba lleno, como cada día y exactamente como el esperaba. Era uno más que se dirigía al trabajo. El tráfico era espeso y el autobús se demoró un poco en la rue Buadelaire. Eso le inquietó. Su plan era preciso y, aunque había calculado cada paso con cierta holgura, un retraso considerable podría dar al traste con todo. Respiró aliviado cuando, por fin, el vehículo aceleró ronroneante. Notó que sus manos sudaban.

A las siete y treinta seis- seis minutos de retraso- se apeó en el lugar elegido. Era un barrio modesto. Caminó unas cuantas manzanas y llegó al lugar donde representaría el primer acto de la obra. Depositó el paquete en el suelo.

El viejo salió sin percatarse de nada. Como siempre, había aparcado su vieja furgoneta en la parcela llena de escombros que había detrás del edificio. No había ventanas en las altas paredes y unos altos muros – vestigio de un rascacielos que nunca se acabó- convertían el solar en un reducto solitario y sombrío. Ese era y no otro el motivo de haber elegido el lugar. El viejo era sólo un peón al que le había tocado en suerte perecer a favor de un plan más general que nunca llegaría a conocer. Antoine necesitaba un vehículo y tenía que robarlo en un sitio absolutamente aislado, sin testigos, sin cámaras, sin que nadie diera la pronta alarma. Le había costado muchísimo hallar el sitio perfecto pero lo encontró en el improvisado garaje del viejo. Se colocó los guantes para no dejar huellas. Se levantó el cuello del traje para pasar aún más desapercibido.

No sufrió. Lo tomó de sorpresa por detrás y quebró su cuello con una maniobra certera y rápida. El hombre quedó tendido con la boca abierta, preludio de un grito que no tuvo tiempo a emitir. Introdujo una pequeña dosis de droga en su bolsillo y frotó algo de ella en su boca. Tardarían en darle por desaparecido y cuando lo hicieran, días después, achacarían el asesinato a un asunto de drogas. Uno más de los cientos que ocurrían en la ciudad. Cubrió el cuerpo con algunos cartones y disimuló el escenario con algunos escombros procurando no mancharse. Apenas diez minutos después, Antoine Bellancourt conducía- siempre con los guantes puestos- la furgoneta por la rue de la Liberté, perdido entre decenas de coches apresurados. El paquete estaba pegado al asiento del copiloto con cinta aislante y unos cables conectaban el dispositivo con la llave de contacto.

Le entraron los nervios a las diez menos cuarto. El camarero del bar le sirvió un café y un croissant. Se sentó en una de las mesas junto a la ventana desde donde podía ver con toda claridad la furgoneta aparcada en el lado izquierdo de la Avenue Ney, a unos cien metros de la entrada a las oficinas de Auguste Mont de la Panne. Sus ruedas giradas con un ángulo muy determinado que sólo Bellancourt conocía. Fingió leer el diario pero su mirada permanecía fija en la calle por donde circulaban todo tipo de vehículos. Seguir a su víctima hubiera sido imposible dado que variaba sus itinerarios pero, cualquiera que hoy hubiese tomado, sabía que acabaría en aquella avenida en unos pocos minutos más. El bar estaba bastante lleno y eso era bueno. Él era un parroquiano más, tomándose sólo un desayuno tardío. Como los demás. Faltaban dos minutos. Introdujo su mano en el bolsillo derecho y palpó el dispositivo de radio. Desarmó el seguro sin sacar la mano. La maniobra le salió a la perfección. La había ensayado decenas de veces.

Una berlina negra apareció al final de la avenida. El momento se acercaba. Antoine Bellancourt sintió que su corazón se desbocaba y apretó el pie contra el suelo para tranquilizarse, una técnica que había aprendido en sus primeros trabajos. Justo cuando el coche del millonario se aproximaba, Bellancourt pulsó el botón. La señal de radio voló instantáneamente y la furgoneta aparcada arrancó de súbito. Con sus ruedas colocadas para que describiera una curva cerrada y la dirección bloqueada, la camioneta giró exactamente contra el automóvil de Monsieur Mont de la Panne, con una precisión que sorprendió incluso al asesino a pesar de que lo había ensayado cientos de veces. La trayectoria fue perfecta y ambos vehículos colisionaron violentamente. En el mismo instante, el explosivo atado al asiento estalló y en pocos segundos todo había terminado. Bellancourt fingió, como todos los clientes del bar, pavor y asombro. Gritó y corrió hacia la puerta para ver lo sucedido. El ambiente se llenó de humo negro, de gritos y de sirenas que ululaban en las calles vecinas. Unos minutos después la mayoría de personas se dispersaron, animados incluso por los policías que acordonaron la zona y que no deseaban ser importunados en sus pesquisas.

Los periódicos se hicieron eco ampliamente de la noticia y durante unas semanas informaron de los avances de la policía. Eran escasos. Se había determinado la clase de explosivo, que se había utilizado un sistema de control remoto que podía haber sido activado desde cualquier lugar en cuatrocientos metros a la redonda, habían encontrado al viejo propietario de la furgoneta y deducido que estaba metido en el negocio de las drogas. Se interrogó a los dueños de los establecimientos cercanos sin éxito. Había sido una mañana normal con cientos de clientes normales, ninguno de los cuales hizo nada extraño. Huellas, ninguna. Pistas, ninguna. Ofrecieron una recompensa sustanciosa al que ofreciera alguna información y los familiares del fallecido fueron investigados porque la prensa más rosa aireó que todos ellos deseaban heredar ansiosamente. No localizaron a ningún delincuente que hubiese cambiado de hábitos o que súbitamente manejara más dinero. Nadie había sido pagado por el asesinato. Dos célebres inspectores fueron puestos al mando de la operación y, aunque prometieron resultados, se estrellaron contra la nada.

Antoine Ballancourt se levantó de la butaca y miró hacia la calle. Los edificios se cubrían de cuadraditos iluminados en cada uno de los cuales se movían sombras inquietas. Continuaba lloviendo aunque ahora lo hacía suavemente, una sirimiri fino y cansino que apenas se notaba. Habían pasado cinco años. El caso Mont de Panne había quedado irresuelto y, tras muchas pesquisas, la policía había archivado el caso. Había cometido el crimen perfecto. Lo había conseguido. Su plan constituía un modelo que podría ser admirado por generaciones. Pero Bellancourt se sentía triste. No era ese su objetivo. Sólo él conocía los hechos y nadie admiraba su inteligencia, su plan metódico, su excelente planificación. Se sentía vacío sin el halago merecido con el que siempre había soñado. Durante unos minutos rememoró los acontecimientos y volvió a admirarse de sus propios meritos. Lástima que nadie los conociera. No, no había cumplido su objetivo. Así, no saldría del anonimato.

El policía de guardia de la estación 67 de la Gendarmerie se sorprendió cuando un individuo entró calado hasta los huesos, murmurando para sí y haciendo aspavientos . Lo tomó por loco cuando se dijo culpable del asesinato de Auguste Mont de la Panne y reclamó que le esposaran y que llamaran a los periodistas. El agente hizo que le expulsaran de la comisaría sin contemplaciones.



Strange Case of Dr Jekyll and Mr Hyde

Strange Case of Dr Jekyll and Mr Hyde, una novela híbrida de Alberto Hernández, no es un libro digital ni digitalizado. Sin embargo merece una reseña porque –en el papel de toda la vida- utiliza técnicas novedosas que bien podrían haberse implementado con tecnología informática. Un trabajo que combina texto, gráficos, ilustraciones, variaciones tipográficas y fotografías de manera tremendamente original y que consigue que en papel se vayan descubriendo sorpresas ocultas inconcebibles. Es más, hay interactividad en esta obra sin necesidad de ningún enlace en HTML o FLASH. Una novela híbrida en la que Hernández da una lección de lo que puede hacerse con imaginación. Si esto puede conseguirse en papel, es inevitable pensar qué lograría en un libro digital. Como siempre, antes que el medio – hojas o pantallas- está el arte creador.



25/1/10

Los años del miedo

Los años del miedo (Planeta, 2008) de Juan Eslava Galán es un recorrido ameno por la década que siguió a la finalización de la Guerra Civil.

A partir de anécdotas, de recuerdos reales de personas que vivieron la época y de hechos importantes bien conocidos, Eslava trenza una trama coherente con una prosa hábil, rica y entretenida que, aunque muestra con toda su crudeza la negrura y el miedo de aquellos tiempos, no se deleita en la tristeza y en la amargura del hambre y las penurias. Al contrario, es una novela divertida (algunos capítulos, como el del estreno de la película Gilda son realmente hilarantes) que muestra la maldad, el oscurantismo, la falta de libertad y la desigualdad a través de un sentido del humor incisivo e inteligente. Una obra que renuncia a la crispación y al adoctrinamiento.

Eslava domina el lenguaje, los matices, las metáforas y las combinaciones irónicas. El libro está muy bien documentado y las anécdotas sobre las que el autor construye la historia son todas reales (excepto alguna bien aclarada en los anexos) aunque a veces parezcan imposibles de puro surrealistas, como lo era la época. Toca todos los niveles de la sociedad, desde el propio Franco hasta las prostitutas, los industriales avispados, los curas o los militares. Y hay para todos. No sólo aparecen los dictadores. También el machismo y la incultura, la avaricia y la picardía, la imaginación y la corrupción generalizada. A la vez, es un texto de historia porque quedan reflejados muchos acontecimientos fundamentales nacionales e internacionales.

24/1/10

Revista digital futura


Bonnier propone analizar cómo los usuarios creen que debe ser la futura revista digital, basándose en las expectativas y experiencias de los mismos. Por ello, en unión junto al gabinete de diseño Berg, propone un vídeo muy interesante en dónde se plantea cómo podría ser la revista digital del futuro que aunaría la experiencia actual (un soporte parecido, cómodo, a color, con profusión de imágenes) con todas las posibilidades digitales (hipertexto, notas al pie electrónicas, conexión a la red, …). Las reflexiones pueden seguirse en su en un blog o en Twitter.

23/1/10

Libro proyectable





Light Blue Optics, mediante una técnica holográfica por láser, ha desarrollado el Light Touch, un proyector en miniatura que convierte cualquier superficie plana en una pantalla táctil de 10”. Dispone, en su versión actual, de 2Gb de memoria y conexión WIFI. Aunque sus aplicaciones más inmediatas van a estar en el campo de las ventas, domótica y catálogos on-site, no es descabellado pensar en que pueda servir también como lector de libros digitalizados. Podríamos proyectar el texto en cualquier lugar, en cualquier superficie e interactuar con él.


Libros para Iphone e Ipod



La editorial Planeta dispone de una página web destinada a promocionar libros digitalizados para iPhone y para iPod Touch. Esta es www.librosparaiphone.com . Por ahora, los libros disponibles están son de temas empresariales y de gestión, con títulos de Gestión 2000, Deusto o Alienta. Planeta se ha centrado en este nicho porque los lectores de este tipo de libros ya están familiarizados con la tecnología y el formato digital les resultará más familiar. Los precios van de 7 a 15 euros aproximadamente.


22/1/10

Escritura robótica


Bios [Bible] es una aplicación curiosa que utiliza un robot industrial para escribir, letra a letra, la Biblia con una caligrafía y precisión que envidiaría cualquier amanuense medieval. La aplicación se presentó, en su día, en la 3ª Bienal Contempránea de Arte que se desarrolló en el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo. Durante siete meses, el robot fue escribiendo el texto de la Biblia pacientemente. La instalación fue desarrollada por Robotlab, una institución que desarrolla interesantes y novedosas aplicaciones artísticas que utilizan máquinas modernas. Fue fundada por Matthias Gommel, Martina Haitz and Jan Zappe. Es notable la precisión de dibujo de las letras obtenida.



17/1/10

And death shall have no dominion



And death shall have no dominion es una obra que plasma de manera digital el célebre poema de Dylan Thomas del mismo nombre. Se trata de un trabajo sencillo pero lleno de fuerza al combinar la recitación engolada que el propia poeta hace de los versos, una atmósfera plúmbea y austera que encaja admirablemente con el tono y el sentido del poema y la animación de las palabras del mismo mediante gráficos animados. Se trata de literatura digitalizada pero también de literatura digital. Un buen trabajo de Cyril Noyelle.


Boa de marabú


Para llegar hasta el portal, Rosa María debió sortear los dos grandes socavones que las bombas habían abierto en la calle. Hacía ya seis meses que la guerra había acabado pero las penurias del país y la niebla de la derrota no habían dado tregua a las gentes para poder reparar los desperfectos del asfalto o los del corazón. Era frío el invierno del Madrid del 39 y escaso el abrigo. Se frotó las manos para recobrar la sensibilidad en los dedos y poder encajar la llave en la cerradura. Entró y sintió el alivió de no ser observada. Como cada día, había notado que la miraban con sorna. Sabía que era por la boa de plumas rojas que siempre adornaba su cuello. Era consciente de que parecía histriónica con aquel abalorio. La estética de la ciudad requería, más bien, un abrigo gris, una falda austera o una chaqueta remendada. La tomaban por loca. Se lo habían dicho en la calle:

- Tienes que adecuarte a los tiempos que corren, Rosa – le había susurrado un día en el mercado su amiga Mariola- o acabarás con el pelo rapado y los huesos molidos en el cuartelillo. Y cuídate que cada día estás más delgada.

Pero ella amaba aquel marabú. Significaba mucho para ella. Comenzó su carrera artística llevándolo y, cada vez que había tenido un éxito, le había acompañado. La unía con sus recuerdos más queridos. Y es que Rosa no era una Rosa cualquiera sino la gran diva. Rosa de las Estrellas, escribían en los carteles multicolores del Apolo cuando actuaba. Ese era su nombre artístico no hacía muchos años. Un crítico había escrito que era la mejor cupletista de la década. Era otra época, cuando no había muertos en las calles, ni sirenas que agitaban las noches, ni resplandores y truenos que anunciaban entierros. Entonces, los galanes la invitaban a cenar cada noche y recibía ramos de rosas en su camerino. Entonces, alguno de aquellos hombres hubiera matado porque ella le rozara con la guirnalda de plumas o le dejara invitarla a una copa de champán mientras se dejaba acariciar los oídos con palabras tiernas. Le vino a la memoria una noche de primavera. La iluminación de los candelabros tremolaba en el teatro, pintando sombras en la platea. Le dijeron incluso que un ministro del gabinete estaba entre el público. Actuó con el vestido negro con broderí de fantasía, el tocado dorado, el maquillaje intenso y la boa de plumas rojas. Los periódicos del día siguiente dijeron que el público quedó entusiasmado con su aterciopelada voz y su silueta de vestal. Los aplausos se prologaron durante veinte minutos y tuvo que salir a saludar una decena de veces. Aquellas plumas siempre le habían traído suerte.

Ahora la tomaban por loca. Quizá por el adorno, tan largo que lo arrastraba por las aceras, o porque a veces le daba por cantar en el Retiro o en la fila donde repartían los cigarrillos y los dos huevos semanales. No le daban propina alguna porque nadie tenía nada para ejercer la caridad. Tampoco lo pedía. Sólo cantaba. Cerraba los ojos y volvía a verse a sí misma en el Apolo, guiñando picarona sus verdes ojos y sonriendo a aquel apuesto joven que, noche tras noche, ocupaba el palco superior de la izquierda. Nunca supo quién era. Un día dejó de ir y su sitio lo ocupó una mujerona de mirada huidiza y expresión arisca. Mucho después, alguien le dijo que se llamaba Ángel y que estaba en el frente, en alguna trinchera lejana. Quizá fue aquello lo que le anunció que el mundo cambiaba, que su existencia- al menos la vida que ella había amado- llegaba a su fin.

Se sentó junto a la ventana. El cielo se vestía de amarillos intensos y de anaranjados tenues. Un sereno encendía la farola de la esquina y los transeúntes se apresuraban que no era cosa de andar por las calles cuando llegaba la noche. No se quitó el viejo abrigo porque la casa estaba gélida. Acarició la boa de plumas teñidas de marabú con las manos y musitó:

- Siempre conmigo. Ahora también.

Fue la vecina la que la encontró colgada de una argolla que había en el techo. La cinta roja ceñía su cuello como siempre lo había hecho. Rosa María, algo amoratada, los ojos abiertos, tenía no obstante una expresión tranquila.