El
hombre caja, (Siruela, 2012), de Kōbō Abe, es una novela experimental y como tal hay
que aproximarse a ella al comenzar la lectura. Si algo distingue a Abe es la
mezcla de surrealismo, provocación y experimentación en una búsqueda constante
de hallar nuevos caminos narrativos. Camino artístico con claroscuros en el que
el fracaso ante el lector es más probable que el éxito, pero que busca más
recorrer dicho camino que encontrar un final.
Se trata de una novela escrita hace años (1973) traducida ahora por Ryukichi Terao. En El hombre caja, el lector debe encontrar y crear su propia verdad, su propia trama, porque el autor no se lo pone fácil; hasta el narrador miente, no hay ninguna diferencia entre realidad y fantasía. El arranque es ya rocambolesco: un hombre vive dentro de una caja de cartón y hace su vida sin que casi nadie le preste la mínima atención, confundido con basura, con embalajes tirados o con un excéntrico de los millones que pululan por las calles. No obstante, a algunos pocos sí les parece un ser extraño y sienten miedo de él, intentando asesinarlo. Y aquí es donde entramos en la reflexión principal de la novela: el comportamiento ante lo extraño, el disparo de los instintos más primarios ante hechos a los que no estamos acostumbrados, cómo el que sale del redil se convierte en hombre caja y cómo, los demás, reaccionan.
Se trata de una novela escrita hace años (1973) traducida ahora por Ryukichi Terao. En El hombre caja, el lector debe encontrar y crear su propia verdad, su propia trama, porque el autor no se lo pone fácil; hasta el narrador miente, no hay ninguna diferencia entre realidad y fantasía. El arranque es ya rocambolesco: un hombre vive dentro de una caja de cartón y hace su vida sin que casi nadie le preste la mínima atención, confundido con basura, con embalajes tirados o con un excéntrico de los millones que pululan por las calles. No obstante, a algunos pocos sí les parece un ser extraño y sienten miedo de él, intentando asesinarlo. Y aquí es donde entramos en la reflexión principal de la novela: el comportamiento ante lo extraño, el disparo de los instintos más primarios ante hechos a los que no estamos acostumbrados, cómo el que sale del redil se convierte en hombre caja y cómo, los demás, reaccionan.
Técnicamente,
Kōbō Abe se sirve de varios recursos que profundizan en la labor experimental. Así,
intercala fotos, juegos, crea un laberinto complejo en el que nada es
claramente seguro. Obliga al lector a crear su propia verdad sin que este sepa
muy bien por qué y para qué. Esto lleva, en ocasiones, a que la lectura no sea
solo difícil sino que se pierda el “appealing path”, se pierda el interés por
continuar y se requiera del lector un esfuerzo notable. Pero es que se trata de
literatura experimental y, como tal, se exploran terrenos desconocidos que aunque
no tienen por qué resultarnos los más hermosos del mundo, sí hay que
cartografiarlos.
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