29/4/23

Convocatoria sobre poesía digital

 


La revista Algoritmo convoca a los autores interesados a presentar obras de poesía digital o arte digital creados con inteligencia artificial. El leit-motiv es cómo la IA y la digitalidad pueden amplificar las ideas políticas, sociales o culturales.

Más información sobre la convocatoria y cómo realizar las propuestas a la revista en este enlace, no apto para ojos sensibles o problemas de epilepsia fotosensible.


27/4/23

ChatGPT Writer

 


ChatGPT Writer es una extensión gratuita para Chrome y Gmail que permite utilizar ChatGPT para escribir respuestas a los emails que recibimos.

Una vez instalada la aplicación, basta con decirle qué mail queremos contestar e indicarle el tipo de respuesta que necesitamos: agradecer el mail, negociar una oferta de trabajo que nos hayan hecho, discutir la desavenencia indicada en el mail recibido, disculparse, traducir a otro idioma, elaborar una reflexión o un comentario sobre algo de lo escrito en el correo de entrada, contestar negativa pero elegantemente a una petición, hacer una solicitud a una entidad, crear la descripción de algo que deseemos vender a otra persona, proponer un negocio, etc. etc.  Una especie de secretario especialista en redactar correctamente e-mails. 

ChatGPT, entonces, nos sugerirá un texto adecuado a la solicitud.

Para instalar la extensión, puede accederse a este enlace.



26/4/23

MyAI en Snapchat

 


La aplicación de mensajería norteamericana Snapchat (un competidor de Whatsapp o Facebook Messenger) ha anunciado el lanzamiento de MyAI, un chatbot que puede ser particularizado para cada usuario y basado, como está de moda actualmente, en redes neuronales. De hecho, MyAI está desarrollado por Open AI y es de suponer que compartirá algunas bases técnicas con chatGPT.

Permite interaccionar con los usuarios mediante lenguaje natural y se prevé que pronto pueda crear imágenes en función de las instrucciones que se le den.

Más información en este enlace.

En la versión española recibe el nombre de mi IA


25/4/23

Aprendiendo a preguntar a ChatGPT

 


Aunque la publicidad habla reiteradamente de "Inteligencia" al referirse a las redes neuronales capaces de interpretar y responder al lenguaje natural, lo cierto es que su respuesta depende mucho de la pregunta que se le haga ya que, primero, utiliza las palabras de la frase de entrada para dirigirse a una respuesta posible y para crearla y, segundo, debe encontrar información mediante comparación con esas palabras en la base de datos. El algoritmo no puede "imaginar" qué quiere decir el interlocutor, no puede leer dobles sentidos o suponer que existen elipsis. Usa el material que encuentra en la frase de la pregunta.

Es por ello, que están surgiendo en el mercado, programas que ayudan a preguntar, el rizar el rizo de "la inteligencia". 

The Advanced Prom Writer Tool es una de estas aplicaciones que ayuda al usuario a crear frases de entrada a ChatGPT (o, en la jerga utilizada, a crear "prompts") que den más información a la red neuronal y que la guíe en buscar información relevante sobre el asunto. Con ello, se obtienen respuestas mejores y más centradas en lo que realmente se desea saber.

Es decir, la IA actual no sólo va a contestar lo que quisieron sus programadores sino que tendremos que aprender a preguntar también lo que es correcto. 

Me recuerda la película Yo, Robot, en donde el holograma del profesor no cesa de decir a  Will Smith que haga la pregunta correcta para que pueda encontrar la respuesta.

Más información en este enlace.



24/4/23

Una tarde de cine

 


Fue, o quizá era todavía, un amor estupendo, de esos que no acaban aunque acaben, de esos en que cualquier chispita, incluso una mínima carga electrostática del ambiente, puede hacer que se inflame de manera instantánea, como cuando ha habido tormenta y el roce de las ramas hace que vuelen pavesas inquietas.

Recibió un e-mail de ella. Le encantaba recibirlos, sobre todo porque eran escasos. He visto la reseña de esta película – le escribía – y me he acordado de lo nuestro.

Luego, le adjuntaba un enlace y un “besos” que siempre sabían a poco.

Abrió el navegador y copió la dirección que ella acababa de enviarle. Era una película francesa que narraba un amor maduro e imposible. No le extrañó que le hubiera recordado los años pasados. La reseña era buena, el crítico alababa el guion y la excelente interpretación, así como el ritmo narrativo y la cuidada fotografía. Por el trailer que vio en Youtube era una comedia romántica agradable, de las que se ven con una sonrisa y una lágrima, según sea la escena, lo que uno espera del cine francés a medio camino entre lo popular y lo culto.

No se lo pensó dos veces, seguro de que era un intento inútil. Abrió Outlook y escribió: si te apetece podríamos ir a verla juntos el lunes. Dio a enviar y cerró el correo. Mentiría si no admitiera que, a lo largo del día, revisó varias veces si había llegado alguna respuesta pero, como de costumbre, el buzón permaneció sin noticias. Las cuitas de la jornada hicieron que se olvidara de ello hasta pasados dos días cuando, casi ya por casualidad, se llevó la sorpresa de que había un mail entrante con su dirección. Le faltó tiempo para leerlo. Sí, me apetece, contestaba y no, no era una respuesta lacónica sino la más dulce de las respuestas. ¿El lunes? – preguntó −. De acuerdo – escribió ella. ¿Comemos antes? – probó suerte él. No, mejor no. Sólo la peli. – no picó en el cebo, ella.

Lo que más le gustaba de su relación es que continuaba a través de los saltos del tiempo como si no hubiera interrupciones. Nada más verse, se estaban ya contando todo lo acontecido en los dos meses que habían transcurrido desde que se vieran por última vez, como si se hubiesen despedido por la mañana, tras el desayuno (cómo echaba de menos aquellos desayunos juntos cuando ella, con apenas una camiseta encima, preparaba el zumo de naranja mientras él hacía la cama y llevaba las tazas de café y el azúcar a la mesa del comedor) y simplemente, al regresar en el atardecer, se contasen cómo había ido el día. El tiempo entre medias desaparecía. Quizá fuese por esto que él tenía siempre la sensación de vivir con ella aunque fuera un sueño totalmente alejado de la realidad. Comprendía que, al olvidar, o relegar, o minimizar, lo que le ocurría cuando no la tenía al lado, sólo importaban los instantes juntos. Era lo que les sucede a los fuelles de los acordeones que cuando se comprimen juntan todas sus puntitas y parece que es un bloque compacto y único. Todas las imperfecciones de la tela que se ven al estar extendidos desaparecen, ocultas por lo sustancial. Lo mismo le sucedía a él. Los rotos, las melancolías y los anhelos intermedios, desaparecían, y el vivía en un continuo a su lado.

Compraron las entradas en el expendedor automático. 

¿Qué fila quieres? – preguntó.

Me es igual. – respondió ella.

Atrás, como los chiquillos – sonrió él, y marcó dos asientos en la última fila.

Pago yo.

Ni se te ocurra. Si acaso, pagas las palomitas.

Para su sorpresa, en un lunes frío, la sala estaba bastante llena, más de la mitad del aforo, y en su mayoría eran parejas de edad o grupos de amigas, también nada jóvenes. Al parecer, los amores maduros llaman la atención a los que ya los han dejado atrás con la tristeza de haberlos perdido.

Con un minuto de retraso, las luces se atenuaron y la sala quedó en esa penumbra tan agradable, acogedora y ensoñadora para los que aman el cine. 

Él acercó su mano a su muslo y le dio dos golpecitos. Ella le miró como si dijera, no somos dos quinceañeros, oye. Pero él insistió y con los ojos le indicó que mirara hacia abajo. Ella lo hizo y vio el meñique de él separado de la mano, aleteando, llamándola, esperando que su meñique lo enlazara en un tierno y pequeño abracito. Ella sonrió – qué tenía aquella sonrisa que lo había cautivado por 40 años, se preguntó a sí mismo – y aceptó la invitación. Engarzaron sus meñiques, solo ellos, con el resto de sus manos sintiendo envidia, mientras París aparecía en la pantalla y se escuchaba, como banda sonora, el concierto para piano de Shostakóvich.

Luego, sería porque la historia de amor de los protagonistas comenzaba a torcerse o porque ella tenía calambres en el dedo, le soltó.

Me soltaste el dedito – dijo él, cuando salían, tras la proyección.

Un ratito está bien, pero dos horas…

¿Soy un moñas, no? – preguntó él.

Sí que lo eres… Pero me ha encantado. – ella volvió a sonreírle y él supo que el mundo iba bien.





23/4/23

Aristófanes

 



A finales de abril, ya amanecía pronto y la claridad matutina, de un azul pálido y lejano, le encontró con una sonrisa en los labios. Este año había decidido acudir a la librería Sonetos, en la calle Infanta Paola, porque le gustaba la pequeña glorieta de la esquina, llena de orquídeas violáceas alrededor de una pequeña fuente de caudal escaso pero suficiente para que los gorriones se congregasen a sus pies. Quizá llevaría un canutillo de papel con migas de pan para sentarse en uno de los bancos y atraer a los pajarillos para que dieran saltitos a su alrededor mientras leía.

Se afeitó con esmero. Sí, habían pasado ya 15 años y a él le dolía cada hueso del cuerpo cuando se levantaba, pero la vejez que llegaba no daba derecho a estar desaliñado, menos en un día como aquel. Desayunó un café con leche y galletas, eligió el traje beige y tuvo tiempo de escuchar la primera tertulia en la radio en que, como todos los días, los unos despellejaban a los otros. ¡Cuánto me cansan!, pensó.

Como cada San Jordi, a las ocho y media puntual llamó al ascensor y bajó a la calle. Le gustaba estar de los primeros en la floristería de Mario, a un par de manzanas, para elegir la rosa cuando aún estaba fresca, junto a otras decenas, en grandes cubos llenos de agua. Una vez, Mario le había dicho que echaban unas cuantas aspirinas al agua y que aquello revitalizaba por unas horas a las flores para hacerlas más atractivas a los clientes. Quizá fuera por ese truco, o quizá por el frescor recién huido de la noche, quizá porque en la mañana todo parece más hermoso, o quizá por casualidad, las rosas matutinas eran más bellas. También, iba pronto porque prefería no encontrar una larga fila de compradores o, aún peor, algún conocido que al verle le preguntara sobre ella. Si de algo no deseaba hablar era de lo que ocurrió.

Buenos días, un año más, ¿eh? – le saludó Mario.

Las costumbres son las costumbres.

Sobre todo si son sanas y saludables. ¿Qué tal estás?

Bien, bien. – respondió sin saber si era cierto. San Jordi siempre le pesaba más de lo normal en el ánimo.

Tú eliges.

Lo bueno de comprar la rosa en el puesto de Mario es que no tenía que darle explicaciones. El hombre había sido discreto pero, vamos, habiendo ido a comprar un ramo de claveles rojos y margaritas blancas cada mes, durante quince años, podía suponer que, o se trataba de un amor de los que sólo existen en los libros o se trataba de un amor que era imperecedero porque precisamente la amada había perecido. Y es que el amor que no muere sólo existe si no puede matarse con la rutina de la vida.

Eligió una de tallo no muy largo y pétalos abiertos, de mucha fragancia y con gotitas de rocío blanquecino sobre el carmín. Como no hacía frío supuso que Mario usaba algún otro truco además del de las aspirinas, porque varias veces le había encontrado rociando las rosas con un espray de laca.

Se la preparó entre un bonito celofán y un lacito de barras rojas y amarillas, pagó y se dirigió a la parada del autobús. Tomó la línea 18 y media hora más tarde colocó la flor en el nicho de ella. Quince años ya. Qué rápido – o qué lento, según se mire – pasa el tiempo, pensó. Aprovechaba las visitas al cementerio para recordar anécdotas, revivir sentimientos, ver algunas de las fotos que llevaba en su móvil de cuando estaba viva. Dio gracias al cielo porque se hubiese inventado la fotografía. Le permitía traer a la vida lo que ya se había congelado en el pasado. ¿Cómo harían nuestros tatarabuelos para recordar a los que se habían marchado? La memoria es tan frágil.

Salió del camposanto antes de que comenzara a llegar más gente. La mañana estaba agradable. Hace quince años, ella, ahora, le regalaría un libro pero como eso ya no podía ocurrir, el libro se lo compraba él mismo e imaginaba que venía de sus manos.

Volvió en el bus al centro y bajó en la rambla Ferrán. Caminó tranquiló hasta la librería y entró. Era la primera vez que la visitaba y le agradó lo que vio. Un local con cierto estilo decimonónico, estanterías de madera labrada y una luz suficiente para leer pero no atosigante como si fuese una oficina. Se escuchaba música de jazz al piano y, salpicando los rincones, había macetas con ficus, crotones, crasas y alguna otra planta, con grandes flores rojas, que no reconoció. Había leído en el diario que el edificio fue un día la residencia de un adinerado hombre de negocios que regresó de Cuba tras el desastre de Cervera y que se instaló en la ciudad hasta que, arruinado, se marchó sin dejar más rastro que una apenada amante que acabó casándose con un teniente de artillería. Sea como fuera, la Sonetos le gustaba y volvería a visitarla. 

Dejó de lado sus cavilaciones. No estaba allí para admirar la decoración sino para comprar el libro que ella debía regalarle a través de sus propias manos. Observó los carteles con indicaciones y, por lógica, supuso que lo que estaba buscando debía estar en el segundo piso, lejos de los anaqueles con las novedades que se encontraban lo más cerca de la entrada posible. Subió por la escalera del final del pasillo y supo que su intuición había sido acertada. Ante él, una larga hilera de ensayos de filosofía y ciencias políticas. Sin duda, el libro que deseaba estaría catalogado por allá. Caminó hasta el otro extremo sin llegar a verlo y supuso que, simplemente, se le había pasado dada la ingente cantidad de volúmenes expuesta. Rehízo sus pasos y tampoco vio el título. Repitió el paseo adelante y atrás sin éxito. Finalmente, hubo de admitir que su intuición no funcionaba. El libro debía estar abajo, junto a las novedades y las novelas históricas y negras que tanto gustaban hoy en día. Bajó y comenzó a revisar, con paciencia, los estantes. 

¿Puedo ayudarle, caballero? – escuchó una voz a su espalda.

Se volvió y encontró, frente a sí, a un joven espigado, aún con acné en el rostro, sonriente y algo desaliñado en el peinado.

No, gracias. Estoy mirando y buscando alguna cosa que me interesa.

¿Un regalo para San Jordi?

Sí, así es. Pero ya me arreglo yo. Gracias, otra vez.

Como desee. Me disculpará, pero he visto que usted ha recorrido ambos pisos y parecía estar decepcionado por no hallar algo preciso. Ya sabe, tenemos el ordenador allá y con que me diga el título puedo decirle si lo tenemos en nuestra librería  sin que deba perder su tiempo… Soy Josema, si me necesita.


Iba a contestarle, otra vez, que no hacía falta pero quizá porque el chaval le cayó simpático, o porque pensó que el chico ganaría una pequeña comisión si vendía algo, o porque estimó que el día no estaba para perderlo en buscar un texto sino en leerlo, cedió y dejó de lado las ganas de mandarlo a tomar viento fresco.

Bueno, Josema, usted gana – respondió −. Estoy buscando El banquete, de Platón.

El chico quedó sorprendido. A todas luces, no llevaba mucho tiempo en el negocio y, en un día como aquel, esperaba peticiones más convencionales. Las últimas novedades, la ganadora del Nadal, la última de Reverte, la de Aramburu, la de Martínez Pisón, la de Loriga o la de Zerán. Se había preparado todos les best-sellers, las novedades, las recomendaciones de Babelia y el ABC, incluso, para los más delicados, quizá, la poesía de López Parada o del siempre bien vendido Benedetti. Pero, ¿Platón? ¿de dónde salía aquel tipo? No parecía tan viejo ni tenía el aspecto de un catedrático de lengua. Se imaginó a sí mismo que Marisa, la chica con la que llevaba ya varios meses saliendo, le regalara un Platón por San Jordi. ¡Definitivamente, debería replantearse la relación! Sonrió y se recompuso.

El banquete, de Platón – repitió el título −. Haga el favor de acompañarme al ordenador y lo buscamos.

Le acompaño.

¿No desea una novela reciente? – se animó a importunar al cliente porque las comisiones por vender las novedades eran mayores−, ya sabe en un día como hoy, las novelas sobre el amor son los más solicitados.

El banquete trata del amor– repuso el hombre sin darle pie a continuar.

El ordenador tardó apenas dos segundos en rastrear la base de datos y devolvió el resultado esperado. Estantería 17, nivel 2.

Lo tenemos. ¿Desea que se lo traiga?

Sí, por favor.

Vuelvo al instante.

El chico se dirigió a paso rápido a buscar el libro pensando que, en realidad, el hombre estaría comprando un libro por otra razón ajena al San Jordi. Al cabo, son las mujeres las que regalan el libro, no ellos.

Aquí lo tiene, caballero. ¿Quiere revisarlo?

No, envuélvamelo para regalo…. José María, me dijo, ¿no?

Sí, sí, Josema. … veamos… son 28,45€


Pagó y salió mientras Josema le observaba con extrañeza desde detrás del vidriado escaparate.

Decidió no quedarse en la glorieta y caminó hasta casa. La brisa atemperaba el calor primaveral y en el cielo comenzaban a formarse nubes densas. Quizá, como habían dicho en el parte radiofónico en la mañana, lloviese por la tarde. Mejor. Gusta leer cuando la lluvia golpea la ventana.

Le dieron la una en el camino, así que, al pasar por el Gino’s entró y pidió algo de pasta con una cerveza con limón. Mientras esperaba que le trajeran la comanda, acarició sin darse cuenta el libro que acababa de comprar y sonrió con condescendencia al pensar en el chaval que se lo había vendido. Al pobre, le faltaba tanto para saber qué es el amor.

Llegó a casa y se sentó en el sillón de la sala. Imaginó que ella entraba, que le saludaba, que le daba un beso – tierno y lento, como deben ser los besos −, que le preguntaba por el trabajo en la oficina y que, finalmente, le daba el libro. Imaginó que el le daba la rosa en mano, que ella se lo agradecía, que buscaba un búcaro, que lo llenaba de agua, que echaba la aspirina como Mario les había dicho que había que hacer, que ponía la rosa en el jarrito y que sus pétalos se abrían para saludar a las más bella de las mujeres.

Rasgó el papel de regalo con cuidado y abrió el volumen. Tomó las gafas y dio la luz que, a ciertas edades, la presbicia es mala consejera y las sombras aparecen por doquier. 

Sabía bien qué deseaba leer. Saltó todos los discursos de Erixímaco, Fedro y Pausanias – los leería más tarde − para llegar a Aristófanes.

Aristófanes. A ti te quería yo tener entre mis manos.

Recordó por un momento a Josema, el vendedor de la tienda. ¿Podría él comprender a Aristófanes con un amor vivido tan corto, tan inexperto? Se recolocó las lentes y comenzó a leer despacio, para no perder el sentido de las palabras del griego.

En otro tiempo la naturaleza humana era muy diferente de lo que es hoy – comenzaba el discurso de Aristófanes. 

…todos los hombres tenían formas redondas, la espalda y los costados colocados en círculo, cuatro brazos, cuatro piernas, dos fisonomías, unidas a un cuello circular y perfectamente semejantes, una sola cabeza, que reunía estos dos semblantes opuestos entre sí, dos orejas, dos órganos de la generación, y todo lo demás en esta misma proporción. Marchaban rectos como nosotros, y sin tener necesidad de volverse para tomar el camino que querían. Cuando deseaban caminar ligeros, se apoyaban sucesivamente sobre sus ocho miembros, y avanzaban con rapidez mediante un movimiento circular, como los que hacen la rueda con los pies al aire.

Rio internamente al imaginar a esa especie de pelotas de baloncesto con ojos, piernas, brazos y corazones duplicados, unos al envés de los otros.

 … Los cuerpos eran robustos y vigorosos y de corazón animoso, y por esto concibieron la atrevida idea de escalar el cielo, y combatir con los dioses, como dice Homero de Efialtes y de Oto. Júpiter examinó con los dioses el partido que debía tomarse. El negocio no carecía de dificultad; los dioses no querían anonadar a los hombres, como en otro tiempo a los gigantes, fulminando contra ellos sus rayos, porque entonces desaparecerían el culto y los sacrificios que los hombres les ofrecían; pero, por otra parte, no podían sufrir semejante insolencia. En fin, después de largas reflexiones, Júpiter se expresó en estos términos: Creo haber encontrado un medio de conservar los hombres y hacerlos más circunspectos, y consiste en disminuir sus fuerzas. Los separaré en dos; así se harán débiles y tendremos otra ventaja, que será la de aumentar el número de los que nos sirvan; marcharán rectos sosteniéndose en dos piernas sólo, y si después de este castigo conservan su impía audacia y no quieren permanecer en reposo, los dividiré de nuevo, y se verán precisados a marchar sobre un solo pie, como los que bailan sobre odres en la fiesta de Caco. Después de esta declaración, el dios hizo la separación que acababa de resolver.

Dejó de leer por un instante. Castigo divino por intentar ser dioses, poco importa si es comiendo manzanas o combatiendo al Panteón del Capitolio. Siguió leyendo:

… Hecha esta división, cada mitad hacia esfuerzos para encontrar la otra mitad de que había sido separada; y cuando se encontraban ambas, se abrazaban y se unían, llevadas del deseo de entrar en su antigua unidad, con un ardor tal, que abrazadas perecían de hambre e inacción, no queriendo hacer nada la una sin la otra. 

El castigo más terrible – pensó. Él lo sabía por experiencia propia. Le llegó un escalofrío profundo cuando pensó en cómo un cáncer desgarró su mitad.

…. De aquí procede el amor que tenemos naturalmente los unos a los otros; él nos recuerda nuestra naturaleza primitiva y hace esfuerzos para reunir las dos mitades y para restablecernos en nuestra antigua perfección. Cada uno de nosotros no es más que una mitad que ha sido separada de su todo, como se divide una hoja en dos. Estas mitades buscan siempre sus mitades. 

Cerró los ojos antes de que se le humedecieran. Le vinieron a la mente, los días felices, los paseos por el parque, las tardes a la orilla del río, entre los fresnos, las comidas en aquel restaurante del que ya eran casi familia, las noches de amor y conversación, la luz de sus ojos, la vida que rebosaba en cada palabra y en cada gesto.

… y si viéndoles perplejos, continuase interpelándoles de esta manera: Lo que queréis, ¿no es estar de tal manera unidos, que ni de día ni de noche estéis el uno sin el otro? Si es esto lo que deseáis, voy a fundiros y mezclaros de tal manera, que no seréis ya dos personas, sino una sola; y que mientras viváis, viváis una vida común como una sola persona, y que cuando hayáis muerto, en la muerte misma os reunáis de manera que no seáis dos personas sino una sola… ninguno de ellos negaría, ni respondería, que deseaba otra cosa, persuadido de que el dios acababa de expresar lo que en todos los momentos estaba en el fondo de su alma; esto es, el deseo de estar unido y confundido con el objeto amado, hasta no formar más que un solo ser con él. La causa de esto es que nuestra naturaleza primitiva era una, y que éramos un todo completo, y se da el nombre de amor al deseo y prosecución de este antiguo estado.    

Uno sólo, contigo – suspiró -. Pleno al quince, Aristófanes. Acierto total.

Dejó el libro en la mesita auxiliar y quedó mirando por la ventana. Como habían anunciado, comenzaba a llover ligeramente y la gente se apresuraba por las calles mojadas. 

Lejos de allí, Josema cerraba otra venta con una señora alta, casi en los cuarenta hubiera dicho él, demasiado maquillada para su gusto, estilo casual, falda y chaqueta gris. El amor de Elvira, una novela premiada hacía unos meses que estaba recibiendo muy buenas críticas.

No se va a arrepentir – decía, Josema. – Es una muy buena elección. Se está vendiendo mucho. Le gustará a su pareja.

No sé, no sé – la mujer hizo un gesto de duda −, mi marido es un poco raro.

Seguro que no – Josema le extendió el ticket de compra−. Por aquí sí que pasan tipos raros.

No será para tanto. – contestó ella.

Sí, sí. Algunos hasta regalan libros de Platón en días como este…

Noooo…. ¿Platón? …. ¿En San Jordi?

Lo que le digo.




20/4/23

Vesuvius Challenge

 


En su día, ya mencionamos en Biblumliteraria cómo existían manuscritos carbonizados encontrados en Herculano.

Cuando la explosión del Vesubio en el año 79 a.D. destruyó Pompeya y Herculano, la nube piroplástica emitida sepultó en muy poco tiempo ambas ciudades, "congelando" la vida tal como se encontraba en esos instantes. Bien conocidas son las excavaciones que han encontrado multitud de seres humanos, animales y objetos petrificados instantáneamente.

En Herculano, un pariente de César, probablemente su suegro, tenía una biblioteca muy importante. Las cenizas sepultaron también  los miles de manuscritos escritos en rollos que tal biblioteca guardaba, un tesoro histórico y literario. Tales documentos fueron encontrados en el siglo XVIII pero, cuando se intentaba desenrollarlos, se desmenuzaban en polvo porque eran eso, polvo petrificado. Sin embargo, en aquel polvo, en aquella piedra, estaban claramente visibles las marcas de tinta de las letras ya que los grados de combustión de papiro y tinta eran diferente. Puede verse el exterior, la última espira, pero no el texto de todas las espiras interiores que permanecen enrolladas. Desgraciadamente, no es posible desenrollarlos sin convertirlos en polvo, de modo que han permanecido esperando.

Hace poco tiempo, investigadores de la Universidad de Munich  y del CNRS francés demostraron que era posible explorar esas espiras interiores mediante una técnica de tomografía de rayos X por contraste de fase (XPCT) que se usa en medicina interna. Esta técnica, además, permite el escaneo en 3D. Así, en los dos últimos años se ha procedido a la ardua labor de escanear toda la biblioteca. 

¿Qué hacer ahora con tal cantidad de datos? Millones de puntitos más o menos negros, según fuera tinta o papiro lo carbonizado, codificados digitalmente, superpuestos de manera distinta según que esos puntos fuesen del exterior o del interior del rollo manuscrito. Es decir, un pajar de datos en el que buscar y ordenar las agujas.

Es aquí donde surge la iniciativa Vesuvius Challenge que propone el estudio de estos datos de manera descentralizada. El campeonato premia, con diversos premios menores y un "gordo" de 1 millón de dólares, al que logre programar un algoritmo capaz de discernir, de entre esas nubes de puntos, las letras y, además, de transliterar el texto. Sin duda, es una tarea propia de Deep Learning y los algoritmos que hayan de desarrollarse deberán utilizar técnicas de inteligencia artificial para discernir patrones en los puntos.

Los que participen, personas individuales o grupos, recibirán los datos de escaneos de rayos X  tomados con una resolución de 8 µm de dos rollos de entre los encontrados en la biblioteca, así como imágenes de alta resolución de tres piezas de los papiros. 

Seguramente, los equipos que se presenten deberán ser multidisciplinares puesto que al menos se necesitan especialistas en programación y especialistas en latín conjuntamente para poder vencer en el desafío.

En la primera fase, los participantes admitidos tendrán acceso sólo a la mitad superior de los rollos que les hayan correspondido y, tras cierto tiempo, si demuestran que son capaces de progresar en su lectura, recibirán la otra mitad restante.

Toda la información puede encontrarse en este enlace.

Hay plazo hasta final del año.




13/4/23

ChatGPT-5

 


Cuando la mayoría de nosotros estamos aún trasteando con ChatGPT-3, con los problemas de acceso intermitente que presenta, y mientras algunos privilegiados trabajan con ChatGPT-4 (o, simplemente, GPT4), que no es de libre disposición, se anuncia ya ChatGPT-5 que, según la empresa desarrolladora, OpenAI saldrá al mercado al final de este año. Incluso si hay algún retraso, como es habitual, podemos decir que en el 2024, la nueva versión, la más potente, estará disponible.

Un experto desarrollador de redes neuronales, Siqi Chen, ha publicado en Twitter que ChatGPT-5 será capaz de pasar el test de Turing, o dicho de otro modo, que será casi indistinguible de una mente humana. Chen dice también que se alcanzará el nivel AGI (Artificial General Intelligence), es decir un nivel de intelecto generalista que vaya más allá del lenguaje. 

Hay que ser prudentes porque todo esto, de momento, es mucho más ruido de marketing que realidad, sin menoscabo que ChatGPT y los sistemas competidores equivalentes son desarrollos muy notables e interesantes que suponen pasos significativos en la capacidad de comprender y generar lenguajes naturales y también constituyen avances, más modestos, hacia la AGI. Recalco esto. Ahora mismo son modelos de comprensión y generación de lenguaje, no modelos de inteligencia. No son HAL.

Un asunto profundo que se ha debatido siempre, tanto en la filosofía como en la neurología, es si la inteligencia humana es fruto de "algo" que aún no conocemos y que va más allá de la intrincada red física de conexiones de axones y glías o, si por el contrario, se trata simplemente de una capacidad emergente de la complejidad, que se manifiesta a partir de cierto punto, de cierto umbral; es decir si la inteligencia humana aparece en el momento en que se cruza una cierta transición de fase. Podemos hacer una comparación con lo que le ocurre al agua cuando se calienta. Durante mucho tiempo no sucede nada, sigue siendo agua, más caliente a cada momento, pero agua. De pronto, al alcanzar los 100ºC, se produce la transición de fase y rápidamente entra en ebullición y se convierte en vapor. 

¿A las redes neuronales les falta sólo eso? ¿Complejidad suficiente? ¿volumen? ¿no hay nada más? ¿Las redes neuronales se comportan, ahora, como "agua" porque, simplemente, no tienen el número de nodos necesarios? ¿Pasarán súbitamente a "hervir", a "pensar", una vez que alcancen un determinado número - muy grande - de nodos conectados? ¿ChatGPT está alcanzando esa complejidad tras la cual, de manera casi natural, el sistema se tornará verdaderamente inteligente al modo humano?

El tiempo lo dirá, pero no creo equivocarme diciendo que ese tiempo va a ser probablemente bastante largo. Incluso admitiendo que se trata sólo de una capacidad emergente de la complejidad, los miles de millones de conexiones de ChatGPT (ChatGpt3 tiene "sólo" unos 5000 millones de nodos y 175.000 millones de parámetros y las cifras de GPT-4 están cerca de los 120 billones de parámetros) no son nada respecto al número de conexiones del cerebro. ¿Basta con hacer más grandes las redes neuronales para que, de pronto, surja la inteligencia tal como la entendemos? En tal caso, justo en ese momento, surgiría "de pronto" una auténtica inteligencia artificial.

Entre medio, continúan las noticias catastrofistas que llenan las tertulias y alimentan los podcasts: que se perderán cientos de millones de puestos de trabajo a causa de la inteligencia artificial , que si la IA tiene la capacidad de diseñar un plan para acabar con la humanidad (cuando ChatGPT no es más que un generador de conversaciones), que si la realidad y la ficción serán indistinguibles, que poderes ocultos nos manejarán a través de ella, etc., etc. Incluso, el Consejero Delegado de OpenAI afirma que es bueno tener miedo a la AI.

No no es bueno y, no, no hace falta. Al menos, aún y por mucho tiempo. Lo que sí habrá que temer es a las empresas programadoras y será preciso legislar cómo se programa, entrena y cómo se utiliza porque, como cualquier otra herramienta humana, puede prepararse y/o usarse para el bien y para el mal.

Sería razonable empezar a dejar de llamar estos sistemas con el apelativo de "inteligencias" para que se entendieran mejor sus posibilidades y su uso.


to be continued....


12/4/23

Feminist Fabulations in Algorithmic Empires

 


Se abre la convocatoria para la presentación de ponencias y trabajos para el proyecto de investigación que lleva por título Full Stack Feminism in Digital Humanities (FSFDH). Este proyecto está financiado por UKRI-AHRC y el Irish Research Council.

Las propuestas pueden presentarse hasta el 30 de mayo y, en caso de ser aceptadas, los manuscritos deberán estar listas antes de final de septiembre.

El proyecto pretende poner en primer plano la narración de historias como forma de imaginar futuros y tecnologías feministas alternativos, basados en la creatividad, el juego y la diversidad.

Los temas a tratar son:

- colaboración creativa

- poscolonialismo digital

- sesgo algorítmico

- fabulación crítica

- arte digital

- comunidad/archivos críticos

- ética feminista del cuidado

- narración digital

- HCI feminista

- fabulación crítica/proventiva

- diseño especulativo

- diseño y justicia de datos

- codificación creativa

- somatecnia

- modernidad/descolonización


Más información en este enlace.

 



 

11/4/23

Mapa interactivo de Marte

 


Científicos del Laboratorio de Visualización Planetaria del Instituto Tecnológico de California (CALTECH) han elaborado un mapa 3D interactivo del planeta Marte. Esta aplicación está, ahora, accesible para su uso general. Recibe el nombre de Mosaico Global CTX.

Para su creación, se han utilizado alrededor de 110.000 imágenes en blanco y negro captadas por la cámara de contexto (CTX) que se encuentra a bordo de la sonda Mars Reconnaissance Orbiter de la NASA, que entró en la órbita marciana en marzo de 2006. El mosaico, en su totalidad, tiene casi 6 millones de terapíxeles pero hay algunas zonas no visibles ya que no se han podido tomar fotografías adecuadas al estar ese terreno cubierto por nieblas u otros fenómenos.

Dada la buena resolución de las fotografías, la experiencia de explorar la superficie marciana es muy satisfactoria ya que se ven con claridad los montes, los acantilados, los cráteres de impacto e, incluso, huellas de los remolinos creados por el débil viento marciano.

Aparte de los menús de navegación y zoom, hay una serie de coordenadas y mojones prestablecidos para poder ir a ese lugar rápidamente, especialmente las zonas que rodean a los aterrizajes de las sondas enviadas al planeta rojo.

En todo momento se ven en pantalla las coordenadas en donde nos encontramos, pueden medirse distancias y elevaciones, así como combinar el movimiento plano con el 3D.

Puede accederse desde este enlace.








10/4/23

Lorem Ipsum

 


Lorem Ipsum, de  Adeena Karasick, es un excelente video poema en el que, a la vez que los versos son verbalizados con una voz profunda, rítmica y monótona, se presentan los textos en animaciones de letras excelentemente decoradas, con imágenes insertadas y transiciones originalmente resueltas entre pantallas. Las imágenes son, principalmente, imágenes de los siglos IX al XVIII relacionadas con la alquimia y/o la cosmología. 

Como resultado, el poema es también un exquisito y atractivo retrato visual.

Lorem Ipsum es una simulación homofónica, que intenta mantener un monocordio sonoro, del "De finibus bonorum et malorum" de Cicerón, que utiliza sonidos y ritmos similares a los del latín, creando un paisaje sonoro y poético particular.

El texto fue escrito durante la composición de la ópera hablada Salomé: Woman of Valor, escrita por la autora mientras viajaba en varios trenes por Italia (Padua, Venecia, Cinque Terre, Sorrento), durante el verano de 2016.  

Más información en este enlace.



9/4/23

Pluie de poésie

 


Pluie de poésie, de Jean-Pierre Balpe, es un video poético animado que sirvió como anuncio de la Fiesta de la Poesía celebrada recientemente en Francia. En el vídeo, los versos y los textos se animan y simulan caer del cielo como lluvia literaria.

Banda sonora creada para el vídeo.

Más información en este enlace.

 



6/4/23

Aulus Lulius

 


 


Era su costumbre sentarse en el patio y disfrutar del sol rojizo que se acostaba sobre el mar, al tiempo que Lilith servía una cena que compartían sin decirse palabra. Muy entrado en años ya, Aulus Lulius dejaba la conversación para más tarde, cuando las estrellas brillaban ya sobre el Mediterráneo y las luces de aceite de la cercana Hrosos comenzaban a extinguirse.

¿Pensando en lo mismo? – le preguntó Lilith al tiempo que le tomaba la mano.

No debe quedarme mucho tiempo – replicó él, y en un reflejo instintivo se palpó la larga y mal cicatrizada herida de espada en el costado que tanto le molestaba desde hacía tres décadas.

Eso sólo lo saben los dioses. Aleja de ti esta melancolía que a nada conduce. La muerte llega cuando llega, y nadie puede predecirla.

Pocos compañeros quedan ya vivos, así que debe estar rondándome.

Y a mí, y a todos. Se cumplirá nuestro tiempo cuando está escrito. Lo importante es que hemos vivido y vivimos.

Quizá me dé miedo el juicio de los dioses – reconoció Aulus.


Aulus Lulius quedó en silencio. A su mente le vino su infancia en el sur de Italia, cuando su padre, labriego pero hábil con el escoplo y la madera, le fabricó una espada de fresno y se la entregó diciéndole:

Para que aprendas a manejarla. Si lo haces, podrás salir de este terruño, ganar una buena soldada y ver el mundo de los patricios.

Como si hubiera sido una premonición, pronto aprendió a utilizarla con destreza al punto de que, apenas con dieciséis años, un centurión que pasaba el verano en la costa se fijó en él y recomendó a su padre que le dejara alistarse en la Legión. 

Dos años hubo de esperar, superar la probatio de los reclutas, pasar por el escrutinio de los médicos, y jurar fidelidad a Roma, pero, lo recordaba bien, una mañana de verano le embarcaron en una barcaza que necesitó varias semanas para bordear la larga costa hasta el puerto de Sidón. Aún con el mareo metido en el cuerpo, hubo de cargar con su impedimenta y, tras una larga marcha de varios días bajo un implacable sol, llegó a los campamentos en Siria donde ingresó en la X Fretensis el mismo día en que se celebraba el sexto aniversario de la entronización de Tiberio. 

Aquel día, el de su llegada, en el campamento sirvieron vino en doble ración en honor del César y una banda de músicos amenizó la jornada. Hasta les dieron unas monedas para que se solazaran con un nutrido grupo de meretrices que habían colocado sus tiendas en las cercanías del recinto militar. Sonrió para sí al recordar el buen uso que había dado al dinero aunque se cuido muy mucho de no decir nada a su esposa que seguía mirando al firmamento.

Aquel feliz despertar a la vida duró sólo unas horas. Al día siguiente, todo el rigor, el sudor, el despotismo y la disciplina de las legiones cayeron sobre él. Aun siendo un muchacho curtido en el trabajo de la tierra, el calor implacable del sol del mediodía, la escasez de comida y la falta de  comodidades, la férrea rutina de la X Fretensis hizo que su voluntad flaqueara y sus fuerzas vacilaran. Más de una vez, el centurión le abofeteó por estar cansado o ser lento en cumplir una orden. 


Deja de pensar en el pasado −, le interrumpió la mujer. Conocía bien a su marido.

¿Y en qué voy a pensar, si no? 


Su primer combate fue al año siguiente, contra los armenios. Junto a otra legión, la III Gallica, se internaron al norte del Eufrates, más allá de las praderas, donde el frío de las montañas les congeló los huesos y la furia de los enemigos les aterró. Por aquel entonces, como todo soldado joven, estaba en primera línea de hastatis, recibiendo la primera embestida de los bárbaros. Sintió, de pronto, el sabor amargo que llega desde el estómago cuando se siente la sangre derramada y se escuchan los gritos de los heridos. Recordándolo, se sobresaltó sin desearlo.


¿Otra vez pensando en ese hombre? – preguntó Lilith.

No, no era él. Me vino a la memoria mi primer combate.

Bueno, al menos no era él. Algo hemos ganado – ella volvió a tomarle de la mano.

Mujer, no me ayudas – replicó Aulus −, para una vez que no le recuerdo, has de nombrarlo tú.

¿Quieres ir a dormir?

Permanezcamos aquí un rato más. La noche es agradable y el cielo está hermoso.

Pues disfruta del cielo y deja de consumirte en recuerdos inútiles. Siento que hay humedad y puede desatarse una galerna – concluyó ella.


Lo cierto es que Aulus Lulius no se había equivocado al reprochar a su mujer el que hablara de aquel hombre. 

Sin poder dominar sus recuerdos, se vio en Jerusalén, en el palacio del prefecto.

¡A ver, los manípulos 3 y 4, a formar! – gritó el oficial.

Había revueltas esporádicas en la ciudad y, hacía dos años, Pilato había demandado dos cohortes de la Fretensis, en guarnición mucho más al norte, para defenderse de posibles altercados. Le había tocado a su cohorte acudir velozmente,  y lo cierto es que lo consideraron como un regalo. La vida de Jerusalén era cómoda, no faltaban las diversiones ni las mujeres, el vino era barato y los dulces de miel insuperables. Además, aquellos judíos eran unos aficionados imberbes que apenas sabían defenderse. Nada que ver con el áspero paisaje de Siria o la ferocidad de los ejércitos partos. Se había acostumbrado rápido a las comodidades y un año después conoció a Lilith de la que se enamoriscó y a la que mantuvo como amante. Siempre que no estaba de servicio, dormía con ella y se deleitaba en su cuerpo ligero y siempre perfumado. Por nada del mundo quería regresar al campamento en Siria y veía con agrado que los judíos realizaran algaradas periódicas porque esto aseguraba la necesidad de que las cohortes permanecieran en la ciudad. Cada vez que ocurría un desmán, apuñalaban a diez o doce, crucificaban a un par de ellos y las aguas volvían a su cauce. Sí, era cierto que debía aguantar la caras largas de Lilith cada vez que se vertía sangre judía pero, al cabo, ella se dejaba hacer en la cama y no hablaban sobre ello.

¡Formad ya, por Júpiter – volvió a gritar el hombre. – Debemos presentarnos en palacio. 

¿Qué ocurre? – preguntó un compañero al tiempo que se ajustaba el casco y comprobaba que el gladium salía bien de la vaina. 

Nada importante. Unas ejecuciones. Hay que escoltar a los condenados hasta las cruces.

Dos manípulos para una simple ejecución era excesivo a todas luces. Algo más debía acontecer y comenzaron a musitar entre sí.

Dejad de hacer cábalas – dijo el oficial al mando −. Esto es una reyerta entre judíos y vamos a evitar que se maten entre ellos.

Ante la incomprensión de los legionarios, prosiguió:

Al parecer, un loco que dice ser hijo de Dios y salvador de los judíos están jodiendo a los mandamases de Jerusalén y han pedido al prefecto que les permita crucificarlo.

Pues que lo hagan, por Venus. Que se maten entre ellos.

¡A callar! Se ha de cumplir la ley romana. Nadie puede ajusticiar si no es bajo la autoridad de Tiberio. Iremos allá a asegurar que no lo matan a pedradas o a golpes. Si ha de morir, ha de ser según la ley de Roma, en la cruz.

Al menos, volveremos pronto.

No es la primera vez que lo veis. Ya sabéis, tres o cuatro horas, hasta que se asfixien.

Si tardan en irse al infierno, les partimos las piernas y ya está – rieron, esperando poder dormir con sus concubinas sin tener que hacer una guardia inesperada.

Aulus no se fijó en el reo. Estaba cubierto de heridas y sangre. Uno más, un desgraciado más al que no cabía dedicar ni un pensamiento. Por el contrario, había que estar al tanto de la muchedumbre, ansiosa de muerte, que gritaba a los pies del balcón. De tanto en cuanto, alguno que otro se abalanzaba hacia el muro y pretendía subir para linchar él mismo al condenado. Bastaba un fuerte golpe en la cabeza con la empuñadura de la espada para que desistiera pero las órdenes eran claras. Si alguno se empeñaba en subir, se le daría muerte. Aulus Lulius se sorprendió de los patriarcas judíos que estaban junto a Pilato. Al contrario de lo que cabría esperar, no solicitaban que se perdonara la vida a su compatriota sino que azuzaban al romano para que les dejara ajusticiarlo.

Vamos, en marcha. Vigilad a toda esa mierda de populacho.

La pequeña comitiva hasta el Gólgota, donde se iba a crucificar a aquel hombre, debió abrirse paso entre dos hileras de chusma que increpaban al judío. Para entonces, Aulus ya entendía bastante el arameo y pudo comprender que al tipo le llamaban Jesús y, al parecer, era originario de Nazaret. El porqué de aquella inquina contra él le era desconocida pero comenzó a sentir cierta compasión del nazareno, más por ver cómo era tratado por sus conciudadanos que porque le importara su suerte.

El condenado cayó un par de veces y el centurión obligó a un hombre para que le ayudara a llevar la cruz. De vez en cuando, caían piedras sobre ellos. Si no andaban listos, se les iba a morir antes de llegar al calvario, y eso no podía ser. Debía morir de acuerdo a la ley romana. Ni antes a manos de aquellos salvajes, ni antes por extenuación. Debía morir en la cruz, sobre ella.

Aulus golpeó con fuerza a un hombre enjuto, de nariz ancha y ojos grandes, que quiso golpear al tal Jesús mientras avanzaba. Lo hizo con rabia, a conciencia, provocándole una buena herida. Comenzaba a cansarse de aquella mierda. Así, no iban a terminar nunca.

Por fin, llegaron a la cumbre de la colina y los tres condenados cayeron al suelo fatigados. Mejor así. El centurión dio las órdenes y les despojaron de sus túnicas. Entre Aulus y dos compañeros más sujetaron a Jesús sobre la cruz y otro más clavó sus manos y pies sobre el madero, no fuera que se moviera mientras lo izaban. El grito de dolor y sufrimiento del nazareno apenas inmutó a los legionarios pero Aulus Lulius, casi treinta años después, se incorporó sobre la silla mientras lo recordaba.


¿Estás bien? – preguntó Lilith.

Sí, sí.

¿Otra vez él?

Sí. – y, al tiempo que pensaba que quizá Lilith disfrutaba de una venganza tardía por lo sucedido en Jerusalén, volvió a sumergirse en sus recuerdos.


Izaron las cruces y el nazareno habló al cielo unas cuentas veces. El día se oscureció como si hubiese acontecido un eclipse inesperado y una galerna inhabitual hizo que la multitud se disgregara. Pero ellos, la guardia, no podían irse sin completar la misión, así que quebraron las piernas a dos de los convictos y dieron una lanzada al que llamaban Jesús.

Súbitamente, la tormenta se desató y pareció que toda la lluvia del mundo y todos los relámpagos del universo cayeran justo sobre aquella montaña, sobre aquellos legionarios, sobre aquellas cruces.


Aulus Lulius dio un grito.

Cálmate, cálmate – Lilith lo miró. No era algo nuevo. Aquellos recuerdos y aquellos gritos se repetían desde hacía años. − ¿Otra vez, su recuerdo?

Sí, sí, una vez más.

Lilith no sabía el porqué de aquel desasosiego. En su día, cuando todo ocurrió, había sido una anécdota. Aquella noche, tras la crucifixión y la inesperada tormenta, comentaron lo extraño del suceso pero le hizo el amor como cualquier otro día y bebió vino como cualquier otra noche. Nada hizo presagiar que la ejecución, igual a tantas otras, hubiera afectado al legionario.

La vida continuó igual hasta que un año más tarde, llegó el relevo y Aulus debió regresar al campamento de la X Fretensis porque se iniciaban nuevas campañas contras los enemigos del este. Él prometió regresar. Le quedaban sólo seis años de servicio y, al término, como recompensa de veterano, recibiría tierras en las costas de Anatolia.

Me he acostumbrado a ti. – le había dicho una tarde. – No sabría qué hacer en mis tierras si no te tengo.

Ella se sintió halagada y respondió:

Seis años es mucho tiempo. Igual mueres en batalla, igual muero yo.

Te mandaré dinero regularmente – dijo él. −. La soldada es buena y dará para que vivamos ambos. Si un día dejas de recibir las monedas es que algún bárbaro me habrá mandado al Elíseo.

Se despidieron sin promesas pero lo cierto es que él no murió a pesar de haber sido herido varias veces y de haberse visto en situaciones militares muy comprometidas; y ella le esperó fielmente con la excepción de apenas un par de meses en que se dejó complacer por un galileo varios años más joven que se encaprichó de ella.

Una mañana, seis años después, al amanecer, Aulus Lulius se presentó en la puerta de la casa de ella. No se dijeron gran cosa. Apenas se abrazaron, apenas se miraron, y no se buscaron en la noche, pero una semana después caminaban hacia Hrosos con una mula tras de ellos cargada con sus pertenencias.


Ahora, frente a las olas del Mediterráneo, veinte años habían pasado. 

No habían tenido descendencia pero la tierra recibida en compensación por el servicio a Roma era grata y fructífera, ahorraron dinero y vivieron sin complicaciones. Tan sólo, Lilith hubo de acostumbrarse a la desazón recurrente de Aulus, a sus pesadillas, a sus malos sueños, a sus demonios internos. Un médico le dijo un día que sufría de mal de mente y que sólo una trepanación en la sien derecha podría calmarle, algo que rechazó ella de plano. 

Al principio, no le preguntaba. Luego, le preguntaba y recibía una mala respuesta; más tarde supo que todos aquellos malos recuerdos no provenían de batallas, de heridas, de enemigos o del cansancio. Todos se centraban en aquella tarde en Jerusalén en que escoltaron a un simple condenado al suplicio.

¿Estás más calmado? – volvió a preguntar ella.

Ya sabes, … de momento, sí…. hasta que vuelvan esos demonios que tengo dentro. – respondió el hombre.

Fue una muerte más, como todas las demás. Has sido soldado. Has matado y visto morir miles de veces.

Lo sé.

¿Por qué te perturba entonces?

Me asusta lo que dijo. Y algunos afirmaron que resucitó de entre los muertos.

¿No me irás a decir que crees que aquel hombre era Dios? No lo creo ni yo, que soy judía.

No más que lo que creo que lo son Artemisa, Júpiter o Neptuno. 

O sea, nada.

Nada. 

¿Entonces?

Su mansedumbre, quizá. Todos los enemigos que maté pelearon con fiereza o huyeron con pavor. Él no hizo nada, se dejó matar como si hubiera un fin en aquel escarnio.

Estaría aterrado y casi desvanecido por los castigos.

Siempre me vienen al recuerdo sus palabras. Sí, son sus palabras las que me afligen – dijo él, al tiempo que suspiraba.

Palabras de ajusticiado. Locas divagaciones de un hombre que sabe que va a morir sufriendo.

Dijo, “perdónales porque no saben lo que hacen”. “Perdónales porque no saben lo que hacen”. Lo recuerdo bien.

Pues ya lo sabes – contestó Lilith −, estás perdonado, si es que había algo que perdonar. 

No, no a mí. Él no pedía perdón para mí. No para mí.

¿Por qué?

Porque yo sí sabía lo que hacía. Sí lo sabía, sí lo sabía – replicó Aulus Lulius.

Cumplías órdenes, eso es todo. Sabías que cumplías órdenes.

Así es. Cumplía órdenes injustas y yo lo sabía. Sabía que eran injustas, que se condenaba a un inocente. Lo sabía y me escondí tras esas órdenes. Y él me miró, me miró fijamente, como nadie me ha mirado jamás en guerra alguna, mientras lo clavábamos al madero. ¿Lo comprendes? Él también lo sabía, lo vi en sus ojos. Nada me reprochó, pero él sabía que yo me escondía de hacer lo que debía hacerse, de hacer lo justo.

En el horizonte, un rayó rasgó la noche. Llovería, y Aulus sintió un frío intenso.



5/4/23

ELO Awards

 


La Electronic Literature Organization (ELO) convoca los premios de literatura digital a obras electrónicas. Las propuestas y nominaciones pueden hacerse hasta el día 1 de mayo. Los ganadores serán dados a conocer durante el Congreso anual de la ELO que este año se celebrará en Coimbra.

Existen cuatro categorías de premios.

Para ver las bases y la forma de presentar las nominaciones puede acudirse a esta página explicativa de la ELO.



2/4/23

Nuevo firmware para lectores Onyx Boox

 


La china Onyx Boox ha desarrollado una actualización de su firmware destinado a sus lectores electrónicos. Denominado V3.3, se focaliza hacia la escritura de texto y hacia el compartir información entre dispositivos. Permite de manera más sencilla elegir el formato, tipo de fuente, tamaño, etc. así como insertar enlaces, imágenes o notas mientras se escribe.

El mejor tratamiento de los datos en nube permite sincronizar nuestros documentos y notas, permitiendo la integración con Dropbox, Google Drive, OneDrive, Baidu Cloud, NutStore, u otros sistemas que soporten el protocolo WebDAV.

Dispone igualmente de un mejorado OCR.

Más información en este enlace.



1/4/23

Convocatoria de The New River

 


Nuevamente, la revista The New River llama a presentar trabajos para su nuevo número que traten de literatura digital, juegos en red, narrativa electrónica, etc. El plazo termina precisamente hoy.

Las propuestas deben ser enviadas a este mail: thenewriverVT@gmail.com

En este enlace está el sitio de la revista.