28/6/09

La noche del océano



El libro que recoge los relatos ganadores y finalistas del XIII Certamen literario Santoña la Mar ha visto la luz. Se presentó hace pocas semanas en el Palacio de Manzanedo de la ciudad cántabra. Recoge cinco relatos, entre los que se encuentra el mío, La noche del océano. Es un privilegio estar representado en este libro.

IV Concurso de relatos de viaje Moleskin



Mi relato El desfiladero del Taolai ha resultado finalista en el IV Concurso de relatos de viaje Moleskin, patrocinado por Ediciones Viento. Al mismo se presentaron un total de 162 relatos procedentes de todo el mundo. La ganadora fue la escritora argentina Lucía Inés Aljanati, con el relato Barco de presos. El libro con los relatos ganadores y finalistas se publicará en breve.

26/6/09

Los 7 pecados capitales: la soberbia



Desayunó poco porque cuando tenía una reunión importante quería sentirse en tensión. Y, para ello, nada mejor que un estómago inquieto y en tensión. Comprobó que el dossier estaba completo y se aseguró de que no se arrugaba al colocarlo en el maletín. Abrió la tapita de la caja del CDROM y se aseguró que su superficie estaba perfecta. Tomándolo con dos dedos por su perímetro, lo introdujo nuevamente en el recipiente. Pensó en el director general y en cómo le estarían ahora envidiando en todo el departamento. Haber sido elegido para hacer la presentación le hacía sentirse orgulloso. Sería una oportunidad única para que por fin se dieran cuenta de su valía. Verdaderamente, el asunto no era de gran trascendencia. Un estudio de mercado de un producto ya maduro de la compañía en los países asiáticos. Las ventas no superaban los cinco millones, una minucia si se comparaba con los quinientos que facturaban anualmente. Aún así, sabía que era en estos pequeños proyectos cuando uno podía realmente brillar. Nadie esperaba gran cosa de aquello de modo que una buena exposición correctamente argumentada y, sobre todo, aderezada con alguna idea novedosa podía darle el empujón que su carrera necesitaba.

Durante dos semanas había preparado concienzudamente la presentación. Había navegado por Internet hasta altas horas de la madrugada recopilando cualquier dato sobre los países asiáticos que pasara por sus ojos. Visitó dos bibliotecas y llamó a las embajadas de China e India, donde sus agregados comerciales le contaron amablemente las previsiones que sus países hacían para la próxima década, todas ellas llenas de optimismo porque no era cosa de que un representante comercial cayera en el desánimo al hablar de su país. Llamó a José Antonio, un conocido de la universidad del que sabía que había vivido tres años en Singapur. Un tipo rancio y desagradable- había pensado al colgar el auricular- pero que le informó de algunos detalles que resultarían interesantes al director general. Leyó otros cuatro o cinco informes que compañeros suyos habían hecho con anterioridad del mismo mercado. Incluso, encontró un dossier de hacía unos cinco años y del que no conocía su autoría. Apenas tres o cuatro hojas con conclusiones. Le pareció penoso tan escaso trabajo para un mercado tan importante. Aquellas conclusiones no se soportaban en nada. Pensó que todos eran muy malos y se sintió confortado al darse cuenta de que su capacidad intelectual superaba ampliamente a la media de la oficina. Sin duda, era bueno en su trabajo.

Durante tres noches redactó un primer borrador. Cuando terminó, lo releyó y se sintió satisfecho de sí mismo. Realmente, y modestia aparte, era brillante. No como los informes anteriores. Una larga introducción exponía los datos fundamentales de cada uno de los países del continente. Tras ello, había escrito un profundo texto sobre las características del producto y sus ventajas para los usuarios. Después, unas cuarenta páginas con detallados gráficos sobre la posible evolución del mercado, señalando varios escenarios. Finalmente, sus conclusiones. Pero, al contrario que en los informes anteriores, él soportaba sus recomendaciones en el amplio anejo adicional donde se apiñaban unas mil páginas de cálculos, estadísticas y recortes de prensa. Estaba orgulloso y se sintió bien consigo mismo. Dedicó otros cuatro días a realizar un largo Power Point que mejoró con numerosos elementos multimedia. Su idea era brillante. Ir creando expectación durante la presentación para, al final, dar el golpe de efecto que tenía reservado. Su idea nueva, la chispa creativa: cambiar los colores porque había comprobado que en todo el sureste asiático se volvían locos por el rojo y el amarillo.

Entro en la sala de reuniones con mucha anticipación y se ocupó personalmente de que todo estuviese conectado. Saludo altanero a dos de sus compañeros mientras pensaba que nunca llegarían a su nivel profesional. Luego salió y se dirigió al servicio. Al verse en el espejo, se gustó más que nunca. Su momento había llegado y él estaba feliz de ser el protagonista.

El Director general le saludo con cortesía pero un tanto fríamente. Los demás consejeros le miraron con desgana, como si tuvieran que pasar por un trance aburrido que odiaban. No se amilanó. Aquellos hombres reconocerían su valía unos minutos más tarde. Saludó y se presentó. El director comercial, gordo y sudoroso, bostezó.

Encendió el proyector e inició su disertación. Con el reflejo del foco apenas podía ver las caras de sus interlocutores pero supuso que estarían muy interesados. Enfatizo cómo, a diferencia de los anteriores estudios, su trabajo estaba basado en datos fidedignos y no en intuiciones que casi nunca se llevaban a cabo. Con cada afirmación que hacía aprovechaba para deslizar algún error de los informes previos para que, así, se notara aún más su superior rendimiento.

Una hora le llevó explicarlo todo y, al poco de hablar de la novedosa idea de los colores, apagó el aparato y sus oyentes se le hicieron visibles. Se sorprendió porque no parecían excitados, más bien aburridos.

El Director general le miró para hacerle alguna pregunta. ¡Ah! lo había logrado. El análisis les interesaba. El Director general estaba interesado. Probablemente, le solicitaría algún detalle, alguna aclaración precisa, que él podría contestar sin duda alguna, tan profundo era su conocimiento del tema.

- Pero ¿dígame?.... ¿para qué nos sirven todos estos datos si no nos dice cuánto podemos vender el año que viene?

No era la pregunta que esperaba pero reaccionó rápido.

- Señor, el definir objetivos de ventas basándonos en la pura intuición no es científico. Es únicamente voluntarismo. Soy de la opinión que hemos de basarnos en las estadísticas y hacer un análisis más profundo que nos indique las claves que podrían aumentar nuestro mercado. Esta presentación sólo es preliminar pero en función de todos estos datos se podrá realizar un posterior análisis que podría hacernos ver claramente la realidad. Yo me brindo, por supuesto, a colaborar en dicho estudio…

Le interrumpió el director general:

- Pero, amigo mío, no hay tiempo para todo eso, me temo. Sus colegas hicieron previsiones intuitivas en el pasado y no nos ha ido mal.

- Con todo el respeto, discrepo señor. Mi estudio, permítame decirlo atacando a la modestia, es muy superior a los anteriores. Mis compañeros no se esforzaron lo suficiente en encontrar las raíces del funcionamiento del mercado. Fíjese por ejemplo en este de hace cinco años – lo sacó de su maletín- … tres hojas mal escritas con unas conclusiones que nunca se han verificado ni cumplido. Ya, el título “Acciones en Asia” demuestra que no ha sido suficientemente meditado. Permítame llamar su atención de que yo podría serles de gran utilidad en un puesto más acorde con mis capacidades. Me formé en la Universidad de Harvard por dos años y….

El director financiero, que parecía enfrascado escribiendo garabatos en un papel, levantó la cabeza y se levantó las gafas. Miró al director general y le dijo:

- Oye, Pepe… ¿no es ese el informe que hiciste tú hace cinco años? No sabía que aún estaba archivado.


Velocity



Velocity (http://www.turbulence.org/Works/empty/ ) de Angie Eng Empty es un experimento interactivo que tiene poco de literatura (los textos son anodinos) y mucho más de exploración de mapas y fotografías. Durante algunos pantallazos atrae y capta la atención porque, sobre todo, se espera que “hay algo”, no pura interactividad sin objetivo. Pero, al rato y una vez que se han visto unas pocas pantallas, el interés decae y se abandona la lectura/visionado.

25/6/09

Memoirs from Hijiyama



Memoirs from Hijiyama (http://www.curiousique.com/jykh/major/) de Jonathan Yuen es un emotivo trabajo que rinde homenaje a las víctimas de la bomba atómica de Hiroshima. Tiene un interface que destaca por su gusto pero es una obra muy breve, con apenas unas pocas pantallas y unos pocos pensamientos

Soledad


El avión se había retrasado, de modo que estaba más cansado de lo habitual. La fila de los taxis prolongó la espera otra media hora, mientras la noche caía y las farolas de las avenidas iban iluminándose con una cadencia triste y aburrida. El chófer le habló sobre algún partido de fútbol que él no supo ubicar. Al llegar al hotel, pidió una habitación de no fumadores. Estaba dejándolo y eso le ayudaba a combatir la ansiedad de no tener un pitillo en sus labios.
No había tenido suerte en toda la semana. Todas las gestiones le habían salido mal y es que la crisis se notaba. Los clientes le daban buenas palabras pero ningún pedido. Había cenado en solitario todas las noches. Antes, algún comprador le invitaba a cenar. No estaban los tiempos ya para dispendios. Se sentó, cansado, en la cama y se aflojó el nudo de la corbata. Miró el teléfono móvil. Permanecía con la pantalla en bajo consumo. Ella no le había llamado. Y él había esperado la llamada. Pidió una hamburguesa y la comió a desgana. Conectó el ordenador, dejó el móvil abierto y se tumbó con los ojos mirando al techo y sintiendo, más que nunca, la soledad. Hacía muchos años, cuando no había ni ordenador, ni Internet, ni teléfono móvil ni chats ni nada de nada, él se sentía acompañado allá por donde anduviera. Ahora, se hartaba de cargar con una decena de kilos de aparatos electrónicos para sentirse abandonado. Pensó que era una ironía.
Encendió un cigarrillo y echó una profunda calada que le calmó los ánimos. El detector de humos hizo sonar la alarma y el teléfono rinrineó. Pensó en ella y descolgó rápido. Le llamaban de recepción recordándole que se alojaba en una habitación para no fumadores.

23/6/09

Saramago y los Blogs



En una entrevista que ha publicado el diario Clarín (http://www.clarin.com/diario/2009/06/21/sociedad/s-01943258.htm ), el escritor y premio Nobel José Saramago afirma que “con los blogs se está escribiendo más, pero peor”. Una afirmación que me parece importante ya que Biblumliteraria defiende que la literatura digital ha de ser, antes que nada, literatura; que la historia y el sentimiento debe estar por delante del artificio hipertextual o la interactividad. Lo que manifiesta Saramago es, si cabe, más a tener en cuenta porque no es un hombre ajeno a la tecnología. De hecho mantiene un blog propio (http://cuaderno.josesaramago.org/ ) y no puede ser acusado de ser una persona trasnochada y ajena a Internet.

En la entrevista de Clarín, Saramago manifiesta: : "La práctica del blog ha llevado a la escritura a muchas personas que antes poco o nada escribían. Lástima que muchas de ellas piensen que no merece la pena preocuparse con la calidad de estilo de lo que se escribe. El resultado está siendo que, a la vez que se escribe más, se está escribiendo peor. Personalmente cuido tanto del texto de un blog como de una página de novela.”


Cometas



Los días de verano son calurosos en Pekín. El estío pone a prueba a sus habitantes con altas temperaturas que se alían con una humedad asfixiante. No por ello los pekineses dejan de cumplir con sus obligaciones y las calles son una marabunta de coches y bicicletas que se entrecruzan arriesgadamente, con una coreografía compleja que parece imposible de concebir a los occidentales. El gusto por el claxon es evidente en la ciudad y las avenidas se llenan de transeúntes que caminan en mil direcciones. Muchos llevan en su mano una botella de agua o un frasco con un té de hierbas. Las mujeres se cubren con sombrillas para mantener clara su piel y resulta una paradoja que en Pekín se vean más paraguas cuando el sol aprieta que cuando llueve. La ciudad soporta con estoicismo el sofoco y, a medida que avanza la mañana, el asfalto se recalienta y las imágenes se desdibujan entre las corrientes trémulas de vapor y las volutas que suben desde la calle.


Yun Feng es una taxista retirado. Vive humildemente hacia el sur, en un barrio modesto y, en estos meses de verano, aguanta a la puerta de su casa a que el calor ceda. Es una calle tranquila, algo sucia, en la que todos se conocen. Algunas mañanas, bajo un sombrerito de paja, vistiendo sólo una camiseta sin mangas y con los pantalones remangados hasta media pierna para combatir el agobio, se acerca a la rotonda y se junta con tres o cuatro amigos para jugar una timba de póker. Unos pequeños taburetes les sirven para aislarlos del suelo pero este hace de mesa de juego. Las apuestas son de a diez céntimos de remimbí. Tampoco pueden permitirse mucho más. Algunos días regresa a casa con un yuan; otras recibe una mirada furiosa de su esposa porque lo ha perdido. Pero, como él piensa, es sólo una manera de matar el tiempo hasta que llega la tarde que es cuando Yun disfruta de verdad.


Unas horas después de la comida, la tierra ya no aguanta más y se toma su revancha. El aire tórrido que se ha pegado a los adoquines no puede soportar más radiación y, súbitamente, violentamente, comienza a ascender hacia lo alto. El aire frío en altura se desploma sobre la superficie y el viento empieza a soplar en Pekín. Los sauces que abundan en los parques mecen sus ramas y muchas de sus alargadas hojas vuelan lejos, arrancadas por la brisa. Los niños salen a jugar y los paraguas se pliegan. La gente sonríe y el oxígeno de la atmósfera se limpia.

Es, entonces, cuando cerca del Templo del cielo, el aire se llena de cometas. Para los turistas que rebuscan por buenas oportunidades del mercado de las perlas – y los tenderos les hacen creer que las encuentran con una maestría incuestionable- la imagen es de cuento de hadas. Decenas de formas, cientos a veces, se elevan tranquilas y parecen navegar entre las nubes. Las hay de todo tipo. Pequeñas y sencillas algunas. Increíblemente barrocas, otras muchas.

Yun Feng es constructor de cometas, pero las fabrica a la antigua usanza, con papel de seda de colores, varillas de cedro y cuerda de lino. Empezó a hacerlas hace muchos años, como una afición que le hacía más llevadera la larga jornada al volante. Cada atardecer, cuando el viento se ha desatado, toma su bicicleta y se llega hasta el parque que rodea al Templo. Hoy, ha traído una cometa grande, con forma de dragón. Quizá medirá más de dos metros. Su cola, cuidadosamente enrollada, surcará la atmósfera en más de veinte metros. Yun Feng la prepara con cariño y la deja escapar de sus manos con suavidad. Es experto en construirlas y, aún sin saberlo, domina la aerodinámica mejor que los estudiantes que asisten a la Escuela de Ingeniería de Pekín. El dragón se eleva y se eleva. No necesita mucho. Tan sólo corrientes invisibles de aire. Asciende unos doscientos metros y es, en ese instante, cuando muestra toda su majestuosidad. No es la más alta en el cielo. Hay otra, con forma de gigantesca mariposa, que esta tarde ha volado más. Yun Feng se siente feliz y percibe como los otros le miran con envidia. Se olvida de su anodina vida amarrado al volante del taxi, de las peleas en casa, de las dificultades para llegar a final de mes y se deja llevar por los sueños a los que le guía el dragón de papel de seda.

21/6/09

Pince-Mi and Pince-Moi






Pince-Mi and Pince-Moi (http://www.tartrais.com/pmi/) de Erik Tartrais es un sencillo compendio de sketchs animados en base a dibujos esquemáticos que cuentan historietas breves. Su valor literario es pequeño pero, sin embargo, respira frescura y humor. Puede asimilarse a las pequeñas tiras cómicas de un periódico a esos intermedios televisivos que rompen el tedio. El interface es sumamente sencillo y está basado en Flash.

Carving in Possibilities


Carving in Possibilities
(
http://collection.eliterature.org/1/works/larsen__carving_in_possibilities/index.html ) de Deena Larsen, podemos decir que es un poema digital en que cada verso (o pensamiento) va apareciendo a medida que el ratón se desplaza por la ventana mientras que simultáneamente una escultura- al principio borrosa- se va haciendo más clara. Una música enigmática acuna a esta metáfora sobre la evolución del pensamiento hacia la claridad. Los textos son normalitos.

Litchval



Litchval (http://www.guidovanderwolk.nl/epoemen/lichtval.html) del holandés Guido van der Wolk es un multitexto (http://biblumliteraria.blogspot.com/2009/06/multi-textos.html) fallido que muestra un único texto desplazarse en líneas simultáneas con una interface chillona y agresiva.


E-mails



Dicen que el ordenador aísla, que el ciberespacio nos hace solitarios y egocéntricos, que el e-mail arruina la comunicación. Quizá.

Pero hoy me has mandado un mensaje que ha volado por entre satélites y ondas, por entre nubes viajeras y antenas solitarias, para abrazarse a mi corazón de un modo que me ha emocionado el alma y susurrado que el paraíso existe ¿Me quieres? ¿Es cierto? ¿Es posible esta magia? Tengo miedo de soñar en vano, de despertar, de volver a la cordura. ¿Son posibles los milagros en la tierra? ¿Qué pude hacer de bueno para que mi imagen se detuviese en tus pupilas, para que mi voz encantase tus oídos, para que decidieses rescatar el pecio de mi naufragio o enredarte en un vida tan complicada como la mía?

El escrito no era largo pero era inmenso como un mar de azules y corales, de glaucos y espumas inquietas. ¿Quién te dictó las palabras justas, el acento tierno, los sentimientos dulces, las frases plenas de miel y estrellas? ¿Recordabas mi rostro cuando escribías? ¿Añorabas mi caricia? ¿Anhelabas un beso tanto como yo lo hago con los tuyos? ¿Ansiabas la pasión de la piel solitaria que añora a su compañero? ¿Eras feliz al redactar el mensaje, al menos sólo una centésima parte de lo que yo lo he sido al leerlo? Es simple- tú lo has dicho- ser feliz. Al cabo, decir que amas, oír que eres amado.

Tu mensaje no era largo pero era inmenso. Tengo envidia del teclado que acariciaste al escribirlo, de la pantalla que reflejaba tus ojos hermosos, de la luz cálida que te envolvía, del pijama que llevabas puesto, de la balada que sé que escuchabas en el ordenador.

Cuando lo enviaste, justo en el instante en que pulsaste la tecla, se rasgó el ciberespacio con una sinfonía virtual de arpas y corcheas para que toda tú, sin darte siquiera cuenta, cruzaras el firmamento y yo pudiera sentirte tan cerca, tan mía, tan presente como te tengo ahora, envuelto en este embrujo que me torna ingrávido.

No te olvido. No puedo ni quiero



No te olvido, no. No podría. Estás en mí, te tengo presente aunque no lo parezca. Nunca te irás. No puedo, no quiero olvidarte. Y, muchas veces, te lloro y te estimo. Y, otras veces, Van Morrison y Lluis Llach – te gustaban tanto - me sumergen en la más negra de la tristezas.

Las amapolas llenan el campo y huele a hierbabuena, como cuando nos sentábamos a la ribera del río que te vio jugar de niña, donde me contaste tantas cosas, donde la brisa de verano acunaba tu cabello negro, donde te idolatraba, donde consumamos nuestro amor y nos besamos tantas veces. Sé que me estarás viendo y miro al cielo – dónde, si no, puedes estar- y quisiera saber que me entiendes. A veces, estoy perdido, muy perdido. ¿Por qué te fuiste?

Las amapolas han renacido. Tú no puedes. Tú te has ido. Y yo me quedo atónito sin entender que el mundo siga teniendo primaveras y que yo vuelva a respirar con dicha a pesar de que no te tengo. Es todo tan complejo y estoy tan perdido.

18/6/09

Yin Lili


Conocí a Yin Lili en un Jumbo que volaba de Londres a Pekín. Era – lo es aún- una mujer muy hermosa, originaria de Xian, con una piel bronceada inhabitual en una oriental y unos ojos negros que contaban historias de pasión y dulzura. Su cuidada y ondulada melena caía hacia un lado en una pose estudiada mil veces frente a un espejo. El maquillaje, el justo. Su cuerpo era pequeño pero unos zapatos de tacón alto que dejaban ver, las más de las veces, sus delicados pies y sus uñas barnizadas la hacían extremadamente elegante. Aquel día vestía un pantalón ajustado, nada llamativo en lo formal si no fuera porque amoldado a su cuerpo la hacía parecer excepcionalmente atractiva. Un jersey amplio, de un color siena muy conjuntado, se completaba con un pañuelo de seda – por supuesto, china- alrededor del cuello. Sin duda, hacía que los hombres se percataran de su presencia y ella era perfectamente consciente de ello. A unos se les antojaba un ser delicado y etéreo, a otros una mujer fervorosa bajo las sábanas. Lo que estaba claro es que a ninguno nos resultaba indiferente. Y, en contra de lo que pudiera imaginarse un lector de conclusiones precipitadas, era una mujer muy conservadora, amante de las tradiciones, hogareña y que confiaba en casarse con el hombre de su vida al cual aún no había encontrado.


Yin Lili era – lo sigue siendo- espía industrial. Nada que ver con esos cutres y oscuros asuntos de agentes secretos y asesinatos en callejones lúgubres. Trabajaba para una empresa que se dedicaba simplemente a vender información industrial al mejor postor. La competencia era – y es- muy dura en todo el mundo y una pequeña ventaja puede resultar decisiva. Saber de antemano qué planea la competencia, qué nuevas fábricas piensa inaugurar o qué productos introducirá en el mercado son informaciones muy valiosas y muchas compañías pagan por ellos. A veces, esas empresas sólo buscan conocer datos del mercado. Cuánto venden; o cuántos empleados son; o cual es el salario del director comercial. No es fácil determinar estas cuestiones preguntando directamente o recurriendo a encuestas. El noventa por ciento de las respuestas son falsas o interesadas y, por tanto, carecen de utilidad. Aquí es donde Yin Lili aportaba su experiencia y su trabajo.


La primera vez que la vi no fui consciente de qué estaba en plena jornada laboral. Yo había entrado de los primeros al avión y estaba ya sentado. De hecho, la mayoría del pasaje estaba ya acomodado en sus asientos. A mi izquierda, al otro lado del pasillo, se apoltronaba un gringo cuyas entradas anunciaban una calvicie total en un par de años, con gafas oscuras y un anillo de oro grande en su mano izquierda. Iba bien trajeado con alguna cosa de Armani pero la corbata le delataba como procedente de Arizona o Arkansas. O cuando menos como un gran admirador del Pato Donald que era la figura que estaba estampada en la tela.


Ella entró de las últimas- luego supe que ese era el primer paso del juego- con una enorme bolsa de Dior que apenas podía manejar a lo largo del estrecho pasillo. Su asiento era el que estaba junto al americano. Llegó a su altura y le saludó educadamente. Sin ningún aspaviento, pero fue suficiente para que el hombre navegara disimuladamente por las curvas de su cadera y la perfección de sus muslos. Era de baja estatura, el paquete enorme y el compartimento de equipajes demasiado elevado. Lo intentó durante unos segundos – luego supe que aunque la cabina estuviera vacía ella nunca introduciría la bolsa correctamente- y con cara desvalida miró al pasajero. A este le faltó tiempo. Solícito, se levantó y preguntó:


- May I help you, Ma’am?
- You are so kind – replicó ella, con una sonrisa que parecía un cielo. Debo señalar que su inglés era perfecto y que, además de su chino natal, se defendía bien en francés y en alemán.


El hombre colocó la bolsa y dejó, gentil, sitio para que Yin se sentara en su asiento. Ella le agradeció varias veces la ayuda y, poco después, charlaban animadamente. Que si ella había estado de compras por Europa y regresaba a su hogar; que no, que no tenía novio; que cómo es posible que una mujer tan bella no lo tenga; un risa tímida por aquí y otra más pícara por allá. Para cuando sirvieron la cena, él le estaba explicando de su viaje a China para estudiar la viabilidad de instalar una nueva planta de fabricación de ropa. Dio detalles de la inversión – oh, my God, qué cantidad de dinero, dijo ella-, de cuántos empleados iban a contratar, de los salarios y de mil cosas que ella guardaba en su más que notable memoria. A mitad del trayecto, el avión atravesó una zona de turbulencias y ella, que realizaba dos vuelos intercontinentales por semana, fingió alterarse y buscar el ánimo de su compañero de fila. Él le dijo que no pasaba nada – don´t worry. It is just some wind- y pensó que ella le miraba como al macho protector que era.


El vuelo terminó y se despidieron cortésmente. Él la ayudó a bajar la valija y agitó su mano con un So nice meeting you mientras se alejaba tras un chófer que portaba su nombre en un cartelón blanco.


Tres días después, Yin Lili volvería a Londres o a París. Su empresa ya se habría ocupado de reservarle un asiento justo – qué casualidad- al lado de algún hombre de negocios previamente elegido. Los días intermedios no eran de asueto. Yin debía preparar memorándums, poner en limpio todo lo que su cerebro había ido acumulando durante las horas de vuelo, ordenarlo de manera conveniente para sus clientes y sugerir nuevas acciones. Era una gran profesional y su trabajo estaba muy bien valorado por sus superiores. Luego supe que en aquella ocasión recomendó presentarse- por casualidad- al empresario contactado y ofrecerle unos terrenos para su nueva factoría. Dio el precio que el cliente estaría dispuesto a pagar por los terrenos por lo que bastó ofertar algo por debajo del target price para colocar una finca que no servía más que para pastaran las cabras. Pero cuando estaba en su casa o en un hotel, se sentía ella misma, con su pijama grandote y sus sandalias planas, con Diana Krall sonando en el laptop y un room service de carpaccio y ensalada de frutas.


Durante un año la vi repetir el ritual con una precisión matemática. Cambiaba su vestuario, la bolsa y los zapatos – pero siempre sus bellísimos pies al descubierto- mas el proceder era exacto. Y nunca vi que ninguno de aquellos hombres dejara de contar lo que ella deseaba que contaran.


Luego, mi empresa cambió su política de viajes y recortaron los gastos. Dejé de volar en business class y me obligaron a tomar vuelos de compañías de bajo coste. Me pregunto qué proyecto industrial estará ella investigando en este momento mientras vuela por encima de Moscú y de Ulan Bator.

Cosas del querer





Te siento aquí presente, aunque no te veo.
Tan cerca estás, aún cuando estás tan lejos.
Sin que tus manos me toquen, me acaricias.
Percibo tu aroma y el leve roce de tu aliento.
Huele a azahar y a lavanda, a cilantro y a gardenias.
¿Cómo es que te siento a mi vera, ansiado cielo,
cuando entre ambos un mundo se extiende inmenso?

Cosas del querer.


Quiero soñar y para ello no duermo
porque, en mi mente, despierto te recreo
con la ilusión del amor fresco, del aire limpio.
Dibujo tu rostro en mi memoria,
anhelo que me acurruco en tu regazo,… aunque estés tan lejos.
Hay estrellas en el cielo,
hay estrellas y te quiero.

Cosas del querer.



No me reconozco al mirarme en el espejo.
Tan feliz me veo, tan dichoso
con esa sonrisa que llega del ensueño
de que me ames, de que sea cierto.
¿Qué me has hecho, mujer tierna? ¿Qué me has hecho?
Tan dulce es tu imagen y el deseo.
Te he esperado. Qué bueno que has venido, vida mía. Qué bueno.

Cosas del querer.




No sé cómo son tus labios, ni las ondas de tu pelo.
No sé cómo es tu piel.
No conozco el secreto de tus muslos ni las nubes de tus pechos.
No he recorrido tu espalda, poco a poco, con esmero.
Y tu vientre aún no me ha seducido.
No conozco cómo te acunas en mi hombro
mientras te admiro, mientras te beso.
No conozco el arco iris de tus ojos
ni el gemido de tu anhelo,
ni el escalofrío de tus caricias de mariposa.
¿Cómo es que te necesito tanto,
a qué viene este tumulto, este deseo?

Cosas del querer


16/6/09

Multi textos


Una posibilidad de la literatura digital, difícilmente realizable por medios convencionales, es proponer diversos textos para su lectura simultáneamente. En su versión más sencilla, por ejemplo, podría tratarse de una serie de filas o de columnas en cada una de las cuales fueran trasladándose una historia diferente. Algo así como el efecto Matrix pero dotando de sentido a cada unidad de texto, a cada frase deslizante. Incluso pueden incorporarse enlaces entre una y otra línea de manera que, al pulsar sobre él, cambie el párrafo del texto seleccionado.

Podríamos imaginarnos, por ejemplo, una pantalla con cuatro filas en las que, en la superior se deslizase como en una marquesina el Quijote, en la siguiente – y quizá en sentido contrario- poemas de Quevedo; una fila más abajo el Tirant y en la ventana más inferior el Tenorio de Zorrilla. La velocidad debe ser, obviamente, lenta para que un lector convencional pueda siquiera seguir las narraciones. Se trataría, así, de un multitexto dinámico en que el foco no depende del lector exclusivamente. En un hipertexto convencional es el usuario el que decide en gran parte qué quiere leer. En un multitexto dinámico no es así porque, si no decide leer una parte en un momento muy preciso y no controlado por él, ya no lo leerá. El tren habrá pasado sin retorno. Esto crea una inquietud adicional que otros hipertextos no tienen. Pero también un desasosiego que puede interferir con la concentración necesaria para disfrutar de la lectura.

¿Pero cuál es la reacción del usuario? ¿Sigue una de las narraciones, obviando el resto? ¿salta de una a otra según le llamen la atención las frases mostradas? ¿En tal caso, pierde el interés por las obras? Las pruebas que he realizado sugieren que el lector tiene dos comportamientos principales. O se centra en uno de los textos y lo sigue con independencia de los otros, prestando atención a la narración, a la historia; o salta de aquí para allá prestando atención sólo a la belleza literaria de pequeñas frases, sin atender al contexto o al conjunto de la trama. Al parecer, nadie es capaz de concentrarse en ambos aspectos: la trama y el cómo está escrita esa trama.




Humanidad


Peter Reotyeberger colgó su gabán en el perchero y cerró la puerta. Olía a lavanda y eso le hizo saber que Susan estaba esperándole. Se alegró de que así fuese. Había tenido un día pesado, con trabajo acumulado, y su presencia siempre le reconfortaba. Subió las escaleras del loft y la encontró leyendo, sentada en unos cojines esparcidos por el suelo. Ella no se percató de que él llegaba. Estaba hermosa, enfrascada en el texto. Llevaba puesta una camiseta azulada – como sus ojos, pensó- y unos pantalones amplios. Estaba descalza. A Peter Reotyeberger siempre le encantaba ver sus pies delicados, con las uñas cuidadamente pintadas de aquel granate, casi negro, que tanto le gustaba. Se acercó por detrás y la besó en el cuello, sobresaltándola. Se sonrieron.

- ¿Qué tal el trabajo? – preguntó ella tras saludarle con un beso.
- No ha sido mi mejor día pero no te preocupes. Ya sabes lo que decimos siempre.
- El trabajo se queda a la puerta de la casa- contestó Susan sonriente.
- Exacto. Déjame que tome una ducha antes de cenar. ¿Puedo?

Por el mohín coqueto y sensual de Susana, Peter supo que ella deseaba una cena corta y una noche larga. Le acarició la mejilla y la volvió a besar.

- No tardo un minuto.

Cuando salió, con el pelo aún alborotado por el agua y el champú, dos sándwiches humeantes estaban en la mesita del salón. Un piano de jazz sonaba en el estéreo y la luz era la justa. Había ya anochecido y las ventanas de las casas de enfrente comenzaban a iluminarse formando dibujos sobre las paredes. Bebieron un Merlot y brindaron – era una costumbre que no abandonaban a pesar de los años de convivencia- con sus brazos entrecruzados.

La desvistió lentamente tras besar cada milímetro de su cara. Era ya otoño, una de esas tardes en que aún no hace tanto frío como para encender la chimenea pero tampoco es agradable estar desnudo. Se metieron bajo las sábanas y la colcha de gamuza. Era su mundo, su hogar. Allá dentro, el mundo podía esperar. Ella le atrajo hacia sí y él se perdió en el éxtasis de sus pechos y en la magia de su vientre. Se gustaron largamente. Tenían toda la noche. Al terminar, ella le miró inquieta.

- ¿Estás preocupado? – preguntó – ¿Ocurre algo en el trabajo?
- ¿Dónde se queda el trabajo? – repuso.
- Ya lo sé, ya lo sé. A la puerta de la casa – le peinó el cabello con una caricia- pero alguna vez me gustaría que me contaras qué haces.
- Ya lo sabes. Negocios inútiles pero que dan dinero. Tratar con personas que tienen problemas financieros, básicamente. Ayudo a unas y amargo a otras, según me ordenen los jefes. Nada excitante, créeme.

La abrazó y ella se sintió segura entre sus brazos, sintiendo su olor y mirando sus ojos. Poco antes de que el sueño la venciera, aún acurrucada en él, le dijo:

- Eres el hombre más sensible y tierno que nunca he conocido. Soy muy afortunada. Eres tan humano. Tan humano.

Él sonrió y la besó.

Por la mañana, procuró no hacer ruido. Susan dormía aún tranquila. Degustó la silueta de sus muslos que asomaban por entre las sábanas y sintió que ella lograba trasladarle a otro mundo. La besó suavemente y salió hacia la oficina.

- Hombre, Peter. Le estaba esperando – un hombre de pelo cano, quizá de más de sesenta años y a todas luces pasado de peso, lo esperaba acomodado en un sillón.
- Señor Martins – contestó Peter con un gesto cortés de su cabeza.
- Tengo un asunto urgente hoy para usted.
- Usted dirá, señor Martins.
- ¿Recuerda a Uwe Tinerman?
- ¿El tendero de la calle 36? – Reotyeberger le recordaba bien. Le había ya visitado dos veces porque se retrasaba habitualmente en los pagos.
- Sí. No aprende, Peter. No aprende. Y es un problema para nuestra organización. ¿Se ocupa hoy del asunto definitivamente?
- Cómo no, señor.

Peter Reotyeberger condujo su BMW hasta la calle 36 y aparcó en doble fila. No esperaba tardar mucho tiempo. Entró en la tienda y el dueño se sobresaltó, retrocediendo hacia el almacén.

- Necesito tiempo – balbuceó el tendero – me deben dar un poco más de tiempo

Peter Reotyeberger no contestó y se limitó a ajustar el silenciador a su revólver.

- Por favor, se lo suplico – gimió el hombre. Peter Reotyeberger no hizo caso de la súplica.
- Sea humano, por favor. Sea usted humano conmigo, por Dios se lo pido.

A Peter Reotyeberger aquellas palabras le parecieron lejanamente familiares pero no supo saber de qué. Apuntó y disparó.

No falló.



Soliloquy



Soliloquy (http://collection.eliterature.org/1/works/goldsmith__soliloquy/index.html) de Kenneth Goldsmith es una obra digital en la que los textos van descubriéndose a medida que el cursor se traslada por la pantalla. Es un compendio de lo que el propio autor dijo en una determinada semana de 1996 desde el momento en que se levantó el lunes hasta que se acostó el domingo. El texto completo es un documento electrónico convencional mientras que la obra que aquí se comenta es un resumen del texto.

No tiene nivel literario pero muestra una técnica de visualización de textos interesante.

Horizonte de sucesos




En algunas zonas del espacio infinito, la materia se concentra en una marabunta gigantesca que se comprime y lo atrae todo. En un inicio, se trata de una semillita humilde que modestamente atrae polvo cósmico, moléculas y guijarros errantes. Nada anuncia que llegará a ser algo más que una anécdota en el universo. Pero, durante eones, poco a poco, los átomos se confinan unos junto a otros, lenta pero inexorablemente. Se acumulan, se aprietan, se refuerzan entre ellos. El conjunto va cobrando fuerza. Cada hora, su fuerza gravitatoria aumenta y es capaz de atraer más y más grandes cuerpos en un efecto acelerado, como una bola de nieve que crece más poderosa cuanto más grande es. Ya no se trata de una anécdota sino un fenómeno notable, que ejerce su influjo a muchos años luz de distancia. El cíclope se va haciendo más poderoso hasta que un día, casi de pronto, su fuerza de atracción es tan desmesurada que todo lo que se le acerca es engullido sin ninguna posibilidad de huída. Ni la luz, con su inusitada velocidad, puede escapar. Los rayos de claridad que osan aproximarse son atraídos y nunca vuelven a volar por el espacio. La pequeña simiente de materia se ha convertido en un agujero negro, un majestuoso e imponente torbellino que altera el cosmos entero.

Los cosmólogos cuentan que el agujero negro tiene, entonces, un horizonte de sucesos. Es aquella frontera que marca el no retorno. Una vez que un cuerpo llega a ese punto, a esa frontera intangible e invisible, cae irremediablemente en el corazón del leviatán. Sin posibilidad de escape. Para siempre.

Durante veinte años, sin saberlo, el afecto por ti ha estado haciéndose más fuerte cada día sin sentirlo, sin quererlo, sin percibirlo. Y ha crecido hasta llenarlo todo. Ayer crucé tu horizonte de sucesos.

14/6/09

Cursos de verano

Del 8 al 10 de julio, se impartirá en Logroño un curso de verano titulado “El libro electrónico: un universo de bits” donde se tratará sobre el fenómeno incipiente de los e-books. El programa es:


  • La lectura en el entorno digital.

  • El impacto de la digitalización en las bibliotecas.

  • Evolución histórica de las tecnologías de la escritura y sus soportes.

  • El papel de las bibliotecas en la era digital.

  • El libro en las redes sociales.

  • La publicación digital en el entorno académico.

  • Libro electrónico y propiedad intelectual.

  • La gestión del libro electrónico en las bibliotecas

  • Proyectos de digitalización en marcha: Google Book Search.

  • Presentación de experiencias del mundo del libro en el entorno digital.

Organizado por la Fundación de la Universdiad de La Rioja, los cursos se desarrollarán en el Ateneo Riojano. Para más información, se puede visitar la web http://fundacion.unirioja.es/cursosdeverano/cursos.shtml

Letras en línea




Letras en línea
(
http://www.letrasenlinea.cl/ ) es una muy interesante revista electrónica que cuenta con una serie de artículos sobre hipertexto que me parecen de obligada lectura (http://www.letrasenlinea.cl/hiper.htm ). Los ensayos tienen un gran nivel y la estética del sitio es excelente.

La web está soportada por el Departamento de Lengua y Literatura de la Universidad Alberto Hurtado de Chile y el equipo editorial está formado por Matías Ayala, Fernando Pérez y Paula Dittborn.

El riesgo colaborativo


La propuesta de Andrés Nieto (http://www.anieto2k.com/wiki/index.php?title=Novela ) para una wiki-novela colaborativa es un buen ejemplo de que la aportación libre, la no linealidad, la colaboración anárquica no tiene por qué ser un valor. Y de que la digitalidad no controlada puede ser más un cáncer literario que un aporte. Esta wiki novela empieza en el 2005 con textos más que correctos, bien trazados, con una trama que apunta buenas maneras. Y empiezan a entrar ¿colaboradores? que lo van destrozando. El sitio está bastante inactivo, quizá porque tras la entrada de los vándalos, los escritores que algo tenían que aportar decidieron no hacerlo.

12/6/09

Sunshine 69


Sunshine 69 (http://www.sunshine69.com/69_Start.html) es un hiperrelato hipermedia en el que se narran, de forma no lineal, pequeños hechos de una serie de personajes en el verano del 69. Se combinan personajes, mapas, músicas de la época (casi todos los enlaces no funcionan), hechos históricos. Y permite una triple navegación. A través del tiempo, a través de los lugares citados y a través de los personajes. Su estética es simple, muy de aquella época y sin grandes complicaciones de programación o visuales. La idea es interesante porque podía haber dado lugar a una obra autocompleta en donde la trama principal se ampliara y completara con los hechos históricos. Pero es demasiado confusa, ideológicamente cuestionable en algunos momentos y en ocasiones repetitiva.

Tumulto desbordado


Leí alguna vez que la poesía nació con la escritura. Quizá, cuando un hombre, llorando un amor perdido o anhelando uno por llegar, garabateó su melancolía en un pergamino para que siempre perdurara. Pero eso no es cierto. Ayer, me lo demostraste. La poesía es, sobre todo, palabra dicha cara a cara. Me encandilas cuando me cuentas cosas y, sí, lo reconozco, el sentido del tiempo desaparece. Porque cuando hablas, sin proponértelo siquiera, recitas. Me encanta cómo sabes describir los sentimientos, lo que los construye, lo que los hace crecer, lo que nos hace disfrutarlos. Encuentras la palabra justa, la expresión exacta, la metáfora no escrita que a mí me hubiese costado una eternidad idear, el matiz que lo hace todo comprensible de súbito. Me pregunto, entonces, cómo no se me había ocurrido expresarlo así antes a mí, tan clara es su perfección, tan evidente es que yo también lo he vivido. Es un deleite escuchar cómo pintas el atardecer a la orilla de la playa; o los caminos de arena que peregrinos y jinetes comparten; el sabor de un vino joven y frío en el porche; el cariño al preparar la comida; los besos robados al tiempo que se escapa; la luz nacarada de una luna siempre presente. Parecía que sonaba la guitarra cuando me contaste de los amaneceres con canciones suaves e íntimas. Sentí ese escalofrío dulce que la piel desea cuando me hablaste de la necesidad de una mano amada a la que agarrarse. Me gustó conversar de mi pasado – ¡lo necesitaba tanto. Gracias por eso!- porque tú me conversaste sobre el tuyo. Me rendí con tu rendición. Me enternecí con tu ternura. Suspiré con tus suspiros. Te entendí porque me entendías. Miré en tu mirada – esa que siempre se torna tan sugestiva después de las nueve- para descubrir el lujo de tu alma, la envidia de cómo eres, de cómo sientes, de cómo quieres. Aunque soltaras mi mano, que había sobrepasado la frontera del atrevimiento.
Luego, cuando tuve que dejarte (joder, qué mal llevo eso de dejarte, de darte un beso de amigo, de ver cómo te alejas) sólo pensaba en el Iguazú. Fíjate qué tontería ¿no? Mi vida encauzada, ya ancha de experiencias que vertieron en ella los afluentes del tiempo, en camino lento hacia el aburrimiento del mar. Como el río que cruza la selva, tranquilo. Y, de pronto, se interpone una hondonada que atrae la corriente, por sorpresa, sin avisar, allá dónde antes nunca había ocurrido nada, ineludiblemente, sin posible marcha atrás, como si de un imán gigantesco se tratara. Entonces, las aguas dejan de ser mansas y recobran el ímpetu de cuando nacieron jóvenes allá en las cumbres. Bullen atrevidas, se aceleran en un instante, se arremolinan y cada gota disputa el llegar la primera al precipicio para caer gozosa en él. El río, así, deja de ser mediocre e insípido para sublimarse en el prodigio de la catarata, en el riesgo de lo desconocido, en un alboroto lleno de vida, adornado por un caleidoscopio de colores.
Y yo me sentí Iguazú. Sentí que un tumulto desbordado de sentimientos me colmaba y se desparramaba excitado por un cauce nuevo. Me ví arrastrado al vacío. Qué dulce vacío. Qué deseada caída.
Estoy confundido, sí. Pero qué gozo de confusión. Y me siento afortunado por el júbilo de la ilusión renovada, por la vida henchida otra vez de oxígeno, por los sentidos emborrachados de tu belleza y de la poesía de tu voz.



8/6/09

Conferencia internacional de creatividad computacional


Del 7 al 9 de enero del próximo año 2010 se celebrará en Lisboa la primera Conferencia internacional de creatividad computacional (http://plone.dei.uc.pt:8888/icccx ) . En este momento, y hasta septiembre, está abierto el plazo para proponer ponencias. Los tópicos que se tratan son la comprensión de la creatividad por ordenador, las búsquedas heurísticas, razonamiento analógico, modelado del comportamiento humano, sistemas expertos, aspectos sociales de la creatividad, aplicaciones concretas del ordenador a la creación musical y literaria, etc.

El ojo de Udyat





La nieve había cubierto las calles hacía semanas y el río Neva se había helado de modo que algunos chicos habían bajado a patinar sobre él. Al coronel Santanov siempre le había parecido que San Petersburgo era mucho más bello en invierno, cuando la luz se reflejaba sobre el hielo y el azul del cielo teñía la ciudad de un aura extraña y mágica. Aquel día, sin embargo, Santanov no se percataba de nada de ello y se dirigía deprisa hacia la central de inteligencia de la avenida Nevski. Si las informaciones que le habían transmitido eran ciertas, quizá no hubiera más bellos amaneceres sobre el Ermitage. Bajó del coche oficial, saludó al soldado que hacía de centinela y tecleó su contraseña secreta en el frontis de la puerta blindada. Con un ruido de cerrojos, se abrió una mampara metálica y Santanov entró en la sala.

- Ah! Coronel Santanov. Sea bienvenido, – el general Yaskev le tendió la mano, al tiempo que otros cuatro militares de menos graduación le saludaban marcialmente- creo que conoce a todos los presentes: Karpov, Illinenko de la Marina, Rosiev y Kartunrin del mando central de las fuerzas nucleares.Hubo unos breves saludos, se sirvió un café caliente y el general les pidió que abrieran sus informes.

- Señores, seré breve porque todos conocen la situación. Un número indeterminado de cabezas nucleares ha sido sustraído de la base de Vladivostok. Por supuesto, nuestras tropas han formado un cordón de seguridad alrededor de las instalaciones y todo nuestro personal de los servicios secretos se halla buscando alguna información que nos pueda decir quién ha robado las armas, cuántas han sido robadas y dónde se encuentran.


- ¿Americanos? ¿Chinos? – interrumpió Illinenko.

- No lo sabemos. Nuestro servicio de inteligencia se inclina a pensar que pueden ser terroristas. Lo cual, como es fácil comprender, hace todo esto aún más peligroso. Si una bomba nuclear fuese detonada en, digamos, Nueva York… ya saben lo que ocurriría.


- Terroristas que se comunican en clave, por lo que parece – dijo Karpov


- Así es – contestó el general- La única información que tenemos es un mensaje interceptado a un hombre que murió ayer en un hospital, de cáncer fulminante. Un tumor tan acelerado sólo puede ser debido a haber estado en contacto con una potente fuente radiactiva lo que nos hace creer que el sujeto tenía algo que ver con la desaparición de las armas. La nota estaba en su ropa. Es claro que se trata de un código secreto pero no logramos entenderlo. Pueden leerlo en el dossier.


Santanov tomó la copia que tenía en su carpeta y se preguntó qué sentido tenía todo aquello:



En el infinito sabrás cuán grande es el conjunto y en su nombre conocerás dónde se encuentra.



- ¿Qué es este dibujito? – se sonrió Rosiev- parece un jeroglífico. Igual son los árabes, los egipcios, los que están detrás de todo este asunto. ¿Y este texto de novela barata de miedo? Infinitos, conjuntos…suena a matemáticas o a astrología, ¿no?


- Quiero que se pongan a trabajar inmediatamente – la voz de Yaskev se había tornado dura e imperativa-. No es fácil ocultar una cabeza atómica porque allá donde esté dejará un rastro radiactivo que nuestros hombres y nuestros aviones podrán detectar. No hay duda de que, con tiempo, las encontraríamos todas. El problema aquí, señores, es precisamente el tiempo. Nuestro país es enorme y para saber dónde se hallan necesitaremos mucho tiempo, sobre todo teniendo en cuenta que no sabemos cuántas bombas han sido robadas. Y, si antes de que las encontremos, alguna explota…habremos muerto todos al día siguiente. Señores, amigos, camaradas, necesito todo su esfuerzo.



Santanov regresó a su despacho con la profunda inquietud del que se sabe frente a un terrible destino y no tiene fuerza alguna para cambiarlo. Estaban en manos de aquellos terroristas. Quizá hubieran sustraído una sola bomba. ¿Pero si fuesen diez? Precisarían meses para encontrarlas y seguro que mucho antes harían estallar alguna, llevando a la Humanidad al desastre.

No había desayunado y estaba hambriento. Pidió a su asistenta que le trajera un poco de sopa y un filete. Su padre siempre le había enseñado que se piensa mucho mejor con el estómago lleno. Lo comió con ganas. Al terminar, apartó la bandeja y se puso a mirar fijamente el mensaje interceptado. ¿Qué significaba aquel dibujo? Lo cierto es que parecía un imperdible o un gancho de algún tipo. Quizá los ladrones usaban grúas con garfios para levantar las bombas. ¿Y aquel galimatías de conjuntos infinitos? ¿Habían robado infinitas bombas? No. No. Todo aquello era una locura. Estuvo dándole vueltas durante dos horas y sólo consiguió que le volviera a entrar hambre, así que llamó a Maria Antoniova, su criada, para que retirara la bandeja de la comida y le trajera otra con un buen pedazo de tarta para merendar. Era una mujer mayor, quizá más de sesenta años, oronda, y siempre con los mofletes sonrojados. Entró, saludó al coronel, recogió la bandeja y se quedó mirando el dibujo. Santanov se asustó por haber sido tan indiscreto y dejado un documento secreto a la vista de una sirvienta. Ella, no obstante, rió y le dijo:


- Ah, señor, ya veo que hoy no tiene muchas ganas de trabajar y se dedica a resolver acertijos del periódico. Diga que sí, que con este frío sólo apetece divertirse un poco. Pero – miró otra vez al dibujo- no me diga que no sabe resolver este. Es muy fácil. ¡Seguro que es de la Gaceta del Neva que siempre los pone muy sencillos! Este es el ojo de Horus. Lo sacan muy a menudo en las adivinanzas.

¡Horus!- pensó el coronel- ¿Estará en lo cierto esta vieja loca? Corrió a la biblioteca y rebuscó en todos los libros que pudo. Efectivamente aquel dibujo era un ojo, el del dios Udyat. Y toda la clave del asunto debía estar en él. Ahora que ya tenía una pista segura, debía esforzarse en solucionar aquella pesadilla.



No serían ni las seis de la mañana del día siguiente cuando el general Yaskev recibió la llamada de Santanov. ¡Lo tengo!, le había dicho al tiempo que había pedido una reunión y que se enviaran tres o cuatro divisiones especializadas al Cáucaso junto a aviones radar de detección lejana. Todo estaba en marcha para cuando empezó la junta.

- Usted dirá querido Santanov. ¿Es cierto que ha resuelto el enigma? Por favor, díganos todo lo que ha averiguado – le pidió el general-. Tengo a medio ejército en el Cáucaso por su culpa.

Santanov se levantó y se colocó enfrente de una pizarra. Por supuesto, ocultó que la idea se la había dado su sirvienta porque tampoco era cosa de que se burlaran de él.

- Verán, señores. Comprobé ayer que este dibujo corresponde a un símbolo egipcio que representa al ojo del dios Udyat. Me van a permitir aburrirles con algo de mitología pero es imprescindible para que comprendan la situación. Udyat era uno de los dioses egipcios más antiguos. La leyenda contaba que era hijo de Osiris el cual fue asesinado por su propio hermano, el dios Seth. Udyat quería vengar la muerte de su padre y, así, entabló combate con su criminal tío. La lucha entre los dioses fue terrible y, en la batalla, Udyat perdió un ojo que le fue reconstruido usando otro arrancado a un halcón, un ojo mágico con el cual podía ver incluso el futuro y todo aquello que estaba escondido.

- ¿Quiere ir al grano, Santanov? El tiempo corre en contra y todas estas historietas no nos llevan a ninguna parte – interrumpió Karpov.

- Al contrario. En este ojo está la clave de todo. A Udyat le llamaban también Horus. ¿Y saben qué significa ese nombre?.... “El elevado”. Señores, han escondido las bombas en el lugar más elevado del país. Recuerden la nota: “y en su nombre conocerás dónde se encuentra”.

- ¡El Cáucaso!- exclamó Yaskev- Ahora entiendo el porqué de mandar al ejército allá.

- Pero seguimos sin saber cuántas bombas han robado – terció Kartunrin.

- Lo sabemos. – contestó ufano el coronel Santanov- El ojo no sólo representaba al dios. También sirvió durante siglos para contar el volumen de grano que cabía en los depósitos del reino. La unidad era el khar pero esta representaba una gran cantidad de trigo de modo que los funcionarios reales necesitaban otras unidades más pequeñas que eran fracciones del khar. Vean este dibujo, por favor:





- Como observarán- prosiguió Santanov- cada parte del ojo representaba en el antiguo Egipto una de las diversas fracciones que se usaban para repartir los cereales. Cuando un labriego debía recibir cierta cantidad le daban un recibo con uno de los trazos, el cual representaba cuánto trigo o cebada debía de tener. Por ejemplo, si debía ser pagado con 1/64 de khar, recibía un pedazo de arcilla con la marca:


- Pero esto no nos lleva a ninguna parte- dijo Kartunrin-. No irá a decirnos que tenemos que buscar un octavo de bomba o un medio de bomba. Seamos serios, Santanov.

- No, no lo entiende. Si se fijan bien, el ojo incluye una serie de términos que empieza en 1 y sigue con ½, ¼, 1/8, 1/16, 1/32, 1/64…. Así podría seguir hasta el infinito. Recuerden la nota: “En el infinito sabrás cuán grande es el conjunto”. El mensaje nos está diciendo que sumemos infinitos elementos. Se trata de una serie geométrica cuya suma de términos, como seguro que recuerdan, - Santanov escribió en la pizarra - se puede formular como:



- Señores – concluyó Santanov- estamos buscando dos bombas que están ocultas en los montes del Cáucaso. Como decía el mensaje en clave, en el infinito hemos sabido cuán grande es el conjunto… de bombas. El conjunto es de dos. Simples matemáticas, camaradas.

Sólo cinco horas después, los aviones de detección radiactiva localizaron dos focos cerca del monte Elbrus que fueron rápidamente rodeados por fuerzas especiales del ejército que saltaron en la zona desde helicópteros. Una hora más tarde todo había concluido. El asalto fue silencioso y eficaz, las bombas fueron recuperadas y diez insurgentes quedaron detenidos. No hubo bajas. El caso nunca salió a la opinión pública y a los periódicos se les dijo que se habían desarrollado unas maniobras rutinarias ya previstas desde meses atrás. Santanov fue ascendido a general y, desde entonces, prestó mucha más atención a los cotilleos de su sirvienta Maria Antoniova.






7/6/09

Los días en que no estás



Los días en que no estás, no sé por qué será, parecen más largos. No es únicamente tu presencia lo que falta. Parece como si te llevaras contigo todas esas pequeñas cosas que hacen alegre una mañana. O una tarde. O una noche. Sobre todo eso, una velada calma y cómplice, de conversaciones quedas y silencios largos. Te llevas el entorno y el hechizo, como si pudieses arrancar el color de un lienzo y quedara gris y monótono. No es de extrañar que prefieran marchar contigo a quedarse conmigo.

Cuando no estás, por ejemplo, puedo necesitar saber qué dirías sobre algún asunto que ha ocurrido y, cuando deseo preguntártelo, no estás. O me giro para verte por el placer de verte y, entonces, no hay dónde mirar y el mundo se me antoja triste. A veces, puedo desear oler tu perfume pero te lo has llevado en tu viaje. O buscar una excusa para acercarme y sentir tu magia intangible pero no hay lugar en el que hacerlo. En ocasiones, me enfrento a un problema y me gustaría cruzar mi mirada con la tuya para tomar aliento – sólo para eso- pero no estás y el problema se engrandece. Los días en que no estás presente, miro asiduamente el teléfono pero no suena. Me pregunto qué harás, pero es un ejercicio inútil de adivinación. Esas tardes estoy seguro de ser un idiota soñador.

Los días en que no estás, no sé por qué será, estoy inquieto. Temiendo que no me hayas añorado como yo te he extrañado a ti.



La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina

La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina (Destino, 2009) de Stieg Larsson es la segunda parte de la trilogía Millenium que se inició con Los hombres que no amaban a las mujeres (http://biblumliteraria.blogspot.com/2009/04/los-hombres-que-amaban-las-mujeres.html).

Así como la primera parte destacaba por su trama inteligente, hábil y siempre interesante, esta segunda entrega es sensiblemente inferior. En principio, este libro pretende explicar muchos de los hechos del primero. Pero, sin embargo, en el primer tomo no echábamos de menos ninguna de estas explicaciones y en este segundo las explicaciones vuelven intrascendente la bien trenzada historia del primero.

Larsson parece tener que alargar la novela para completar 700 páginas como sea. Gran parte del inicio es un simple llenar hojas con personajes y situaciones que aportan muy poco al conjunto. ¿A qué viene el huracán inicial? La denuncia de la prostitución se convierte pronto en anecdótica. Incluso un personaje como la amiga china no acaba de tener un encaje en la historia (habrá que ver si tienen continuidad en la tercera entrega) a excepción de servir para salpicar la narración con escenas subidas de tono. En Los hombres que no amaban a las mujeres, el autor manejaba con notable destreza la intriga y el interés, con pistas no triviales y originales. Aquí, sin embargo, las pistas son muy manidas, obvias. Los hechos más importantes se nos cuentan varias veces dado que son varios los personajes que los relatan desde distintos puntos de vista. Y, sobre todo, esta segunda novela deja de lado el rigor y la verosimilitud de la primera para caer en un mar de portentos y personajes de telenovela: un mazinger malo, malo, tonto, tonto, insensible al dolor; una historieta de espías de la guerra fría; una Salander – que eclipsa ya totalmente al periodista Blomkvist- que pasa de ser una chica inteligente y asocial a ser una especie de superwoman invencible que incluso se salva tras ser enterrada viva; la crítica social deja paso a un enredo biográfico y de teleserie de Salander. Esta deja de ser un personaje entrañable, que despierta simpatía y admiración, para convertirse en una heroína sobrehumana e increíble.

Larsson tiene que llenar las 700 páginas y para ello echa mano con asiduidad de escenas sexuales que llaman al morbo del lector. En un momento de la novela, el autor critica a la prensa con la frase La combinación de una presunta asesina múltiple lesbiana con las sugerentes prácticas de sexo BDSM constituía, al parecer, un cóctel infalible para aumentar la tirada. Pues eso es exactamente lo que Larsson hace. Amén de algún comentario arrogante (la policía griega tortura, la sueca no).

A pesar de todo, es un libro que entretiene. La primera novela entretenía y hacía pensar. Esta sólo entretiene y, sobre todo en la segunda parte, lo hace muy correctamente.

Por cierto, ¿ya hay alguien de comportamiento convencional en Suecia?

Elección de la esposa de Abd-El-Malik

Elección de la esposa de Abd-El-Malik , del año 2000, (http://www.unav.es/digilab/proyectosenl/0001/final/esposas/) es un hipertexto realizado por Amaya Muruzábal como proyecto de fin de carrera de la asignatura Escritura no lineal de la Facultad de Comunicación de la Universidad de Navarra. Se trata de una adaptación sencilla de un cuento de Ángel Ganivet en el que el lector puede ir saltando de personaje en personaje a través de enlaces. El texto tiene la calidad del cuento inicial y el valor añadido de esta obra es que fragmenta la narración lineal en trozos que pueden ser leídos y unidos de muchas maneras de acuerdo a los enlaces que se elijan en cada momento. Aún así la destructuración es moderada con pocas opciones de enlace en cada paso, de modo que se mantiene el interés. Es una aplicación sencilla, con un interface plano.

5/6/09

Feria del libro de Madrid


Dentro de las sesiones de trabajo que vienen desarrollándose en la Feria del Libro de Madrid, hoy se clausuraron las jornadas sobre el libro digital. Ayer, en la mesa redonda moderada por Guillermo Altares, redactor jefe de Babelia, participaron Jesús Badenes, Ignacio Latasa, Luis Rodríguez y Toni Cantó. Para Badenes el libro digital acabará por implantarse pero se atrevió a afirmar que esto no ocurrirá a corto plazo. Quizá dentro de 20 años y aún así sin desplazar del todo al papel. Hoy en día, en los países más desarrollados y amantes de los gadgets como EEUU el libro digital no representa más del 0.6% de las ventas. Cantó indicó que su experiencia con el libro digital es muy positiva que su web de ventas de libros ha sido un éxito. Altares señaló que es absurdo intentar que el libro digital quede fuera de la Feria. Badenes indicó que, en cualquier caso, lo importante son los contenidos, no los soportes.

En la jornada de hoy día 5, moderada por Javier López Tazón, redactor jefe del suplemento Ariadna del diario El Mundo, han participado Lorenzo Silva, Pablo Odell, Javier Celata y Fernando Juárez. Odell se ha declarado ajeno a la polémica porque cree que los lectores eligirán uno u otro formato según su función y sus necesidades. Para Silva el libro es un soporte maduro y consolidado, cosa que no han conseguido el vinilo, la cinta de casette, el CD o incluso el DVD y por eso van desapareciendo con el tiempo. Respecto a los e-books manifestó que aún queda mucho camino especialmente en lo que respecta a la estandarización de criterios.

Para Celaya la gran aportación de los libros digitales será un mayor acceso a la cultura y al conocimiento y ha puesto como ejemplo a Amazon, que ofrece la posibilidad de que los lectores se recomienden títulos.

4/6/09

Papel vs. Pantalla


En una entrevista que publica El País (http://www.elpais.com/articulo/ultima/libro/papel/pervivira/durante/siglos/elpepiult/20090603elpepiult_2/Tes ), Eduardo Vilas - escritor y director del centro cultural Hotel Kafka (http://hotelkafka.com/ ) - afirma que “El libro perdurará durante siglos porque, entre otras cosas, el papel no envejece como soporte, a diferencia del resto, que ha de renovarse y adaptarse. Además, la gente, incluidos muchos jóvenes, mantiene una actitud afectiva con el libro como objeto que, por supuesto, no se da con un móvil o un ordenador”

El debate continúa aunque en mi opinión es un debate prematuro. La tecnología del libro digital está aún muy lejos de ser siquiera digno competidor. Lo estará, sin duda, pero faltan muchos años. En
http://biblumliteraria.blogspot.com/2009/02/e-paper.html y en http://biblumliteraria.blogspot.com/2008/10/e-plastic.html puede leerse acerca del estado de la técnica actual.