Ya en 1952, cuando los ordenadores eran aún enorme máquinas que ocupaban pabellones completos y que consumían una ingente cantidad de energía, hubo pioneros que vieron la posibilidad de que las computadoras pudieran generar texto de manera automática.
Uno de ellos fue Christopher Strachey que creó un pequeño programa que creaba breves cartas de amor, un ejemplo de las cuales puede verse en la cabecera. El método utilizado era el de combinar columnas de sustantivos, verbos y adjetivos, una técnica que sigue usándose.
Los datos había que introducirlos en tarjetas perforadas, así como el código del programa.
En este enlace puede verse una recreación actualizada de aquel programa.
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