La tecnología convencional de tinta electrónica (e-ink) se basa en la electroforesis. Partículas tintadas y cargadas eléctricamente se mueven dentro de pequeñísimas burbujas de material transparente. Se aplican tensiones a los electrodos y las partículas son atraídas o rechazadas, de modo que quedan arriba aquellas del color que se desea.
Las dos grandes ventajas de esta tecnología es que, primero, la lectura es limpia y la vista no se cansa porque la luz que llega a nuestros ojos es la reflejada, como en la vida real (no emitida por una pantalla iluminada, como en los ordenadores, televisores o tabletas) y, segundo, que no consume apenas porque una vez que las partículas están en posición se quedan ahí, no es preciso consumir potencia iluminando continuamente.
Pero la tinta electrónica tiene también dos inconvenientes. El primero es que es lenta de actuación porque para cambiar la imagen (un texto en una página, un dibujo) hay que bascular todos esos millones de partículas de un modo "electromécánico" (se conmuta la polaridad del voltaje y las partículas suben y bajan). Si bien este tiempo es insignificante al simular el paso de una página de un libro, es importante cuando se quiere, por ejemplo, visualizar vídeo porque hay que hacer ese cambio muchas veces por segundo.
El segundo inconveniente es que todavía no se encontrado un sistema que permita visualizar apropiadamente en color. La solución obvia y probada en algunos aparatos de poco éxito es combinar tres "cápsulas" de colores rojo, verde y azul por cada píxel, al igual que se hace en las pantallas de emisión. La mezcla de esos colores en nuestros ojos producen todo el espectro visual cromático.
Sin embargo, el problema en este caso, es que las imágenes quedan desvaídas, sin contraste. Esto se debe a que, dependiendo del color, hay más o menos zonas reflejando la luz que incide sobre la pantalla. Imaginemos, por ejemplo, que queremos mostrar un punto de color verde. Como este punto está compuesto por tres pequeñísimas burbujas, la verde se activaría (las partículas internas de color verde subirían atraídas por la tensión eléctrica) pero las otras dos deberían permanecer en negro. Veríamos un píxel verde, sí, pero con un tercio de la iluminación de un píxel blanco (en el que las tres cápsulas están reflejando). Algo que también ocurre en las pantallas de emisión pero en estas el fenómeno se puede corregir aumentando la potencia lumínica del verde para compensar el oscurecimiento del rojo y el azul.
Los e-readers en color que utilizan estas técnicas (o superponer tres filtros por encima que reduce todavía más la luz reflejada) adolecen de falta de luminosidad y contraste. Existen, además, tecnologías alternativas que llevan años obtener resultados correctos sin lograrlo.
La nueva técnica en desarrollo, la electro-ósmosis, que está siendo desarrollada por IRX Innovations puede permitir en un futuro solventar el problema del color.
En contraposición con la electroforesis, en la electro ósmosis, ya no hay burbujas aisladas sino que se trata de una capa continua coloreada en la que el líquido es inducido a moverse por la aplicación de corrientes eléctricas. Dentro de esta capa continua, las moléculas se mueven siguiendo trayectorias definidas por la matriz de electrodos inferior.
Si queremos constreñir el color a una zona, activamos esa zona; si queremos que toda la capa se coloree, activamos más nodos de tensión. De este modo, puede controlarse una capa continua por zonas.
Para producir color, basta simular la impresión habitual con tintas en papel. Apilamos tres capas con colores magenta, cian y amarillo que, además, podemos activar más o menso intensamente, activando más o menos zonas de la capa, podemos, por así decirlo, tener tonos y luminosidades.
Si deseamos un color blanco, las tres capas se desactivan y la luz pasa a través de ellas para reflejar el color del soporte inferior, blanco. Si queremos un cian, se activa sólo esta capa y veremos cian. Si deseamos la amarilla, la amarilla; si deseamos otro color, combinamos cada una con la potencia calculada para que siempre tengamos un contraste y una luminosidad homogéneas. Ahora ya no hay zonas desvaídas o con contraste cambiante dependiendo del color.
Hay, ahora, que transformar esta idea en aparatos industriales probados y fiables.
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