28/12/17

4321


4321 (Seix Barral, 2017), de Paul Auster es una novela ante la que reacciono de manera bipolar.

Primero, la arquitectura es interesante, aunque no original. En cuatro grandes bloques subdivididos en sub-bloques, narra la niñez y adolescencia del neoyorkino Archibald Isaac Ferguson pero de manera diferente según hechos que suceden en su vida. En un bloque, su padre muere y esto hace que el devenir de Ferguson sea uno determinado; en otro bloque, sus padres se divorcian y esto lleva la historia por otros derroteros, etc. Un único protagonista (dos, por la constante presencia de su amada Amy Schneiderman) en cuatro universos que sólo la casualidad hace que se creen o destruyan, el “jardín de los senderos que se bifurcan” borgiano, el multiverso de la física actual. O cuatro novelas cortas, una tras otra, si se prefiere. 

Hay que indicar que Auster no provoca grandes cambios, que Ferguson no pasa de ser un niño de clase bien en los Estados Unidos de los sesenta a ser un redneck de Alabama perdido en una granja o un mexicano que cruza ilegalmente la frontera. Las cuatro historias, y sus subtramas, se parecen mucho. Cambian cosas, varía la percepción del mundo en cierta medida, las cuitas son otras, pero, en general, son vidas que se reconocen las unas a la otras como si el autor defendiera que el devenir en el mundo depende más de sí mismo que de las circunstancias.

Podría decirse que Auster aprovecha este concepto de multihistoria para realizar un fresco monumental de la vida norteamericana en las décadas de los 50 y 60 del siglo XX, de su cultura, de sus costumbres y de su vida diaria.

Decía que tengo una reacción bipolar porque, por un lado, me maravillo con la forma de describir y narrar de Auster de todo lo cotidiano, de los detalles, de las reacciones de las personas, de las calles y gentes de una ciudad, de la vida más anodina que pueda existir, de lo que en definitiva nos conforma en una sociedad occidental jornada tras jornada, cómo cuenta el aburrimiento de una vida que transcurre sin grandes aventuras, como la del ser humano ordinario. Uno lee un capítulo o dos y queda entusiasmado de la manera tan incisiva de plasmar lo cotidiano, de detenerse en detalles y recrearse en las pequeñas cosas que, en conjunto, forman la visión general de nuestra vida. Ahora bien, si esto es así en cualquier capítulo tomado al azar, no es tan atractivo cuando son 1000 páginas en las que se repiten básicamente las mismas cosas. Al describir Auster repetidamente esas vidas que son casi paralelas, en donde nada sale de tono, en la que todo queda incluido en el estándar más tópico americano, acaban por aburrir. No cada una de ellas, sino el conjunto. Los interminables párrafos sin puntuación, densos y prolijos a propósito, la descripción reiterada de partidos de baseball o de baloncesto, los episodios de televisión, particularmente del Gordo y el Flaco, las innumerables páginas dedicadas a tal o cual suceso, etc. no ayudan a mantener la tensión narrativa.

También, por un lado, demuestra maestría literaria al describir los sentimientos y la psicología de los personajes (decenas de ellos), con ligeras pero interesantes variaciones dependiendo del bloque de hechos que esté viviendo Ferguson, con una notable capacidad para describir las situaciones y cómo condicionan a las personas. Pero, por otro lado, Ferguson resulta muchas veces pedante y ajeno a la realidad, un niño que habla de Kafka, Tolstoi y Dostoyevsky, que lee a los clásicos, buen estudiante, que ve 5 películas por semana, aficionado a las sonatas de Beethoven, capaz de debatir con un catedrático de filología, interesado en política, involucrado en los movimientos sociales, precoz en el amor y en el sexo, escritor pre-adolescente de calidad, viajero solitario a Europa antes de cumplir la mayoría de edad, con visiones del mundo y reacciones propias de un adulto de mediana edad, etc. un personaje que se aleja de lo posible, que resulta demasiado snob en ese intento de Auster de introducir en un Ferguson adolescente toda la sabiduría y experiencia de 70 años del escritor. Porque, en definitiva, Auster usa a Ferguson para hablar de sí mismo y de su vida, de sus inquietudes sociales, políticas, culturales y artísticas, de la vida de Estados Unidos durante dos décadas, encajando con calzador todo su conocimiento en el cerebro de un niño. 




26/12/17

Digital Poetry .




A partir del próximo 24 de enero y durante un mes se celebra en Manchester, UK, un curso sobre poesía digital en el que, amén de analizar el estado de la técnica y el arte en el ámbito de la literatura digital, se desarrollarán clases prácticas en las que crear obras poéticas digitales. Se pasará revista, asimismo, a obras seleccionadas de R Carpenter, Alan Sondheim, Jason Nelson y Caitlin Fisher.

El curso está dirigido por Maya Chowdhry, autora de variadas obras de literatura electrónica.

Más información en este enlace.


24/12/17

El cuento de la Navidad





Hace pocos días, esta fotografía publicada por Misiones online inundaba Internet, los periódicos digitales y las redes. Un niño guaraní- quizá 6 o 7 años- agachado en la cuneta, bebiendo agua, aplacando su sed en un charco de la acera. Una tragedia humana en el caluroso verano del hemisferio sur, en Posadas, Argentina, no lejos de donde el Paraná separa el país del Paraguay.  Una escena poco diferente de otras vistas en los últimos meses en Siria u otros lugares en donde la inhumanidad y la pobreza campan a sus anchas.

Si el niñito lamiendo la poca agua del suelo ya desgarra las entrañas, más aún la información que acompañaba la imagen. Historias de menores explotados por adultos, obligados a mendigar en extenuantes jornadas y privados de amor y derechos.

Como siempre, un revuelo digital, trending topics, bla, bla, bla, mucho golpe de pecho y nada más al día siguiente cuando, seguramente, el chiquillo guaraní volvió a beber de la carretera, como los perros más abandonados. 

Fue Dickens quien inauguró el cuento de navidad con aquel frío, despótico y despiadado Mr. Ebenezer Scrooge que sacaba la sangre de su pobre empleado Bob. El relato, Un cuento de navidad, no obstante, tenía un mensaje moral: comparte lo que tienes, sé solidario en Navidad. El cuento prosperó y quedó bien grabado en el imaginario cultural. La moraleja, no. Cada año hay una versión nueva de los tres espíritus que visitan a Scrooge para mover su corazón. Cada año, nuestros corazones ni se inmutan.

Hoy seguimos escribiendo numerosos cuentos de navidad llenos de buenas intenciones, los anuncios en la televisión nos muestran un mundo empalagoso y lleno de sonrisas, los escaparates nos desean amor siempre que compremos algo, derrochamos en comida y bebida innecesaria, en regalos que quedan arrinconados al día siguiente, las lucecitas de colores lo inundan todo mientras nos auto complacemos en el espíritu de la navidad.

Pero esos cuentos navideños no son ciertos. El único cuento verdadero es que la Navidad es un cuento. Sí, lo es mientras haya un solo niño que deba agacharse y pasar su lengua por un charco, mientras haya un solo malnacido que lo explote, mientras nuestra reacción moral sea sólo un trending topic al mismo nivel que un gol de la Champions, la boda de un famosillo o el gran culo de la última estrella de la farándula. La Navidad es un cuento mientras la sintamos sólo en los regalos, en las comilonas, en las gambas carísimas, en el champán de marca o en que son vacaciones.

Hace 2017 años no había langostinos, ni paté, ni cava ni turrones, tampoco figuras luminosas en los caminos. Lo que había era un establo sucio y maloliente, dos padres que no tenían dónde caerse muertos, fatigados del trabajo y de la vida, un niño que lloraba de frío (porque las noches en Judea también son frías) y un mundo al que le importaba un bledo la suerte de aquella familia.

El verdadero cuento navideño es el de la imagen de ese niño que bebe en un charco, de ese hijo al que el mundo ha olvidado, de nosotros que olvidamos ser pastores que le ayudan. 

No sé el nombre de ese pequeñín guaraní desvalido y vilmente tratado. No lo sé, pero seguro que si lo supiera me sonaría a Jesús.




23/12/17

Un cuento de navidad





José Ramón miró su reloj y, al comprobar que había llegado demasiado pronto, se detuvo en el "Jamaica" y pidió un café con leche y un suizo. Aunque era el día de Noche Buena y el invierno había entrado hacía ya setenta y dos horas, la mañana era inusualmente fría, incluso para la época. Nevaba ligeramente pero no acababa de cuajar y las calles estaban manchadas de esa agua amarronada y deslizante que se forma al pasar los coches por encima del hielo. Desistió de tomar el periódico. Le molestaba el palito ese que ponen a los diarios en las cafeterías, que no hace sino molestar cuando vas a pasar las hojas. Además, no tenía ánimo para leer. En su cabeza había sólo un problema o, más bien, una derrota. Ya era mala suerte que Sonia hubiera elegido aquel día para hacer la mudanza como si no hubiera otras mil mejores fechas que no fuesen plena Navidad. Pero ella se había empeñado en que quería instalarse ya en casa de sus padres antes de la cena para, según le dijo, sentirse en su hogar, sabiendo que aquella frase le iba a joder más que cualquier cosa. Sentado en una mesita redonda de patas de acero fundido en volutas, sus guantes sobre el mármol, el gabán doblado en el respaldo de la silla, fue mordisqueando el bollo al tiempo que el café humeaba y él miraba a través de la vidriera sin observar nada concreto.

Un mes. Justo un mes había transcurrido desde que una noche, después de cenar, ella le había soltado que todo había acabado, que no le quería y que deseaba recomenzar su vida. Le juró que no había nadie más, que era la pura rutina, el cansancio del tiempo, la decepción de que los sueños soñados nunca se harían realidad. Él, un imbécil, no había reaccionado, tan de sopetón le había cogido. Cierto era que la relación no era la de hacía siete años, cuando comenzaron a salir y, al poco, Sonia se mudó a su apartamento. Pero es bien sabido que esto ha de ocurrir y a él la evolución desde el amor exultante al cariño permanente le había parecido tan natural y confortable que no necesitaba más. Quizá debió atender a las señales que la vida le dio y que desoyó más por estupidez que por maldad. Aquella vez que ella se excusó para ir a cenar juntos, las veces que ya no quiso sexo, el poco aprecio a los regalos de aniversario, el escaso entusiasmo con el que ella recibía sus abrazos, el que nunca se plantearan tener hijos. Ahora todo le parecía meridianamente claro pero en su momento, cuando cada pequeño hecho tenía lugar, eran anécdotas a las que nunca prestó atención. Y, él, sólo había acertado a responder que le ayudaría a hacer la mudanza, que contara con él, como siempre. Y ella le había respondido que era un encanto, que qué pena que no pudiera seguir con él, que si le importaba estar en un hotel o en la casa de algún amigo hasta que se mudara, que ya sabía que el apartamento era de él pero que se lo agradecería tanto… Con recochineo, vamos. Y él, rendido y agilipollado, había aceptado y llevaba cuatro semanas viviendo de inquilino en casa de su amigo Tomás.

A las doce en punto, tocó a la puerta. Se escucharon pasos en el interior y ella le abrió. Sonreía, y eso le jodió a José Ramón. Al menos, podría disimular. Bueno, pensó, no hay mal que por bien no venga. Esa noche volvería a dormir en casa.

Cargaron las diez cajas en la furgoneta y se pusieron en marcha. Trescientos kilómetros hasta la casa de los padres de ella, en el pueblo de montaña. Y, luego, tras la despedida que imaginaba dolorosa, otros trescientos de regreso. Cuando salían de la ciudad comenzó a nevar con fuerza.

- ¿Estás segura? – preguntó él.
- Claro. Venga, no hagas un drama. Estas cosas pasan. Y somos amigos, ¿lo somos, no? - Él respondió que sí, que claro, aunque sentía que su estómago se le revolvía  al pensarlo. 

Él decidió que la autopista estaría demasiado concurrida y, confiando en el navegador, decidió tomar la comarcal. Une media hora después, la pantalla del GPS decía que la ruta por donde circulaba no existía y la imagen mostraba sólo un monte verde sin caminos, pero era ya tarde para darse la vuelta. La carretera se había adentrado hacía ya tiempo entre bosques emblanquecidos y se estrechaba más y más por la nieve acumulada en los lados. Muy de tanto en tanto se cruzaban con algún vehículo pero estaba claro que los demás conductores habían preferido las autopistas por donde, al menos, pasaban los quitanieves.

- Se está poniendo complicado esto – José Ramón miraba con detenimiento la calzada intentando divisar placas de hielo. El termómetro del coche marcaba seis bajo cero en el exterior.
- Conduce con cuidado. Si acaso llegamos tarde, te quedas a dormir en casa de mis padres.
- ¿Contigo? – propuso con sorna.
- No, en la habitación del ático, donde dormías cuando empezamos. – Él recordó que eso sucedía así al iniciarse la noche pero que, en cuanto la casa quedaba en silencio, bajaba y se metía en las sábanas de ella procurando que sus padres no escucharan nada desde la habitación del fondo.
- En la radio habían dicho que iba a nevar pero, coño, esto es Suiza.

Pasó lo inevitable. Un charco helado, un derrape y el coche empotrado contra un murete en la cuneta.

- ¿Estás bien? – la miró asustado.
- Sí, sí- repuso ella mientras los dos airbags acababan de desinflarse.
- ¡Joder!, la puñetera nieve. Casi nos matamos.
- No nos ha pasado nada. Eso sí, ya puedes pensar en coche nuevo. ¿Y ahora qué hacemos? Aquí no hay siquiera cobertura del móvil.
- Pues quedarnos aquí sin calefacción, va a ser que no. Cojamos lo imprescindible y caminemos hasta que encontremos una casa o algo.

Señalizaron el vehículo, se abrigaron lo más que pudieron y comenzaron a avanzar. Cada dos minutos, Sonia verificaba si el móvil pillaba señal pero no era su día de suerte.

- Tú conoces la zona ¿no? – dijo él- ¿hacia dónde vamos? ¿qué pueblos hay por aquí?
- Ninguno. Estamos en el culo del mundo.
- ¿Maldita sea! – exclamó José Ramón- , en un rato comenzara a oscurecer y nos vamos  a congelar. 
- Igual alguien ha visto ya el coche accidentado y se ha llegado hasta el cuartelillo.
- O no, ¿quién coño va a pasar por aquí el día de nochebuena? ¿para que llevas esa bolsa tan grande?
- Por si acaso – respondió ella.

Tras otra media hora en que el frío ya les empezaba a entrar en los huesos, divisaron una borda.

- Mira, una cabaña. Metámonos ahí. Al menos podremos prender un fuego y calentarnos algo. No podemos caminar durante la noche. Moriríamos de frío.

Se trataba de una choza con muros de piedra y tejado de tejas mal avenidas, con una chimenea en su extremo y en cuyo interior había varios animales. Alguna borda de pastores o de algún lugareño. 

- Huele que apesta – dijo él.
- ¿Y qué esperas con una vaca, ovejas y un burro? Vaya señorito que estás hecho. Venga, trae ramas, lo más secas que puedas. Menos mal que fumo, al menos tenemos mechero. Venga, al trabajo, que hasta mañana no podremos movernos de aquí. No para de nevar. 

Enseguida templaron la estancia. El fuego ardía vivo y la superficie era pequeña. Los animales también daban calor y pronto se acostumbraron a los mugidos y al olor. Dentro de las circunstancias hasta era confortable. Se quitaron los abrigos.

- Tengo hambre- dijo José Ramón. – pero sólo tengo esta chocolatina. ¿Quieres?
- Qué sería de ti sin mí – repuso ella.
- Ya sabes que nada – aprovechó él muy serio, pero ella no quiso entenderle.
- Ahora vas a ver por qué cogí la bolsa.

La colocó sobre la mesa de la cabaña y la abrió. Unos cuantos sobres de jabugo envasado al vacío, unas cajas de foie, salmón, varios turrones, mazapanes y cuatro botellas de cava.

- Se lo llevada a mis padres. Ya sabes, cosas de la ciudad. Para celebrar la navidad.
- Bueno, no vamos a morir de hambre.
- ¿Cenamos? – propuso ella.
- Claro.

A falta de agua, se lanzaron directamente al espumoso bebiendo a morro alternativamente. Quizá el alcohol, quizá lo especial del momento, quizá que fuese nochebuena, quién sabe qué, fueron encontrando el pasado común.

Rieron con ganas recordando la vez que fueron a esquiar a Baqueira y él, patoso, cayó rodando por la pista hasta chocar con un muñeco inflable de Coca Cola. Y menos mal que colisionó en blandito. O la vez en que ambos se perdieron en la sierra- como hoy, pensaron al unísono- y acabaron durmiendo en la garita del guardabosques que les bajó en el todoterreno por la mañana.

- ¿Y te acuerdas del viaje a Lanzarote hace cuatro años? – dijo ella al tiempo que daba otro trago a la tercera botella- Lo pasamos estupendamente. Temporada baja y todo vacío, sólo para nosotros. 
- Di que sí
- Tendríamos que repetirlo – y ella no se percató de lo que había dicho.
- Sí, tendríamos.

Quedaron mirándose, largo rato, como cuando antes lo hacían, simplemente delineando con los ojos la silueta del rostro del otro.

- ¿Por qué? – preguntó José Ramón y el borrico, como si hubiera entendido, dio un bufido.
- No sé, no lo sé. Sólo que creo que es lo que debo hacer.
- ¿Hay alguien?
- Ya sabes que no. No voy a encontrar a nadie mejor que tú, a nadie que me quiera más.
- Pero eso no es suficiente.
- Y yo qué sé, Jose. Y yo qué sé.
- ¡Pues fíjate lo qué sé yo! Solo que te sigo amando – afirmó él.
- Y yo te quiero, pero, de manera diferente. No te imagino fuera de mi vida pero tengo miedo a tenerte en ella.
- No hay Dios que te entienda.
- ¿Y no decías que eso te encantaba de mí, lo imprevista que soy?

Él se acercó lentamente y ella dejó que lo hiciera. Las pavesas jugueteaban en el hogar y las siluetas de las bestias se movían en las paredes. Fuera nevaba pero dentro hacía mucho calor.

Despertaron desnudos bajo dos mantas que habían encontrado en la borda. El fuego estaba a punto de apagarse y, corriendo, José Ramón se levantó para echar más leña a la lumbre. Regresó a toda prisa debajo de las mantas y se abrazó a ella.

- Estoy bien – dijo él-, estoy donde quiero estar. 
- Pues yo estoy echa un lío- dijo ella, y se dejó acariciar la espalda.
- La verdad es que es para escribir un libro. – La besó en el hombro desnudo.
- ¿El qué?
- La escena. Mira. – ella se volvió.

El burro y la vaca masticaban alfalfa lentamente, sentados junto al muro. Las tres ovejas deambulaban al fondo. Y fuera seguía nevando.

- Parecemos un belén – dijo José Ramón mientras esta vez la besaba en el cuello.
- Falta el niño – contestó Sonia, al tiempo que ladeaba la cabeza para que él pudiera seguir recorriendo su cuello.
- Aún queda algo de champán. Se puede intentar .... - y ella se dejó abrazar.



22/12/17

Bbboing




Bbboing es lo que se llama un "ofuscador de lenguaje". En este caso, lo que hace es bailar las letras de las palabras pero dejando el texto perfectamente legible por un humano. Por el contrario, para una máquina lectora puede resultar ilegible excepto que cuente con un algoritmo que incorpore cierta inteligencia artificial. Aparte de ser un divertimento en sí mismo, puede servir para programar Captchas.

Puede descargarse desde este enlace para experimentar.


Soñé que tú me llevabas




Soñé que tú me llevabas
por una blanca vereda,
en medio del campo verde,
hacia el azul de las sierras,
hacia los montes azules,
una mañana serena.
Sentí tu mano en la mía,
tu mano de compañera,
tu voz de niña en mi oído
como una campana nueva,
como una campana virgen
de un alba de primavera.
¡Eran tu voz y tu mano,
en sueño, tan verdaderas!...
Vive, esperanza, ¡quién sabe
lo que se traga la tierra!


Antonio Machado





21/12/17

Tecuento




TECUENTO es una aplicación para Android que puede descargarse gratuitamente y que sirve para editar y crear cuentos al lenguaje de signos. De esta forma, los niños con deficiencias auditivas pueden disfrutar de las historias tanto en su casa como en el colegio. Se pueden personalizar los cuentos con imágenes. 

Hay una biblioteca, también, de cuentos ya desarrollados con títulos como «Platero y Yo»,  «La Reina de los mares», «El Ángel caído» o «¡Qué divertido es comer fruta!».

Su desarrollo ha estado patrocinado por la Fundación CNSE.

Puede descargarse la aplicación desde este enlace.


20/12/17

Known Unknowns





Known Unknowns, de Brendan Patrick Hennessy, es una narración hipertextual programada en Twine. Una historia de adolescentes y sus cuitas en el instituto. En ella, para cada fragmento de historia, el lector debe elegir entre varias opciones - vía enlaces a fin de página- que le permiten seguir la trama desde diversos puntos de vista, seguir a un personaje u otro, etc. De modo que, cada lectura, es diferente en función de las selecciones realizadas.

Un interface totalmente minimalista.

Puede leerse desde este enlace.




19/12/17

Audio Reactive





Audio reactive es una performance en la que el ritmo que un percusionista crea en una batería modifica textos en una pantalla situada detrás de él. Es un divertimento tipográfico y formal que no crea literatura pero que abre una puerta experimental a la manipulación de textos por diferentes caminos, en este caso el ritmo y fuerza de la percusión.




18/12/17

Algoritmos para discernir texto




Los CAPTCHAS (Completely Automated Public Turing test to tell Computers and Humans Apart) son esos textos deformados que nos encontramos muchas veces en una página web para que el sistema pueda discernir si está tratando con una persona o con un robot. Se presupone que sólo un cerebro humano es capaz de leer un texto emborronado o deformado mientras que un sistema de visión artificial no sería capaz de hacerlo.

Un amplio grupo de investigadores liderados por Dileep George y Wolfgang Lehrach han desarrollado un sistema basado en lo que ellos denomina como una red cortical recursiva (RCN) capaz de leer estos Captchas con un acierto equivalente al de los humanos. En concreto, combinan esa RCN con un modelo regenerativo que emula cómo funciona la visión humana con aprendizaje por red neuronal

Al artículo completo, A generative vision model that trains with high data efficiency and breaks text-based CAPTCHAs, puede accederse desde este enlace.

Amén de las implicaciones que este desarrollo puede tener en el ámbito de la seguridad y la criptografía (más bien, la ruptura de la misma), desde el punto de vista de la literatura digital puede atisbarse una potencial aplicación en la lectura de manuscritos antiguos o de textos deterioraros que, aplicando técnicas similares, podrían ser escaneados y restaurados con altas tasas de acierto.


16/12/17

Remember





Remember, del grupo The Pulse, es un vídeo narrativo en realidad virtual. La historia es atractiva. Usted ha perdido la memoria y debe intentar recuperar sus vivencias en una base de datos informática que almacena recuerdos. A medio camino entre el teatro virtual y el juego, se trata de un muy interesante trabajo. Ha sido mostrado en numerosos eventos y festivales.

Más información en este enlace.

Un vídeo promocional (que hay que ver en Chrome):





14/12/17

Literatura y matemáticas





Los ordenadores pueden calcular el grado de tristeza o alegría de un texto. Para ello, pueden otorgarse valores a cada palabra (por ejemplo, de 0  a 9 en función de si su connotación es triste o alegre. Así, la palabra “tétrico” podría tener una valoración de 0 y la palabra “felicidad” recibir un valor de 9) o cada frase en función de diversos algoritmos de combinación. Una vez “valorado” el texto pueden graficarse los valores a lo largo de cada página. Sorpresivamente, casi todas las historias- al menos, las buenas historias- tienden a mostrar curvas muy similares.

La idea original partió de Kurt Vonnegut, el cual, en 1985, propuso la posibilidad de cuantificar las emociones matemáticamente. 

La Universidad de Vermont ha desarrollado esta idea, compilando y analizando casi dos mil  novelas en inglés almacenadas en el Proyecto Gutenberg, llegando a la conclusión de que existen seis tipos de curvas emocionales en las que encajan casi todas las historias. Estas son:

-        * De lo triste a lo alegre (de la pobreza a la riqueza). La curva comienza en lo bajo y termina en lo alto.
-        * De lo alegre a la tragedia. La curva comienza en lo alto y termina en lo bajo.
-        * El agujero. Comienza bien, el protagonista cae en desgracia y lo supera. Una curva seno con el valle en el centro.
-        * Ascensión, caída y resurrección: comenzamos muy mal, mejoramos, volvemos a caer y triunfo final
-        * Ascenso y caída.
-        * Caída, ascenso y derrota final.

Un generador automático de novelas podría, por ejemplo, escribir una historia siguiendo una de estas curvas y utilizando adjetivos y sustantivos que fueran encajando con el “sentimiento” de cada página.

Para más información sobre el estudio de la Universidad de Vermont, puede accederse a este enlace, donde además se explica el análisis matemático utilizado para evaluar cada párrafo. Un artículo muy interesante y riguroso.






13/12/17

7 Partidas digital




7 Partidas digital es un portal especializado en la edición crítica de las Siete Partidas de Alfonso X el Sabio, obra de gran importancia legislativa del siglo XIII y que unificó leyes y normas de los reinos bajo el dominio de Alfonso X.

El portal cataloga las informaciones existentes sobre las Partidas, las codifica en formato XML, establece un texto crítico y mantiene un corpus de bibliografía actualizada. Es un sitio dinámico que se actualiza con entradas al modo de un blog.

Participan  investigadores de las universidades de Valladolid, Alcalá de Henares, Berkeley, York y Loyola de Andalucía. 

Puede accederse desde este enlace.


12/12/17

La Péri





La Péri es un juego narrativo inmersivo de la firma Innerspace.  La historia convierte al usuario en un príncipe que busca la flor de la inmortalidad y que encuentra a la ninfa Péri. Para jugar/leer la historia es preciso portar unas gafas de realidad virtual que nos sumergen en el mundo- un tanto esquemático- del juego. Sobre los gráficos van apareciendo los textos a medida que se descubren.





11/12/17

Generador automático de disculpas



Elizabeth Sampat ha desarrollado un algoritmo, plasmado en una aplicación, que genera disculpas de manera automática para aquellos que no sepan cómo hacerlo. Llamado Am I part of the problem, está desarrollado en Twine y demanda preguntas al usuario sobre sus acciones y preocupaciones para, finalmente, llegar a un texto generado que ofrece una disculpa correcta y las excusas razonables que puedan justificar determinado comportamiento.

Independientemente del objetivo, el programa tiene el valor de ser un experimento en la generación automática de texto dirigido a un fin.

Puede accederse a la aplicación desde este enlace.



4/12/17

Buk





Buk es un portal editorial que permite a los autores subir sus obras a la nube, seleccionar de ellas algún párrafo, crear un enlace y publicar este en las redes sociales como vía publicitaria para promocionar la obra. Todo ello de una manera elegante, con la información formateada con un estilo profesional.

El portal tiene también un canal en Twitter. Puede accederse a esta plataforma desde este enlace.






3/12/17

The 19th IEEE Symposium on Multimedia




La próxima semana se celebra en Taichung, Taiwan, concretamente entre el 11 y 13 de diciembre, el simposio MULTIMEDIA, organizado por la IEEE, un evento donde expertos de varios países debatirán sobre sistemas móviles multimedia, multimedia interactiva, historias multimedia, programación multimedia, televisión digital, hardware multimedia, juegos multimedia,  deep learning utilizando multimedia, arquitecturas GPU, streaming escalable, IoT, video teleconferencia, seguridad de datos, estenografía, multimedia 3D y transmedia entre otros asuntos.

La página del simposio en este enlace.




   

1/12/17

Vídeo en ADN




Ya se ha hablado en este blog de la posibilidad de grabar texto en el ADN, codificando cada letra como una combinación particular de los nucleótidos. Con 4 bases (adenina, guanina, citosina y timina) puede utilizarse una codificación en base 4. Puede leerse, al respecto, este enlace.



Ahora, en la Universidad de Harvard han dado un paso más, encriptando en el ADN de una bacteria E.Coli un pequeño vídeo. Se trata del galope de un caballo, basado en las fotografías que hiciera en 1872 Eadweard Muybridge con el caballo Occident y la yegua Sally Gardner en la famosa controversia sobre si los caballos apoyan o no siempre alguna pata en el suelo. Los investigadores de Harvard han codificado en el ADN cada píxel de cada fotograma, consiguiendo, primero, grabarlo y, segundo, recuperarlo. De este modo, el ADN funciona como una memoria pero con la ventaja de que su capacidad de almacenamiento es mucho mayor por volumen que sus contrapartidas en silicio.


Para grabar la secuencia se usa la técnica CRISPR que permite manipular el orden de los nucleótidos en el ADN de la bacteria. Por cierto, esta se reproducirá insertando en todos sus descendientes el vídeo en cuestión. ¡Copias piratas al por mayor!

Para recuperar la información basta secuenciar el ADN, localizar el fragmento que contiene el vídeo y convertirlo a código binario.