29/11/06

¿Invasión? - Capítulo 2

La gran pantalla de reflexión del radiotelescopio de Pulkovo continuaba enviando las señales recibidas al centro de recepción de datos en un lugar cercano a Houston. Precisamente allá, a las diez de la noche del día 11, una comisión internacional de astrónomos y delegados gubernamentales iniciaba una reunión secreta para el público en general.

Entre los presentes destacaban John Cool y Anthony Graham que, en 1981, habían investigado el agujero negro de Epsilon de “El Cochero”. También se hallaba allí Ronald Screwer. Todos hablaban inglés.

Pasados cinco minutos de la hora fijada, Screwer inició el acto con la lectura de los acontecimientos.

- El día 6 a las 23 horas, se localizó por medio del Observatorio de Pulkovo, una intensa radiofuente cuyo registro demostró unas pautas que no eran ni mucho menos aleatorias. Ante la posibilidad de que se debieran a algún travieso radioaficionado, se contactó con el observatorio de Jodrell Bank, que como saben dirijo, para confirmar el hecho. Enfilamos nuestro Mark-I de 76 metros de diámetro y, efectivamente, localizamos y registramos las mismas señales.

Tales emisiones parecen provenir de un punto situado a unos 150 años luz, aproximadamente en las coordenadas 24.5º de declinación y 17h 20m de ascensión recta, en la constelación de Hércules.

El centro de informática del ejército americano ha procesado, desde el día 7, esta información y parece ser que han descifrado parte de lo que parece ser un mensaje. Paso, ahora, la palabra al general Williams Busht….


Busht era un hombre sereno, curtido militar a todas luces. Había luchado con el grado de teniente en el Pacífico y, más tarde, ya como coronel, luchó en Corea. Actualmente, desempeñaba el cargo de jefe de los servicios electrónicos de proceso de datos del ejército. En realidad, no tenía gran afecto por ese puesto peros e dedicaba a cumplir con su trabajo con toda la firmeza y voluntad que alguien pueda atesorar. Su mejilla izquierda tenía una larga y profunda cicatriz, recuerdo de una granada japonesa, lo cual siempre le había provocado cierto temor a aparecer en público. Quizá por eso, inclinó la cabeza cuando inició sus palabras.

- Bien, señores. El día 7, como ha indicado el señor Screwer, recibimos las grabaciones de Pulkovo y Manchester, momento desde el cual hemos procesado la información a través de nuestros más potentes ordenadores, en concreto los IDB 6006 que, como sabrán, disponen de circuitos lógicos y memorias a base de uniones Josephson que permiten velocidades de trabajo ultrarrápidas, funcionando a 269º bajo cero lo que se logra introduciendo el IDB 6006 en un armario criogénico con helio líquido.

Lo primero que nos propusimos fue determinar la forma y número de los elementos diferenciados en el mensaje. Esto nos llevó unas tres horas y encontramos 49 símbolos distintos.

- ¿En qué se diferencian unos de otros? – preguntó el representante ruso.
- Bueno, la señal registrada varía en tiempo formando “bips” de diferente longitud, muy similar a lo que en la tierra hacemos con el Morse. Pero, además, estos “bips” tienen diferente intensidad, es decir unos se oyen más que otros.

Como iba, por tanto, diciendo antes de la pregunta, hemos descubierto 49 símbolos por lo que no podíamos suponer que se tratara de letras y números terrestres ya que estos, en nuestro planeta, sólo son 35 o 38 según los idiomas. En un principio, pensamos que podían ser grafismos extraterrestres que, por supuesto, pueden tener más letras y símbolos que nosotros. Esto, claro está, sería un problema insoluble pues sin ninguna base de su lenguaje, nos sería imposible siquiera imaginar el significado y la pronunciación de los caracteres.

Ahora bien, supusimos que si la señal era en verdad inteligente, “ellos” – Busht observó el efecto que causaba esta palabra en los presentes- habrían previsto esto. Sería ilógico enviar tal señal para que nadie la entendiera. Esto nos condujo a creer que serán sucesiones de números en cierta base que, naturalmente, podría ser no decimal. Tras todo un día de estudio de las posibles permutaciones no encontramos nada en concreto. Estaban así las cosas cuando se nos ocurrió que tal vez fuese una imagen fotográfica o de televisión. Si así fuera, pensamos, deberíamos primeramente encontrar el raster, o sea el número de filas y columnas de que se compone la imagen. Así, en Europa usan 625 líneas y, aquí en los Estados Unidos, 525 filas. Como las señales se dividían en diez claros grupos, supusimos que eran diez fotografías. El primer grupo fue descifrado bastante rápidamente. Cada uno de los 49 símbolos distintos parece ser un nivel de color diferenciado y este primer grupo tiene un raster de 1017 x 823, que dan los 836,991 bips del conjunto.

- ¿Qué representa? – preguntó, vivamente interesado, el representante del gobierno alemán.
- Parece ser una cara. Los ordenadores han sacado entre todas las combinaciones de colores distintas unas veinte que parecen más razonables. Es una cara con aspecto humano, con un color que varía entre amarillo y el nuestro propio, según sea la clave cromática elegida.
- ¿Una cara de quién? – pregunto Pile, el representante norteamericano.
- Suponemos que de uno de los seres que envían el mensaje. Pero, aún hemos descubierto más, señores…. – paró, como si se refrescara la garganta con su propia saliva.---- ayer los IDB 6006 solucionaron tres grupos más. El segundo representa una nave entre blanca y verde. La tercera vista es de Nueva York, aunque ninguna de las combinaciones de color sea correcta pues siempre aparecen colores anormales en los edificios, lo cual se puede explicar si suponemos que han captado la imagen con sensores ultravioletas o infrarrojos desde su propio planeta…
- Pero eso implica una tecnología extraordinaria si es cierto que están a 150 años luz – objetó Cool.
- Cierto, señores, una tecnología inmensa, como lo prueba el que sus señales llegan tan claras. Lo más interesante es, a mi entender, la cuarta imagen con raster de 1085 x 1021, la más compleja de todas. En ella se ve también Nueva York pero – hizo una pausa- ….destruida….

Un murmullo recorrió la espaciosa sala, pero nadie dijo nada a Busht.

- Sí, señores, los rascacielos aparecen derrumbados y el paisaje algo cambiado. Además, en lo alto de la imagen se ve una nave como la de la imagen segunda. Por el momento no hemos logrado nada más.

- ¿Qué opinión tiene usted, general, sobre esta última imagen? – preguntó Screwer.

- Bueno, quizá el ser militar me condicione en mi opinión pero yo diría que o bien es un aviso de ….alguien….sobre un peligro inminente o bien es una amenaza sin nos plegamos a ciertas condiciones que, sin duda, aparecerán en las imágenes aún no descifradas. Yo creo más bien esto último.

Nadie dijo nada. Todos estaban nerviosos y desacostumbradamente excitados, pero nadie perdió la compostura.

- ¿Qué propone usted, general? – volvió a preguntar Screwer.
- Si, como pensamos, su tecnología es tan superior, verdaderamente no podremos hacer mucho. Sólo intentar descubrirlos antes de que se acerquen y formar algún tipo de barrera de modo que….
- ¿Pero por qué? – gritó Cool- ¿Por qué la tierra?.... ¿Por qué una cosa tan absurda?
- Vaya, ya está aquí – pensó Busht- Tales preguntas habían pasado ocultas sin aflorar en los labios de los presentes y, sin embargo, todos se las repetían una y otra vez. Los buenos modos y las falsas serenidades se venían abajo.
- No lo sé- respondió el general- Ni me interesa, señores. Sólo sé que puede pasar y que debemos prepararnos.
- ¡Esto es ridículo!- gritó nuevamente Cool, mientras se levantaba nerviosamente. Empujó la silla. Muy agitado, pesaba rápidamente su pulgar sobre el encendedor y repetía una y otra vez que no había que alarmarse, que no había que creer aquellas majaderías, que era ridículo prepararse para una guerra…espacial…rió histéricamente cuando pronunció esta palabra.
- Cálmese, señor Cool. – Screwer intentó poner orden, aunque él mismo estaba confuso y su razón no funcionaba con la claridad característica en él.


Cool se sentó de nuevo y se aflojó la corbata. Se revolvió un par de veces en la silla y pidió excusas.

- Ahora, general Busht, quiere seguir por favor – Screwer intentó continuar con la reunión.
- Por supuesto. Bien, señores, no es el momento de perder la serenidad. Si nosotros la perdemos, el mundo tendrá un cataclismo. Habrá, quizá, pánico y suicidios colectivos. Todo para que, al final, nuestros cálculos puedan estar equivocados y no suceda nada. Señores, por favor – elevó intencionadamente el tono de voz- es una hora crucial, pero no de locura general sino de preparación para lo peor. Cierto que nuestras posibilidades son escasas pero, al menos, lucharemos.

- ¡Luchar!¡Luchar! – exclamó Cool- ¿no puede haber otra solución?

- Estoy de acuerdo con el señor Cool – afirmó Beut, el representante alemán- No podemos preparar al mundo para una guerra que, tal vez, no se produzca y que, si se desatase, la perderíamos irremisiblemente. Todo esto no es lógico. Además, si llega el caso, ¿por qué no ceder a sus condiciones?

- Es posible, señor Beut pero creo que nuestros países querrán luchar – replicó el general- La gente no se deja esclavizar tan fácilmente.

Creo que lo más factible, ahora, es estudiar la estrella de donde llegan las emisiones para ver si encontramos algo – dijo Screwer- ¿qué medios hay?

Richard Pile, el representante del Presidente americano, contestó rápidamente.

- Nosotros, por supuesto, pondremos todo nuestro material. El gran telescopio de Mount Palomar está ya trabajando en ese estudio.
- Pastuhkod ha realizado algunos análisis – dijo el soviético, orgulloso de nombrar el mayor telescopio del mundo- pero creo que nuestros espectrógrafos son poco sensibles.
- Nosotros podemos poner en marcha el observatorio de Calar Alto- observó Beut- como saben tiene las mejores condiciones de observación del mundo. Hay un problema, empero. Como saben, el instrumento está situado en España ya que es hispano – alemán. Si cambiamos todo el programa de trabajo, los españoles preguntarán por qué y creo que será preciso informarles.
- Bien, ¿qué problema hay? Eso puede hacerlo su embajador en Madrid- dijo Pile.
- Sí, claro. Pero, ¿no sería mejor guardar el secreto entre los pocos países que aquí están representados? Quizá una alarma tan prematura no sea prudente – razonó Beut.
- Supongo que no hay más remedio que informar a otros países- dijo Pile- No sólo a España, sino a Francia, a Italia y…
- Mi opinión es que este es un asunto internacional – dijo el ruso- No podemos guardarlo en silencio. Propongo que se convoque una Asamblea General de las Naciones Unidas.
- No tan deprisa- volvió a ponerse Beut- Recordemos que si se ha de tomar alguna medida, van a ser nuestros países, Japón y algún otro de Europa los que corran con loos gastos. Me parece más bien que debemos organizar para mañana una reunión de Jefes de Estado de Gran Bretaña, Estados Unidos, la Unión Soviética, Alemania y quizá España, Francia, Italia y el Benelux como pates integrantes de la agencia espacial ESA. Además, por el problema de Calar Alto deberíamos hacerlo…. ¿Qué opinan?

Hubo una breve discusión y, por fin, se aceptó el plan de Beut.

- Esto está muy bien señores pero ¿no olvidan algo? ¿no creen que habría que tomar medidas militares? – preguntó Busht
- Un poco de paciencia, general. Precisamente- contestó Screwer- iba a proponerlo ahora. Naturalmente, las decisiones habrán de tomarlas los Jefes de Estado, mañana mismo si es posible, pero creo que la NASA y la ESA pueden empezar, ya esta noche, a preparar algunas sugerencias. Opino que serán bien acogidas mañana en la reunión. ¿Usted que cree, general?
- Es posible formar una barrera de satélites defensivos en torno a la Tierra. Podríamos situar muchos utilizando el “Shuttle” y los propulsores soviéticos. Nuestro ejército posee ya algunos satélites de ataque directo a base de láser y plasma concentrado. Supongo que los soviéticos, también….
- Nosotros poseemos, más bien, cegadores láser con base en Tierra.
- ¿Qué alcance tienen? – preguntó Busht
- General, por favor, usted sabe muy bien lo que se puede y no se puede decir- contestó un poco airadamente el ruso.

Busht sonrió ligeramente y no se molestó en contestar. Él hubiera hecho lo mismo.
- Europa puede utilizar el lanzador Arianne- dijo Beut.
- Y la URSS puede poner en órbita un satélite de la serie Cosmos cada tres o cuatro días. Modificados convenientemente- explicó a los presentes- podrían considerarse como armas de guerra.
- Entonces – dijo Screwer- convocaremos para mañana la reunión de Jefes de Estado y presentaremos lo que tengamos hasta ese momento. Ruego al general que nos mantenga informados de los avances en el descifrado de imágenes.


Diez minutos más tarde, los reunidos salían por una de las puertas laterales donde les esperaban vehículos de sus respectivos cuerpos diplomáticos. No había periodistas.

Screwer salió el último. Alzó la mirada y respiró profundamente. Vio la luna que siempre le había parecido bella y sintió un inexplicable sentimiento de rechazo. Tal vez no ocurriese nada pero él ya no miraría igual hacia el cielo.






Relato en capítulos escrito hace casi 30 años, cuando yo era tan joven. Las cuartillas en las que estaba mecanografiado se habían vuelto amarillas, así que he decidido transcribirlo al blog como recuerdo.




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