Los primeros libros de la humanidad. El libro antes
de la imprenta y el libro electrónico (Fórcola Ediciones, 2013), de
Fernando Báez, es un interesante y completo ensayo sobre la historia del libro,
y por elevación de la literatura y del conocimiento, antes de la invención de
la imprenta. Al cabo, la humanidad ha hecho literatura y ha compilado su saber por
milenios (en sus historias habladas, en sus leyendas, en su rezos), por medios orales
o manuales sin necesidad de la imprenta- en sus pergaminos, sus papiros, en las
tablillas de cera o arcilla, en las inscripciones en piedra, en las hojas de palma
de Balí, en las rocas olmecas, en los códices del Medievo, en esos secretos santuarios
de los escribas sumerios que cita el autor. Desde que el hombre descubrió la
palabra, la necesidad de un soporte para contenerla ha sido fundamental.
Báez, tras un riguroso esfuerzo de estudio y documentación,
nos cuenta el recorrido del libro a lo largo del tiempo, desde su origen
inicial en Oriente hasta su arribo a Occidente donde daría el gran salto
adelante al inventarse la imprenta mecánica. Son 5000 años de historia, una
historia que es un orden de magnitud más larga que la del libro en papel
impreso aun cuando la imprenta haya hecho avanzar, también en un orden de
magnitud, la presencia del libro en la Humanidad. Báez ha analizado todas las
fuentes de conocimiento al respecto: amplísima bibliografía, recopilación de
opiniones de otros expertos, fuentes arqueológicas sobre las primeras
escrituras con el propio autor visitando museos y lugares (cita viajes por España,
Alemania, Holanda, Francia, Reino Unido, Jordania, México, Argentina, Brasil, Yemen,
Irán, Siria, Líbano, Qatar, Indonesia, China, Japón, Kuwait, Egipto, Afganistán,
Perú y Bolivia).
Es interesante observar cómo han variado no sólo los
soportes de la escritura sino la valoración de los mismos, desde la deseada
seda hasta el papel considerado en su día como producto de baja calidad, desde el
barro poco duradero al pergamino. El que en un momento dado de la historia
parecía el soporte definitivo ha sido siempre superado por uno mejor. Por
tanto, pensar que el papel también quedarás atrás es más que razonable,
estadísticamente muy probable. Pero los ciclos- la historia que nos relata Báez
lo demuestra- son muy lentos. No esperemos cambios rápidos por mucho que el
marketing tecnológico quiera programar la obsolescencia del papel y de cada
dispositivo lector electrónico que aparece en el mercado. Asimismo, el nuevo
soporte siempre ha sido mejor en de cara a su uso generalizado por el individuo
lo que supone más portabilidad, más posibilidades, menor coste y más fácil uso.
El soporte que nos depare el futuro también tendrá esas características (es
decir, también es estadísticamente improbable que dispositivos que se
calientan, cansan la vista, se quedan sin batería, son caros o no admiten color
tengan mucho recorrido histórico).
Un ensayo que siendo riguroso es asimismo ameno y
divulgativo ya que Báez domina una prosa clara y cercana, con recursos para
interesar al lector en todo momento y eso que se trata de un trabajo extenso,
de más de 600 páginas.
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