13/7/13

Algunas ideas para autoconstruir Ficción interactiva en Twitter





La ficción interactiva se fundamenta en crear una historia ramificada basada en nodos desde cada uno de los cuales pueden tomarse varios caminos diferenciados de lectura. Cada fragmento de texto (que puede estar enriquecido con contenido multimedia o, incluso, ser fragmentos sólo visuales, por ejemplo un videoclip que cuente parte de la historia) finaliza en un nodo de decisión, momento en el cual se le plantean al lector varias posibilidades, usualmente de 3 a 5 opciones. Una vez que el usuario elige qué camino desea tomar, se muestra el fragmento siguiente de ese ramal que da origen a un nuevo nodo con más opciones y así sucesivamente. Se comprende que la narrativa interactiva en rama puede ser muy compleja ya que las combinaciones posibles de lectura aumentan exponencialmente y para muchos nodos con muchos enlaces en cada uno de ellos, la cantidad de posibles lecturas diferentes es enorme. Sin embargo, por muy grande que sea el número de posibilidades, es finito y, en términos matemáticos, reducidamente finito.




Resulta complicado para el escritor, además, generar un árbol de decisiones muy complicado porque el tiempo de escritura y programación es demasiado alto y porque es muy difícil mantener el interés de las tramas cuando el número de universos paralelos y de discursos simultáneos aumenta.

Una manera de complicar y hacer que las opciones sean aún mucho mayores (siempre finitas pero ya en un valor que para un lector humano se trata virtualmente de una novela infinita) es permitir que sean los lectores los que desarrollen la narrativa por sí mismos. Y, si el trabajo interesa y acceden a él muchos lectores, esta explosión de enlaces puede ser monumental, con ramas narrativas inimaginables al comienzo e imposibles de haber previsto y pensado por un único escritor.

Para que sean los lectores los que escriban por sí mismos ramas nuevas de la historia hay que trabajar en red al modo de las historias colaborativas que ya son habituales. Estas suelen ser hipertextos en los que escritores añaden enlaces y ramas textuales anclados en palabras del texto original. A su vez, estas nuevas ramas pueden ser nuevamente enlazadas y así sucesivamente. Bastaría modificar este concepto haciendo que los nuevos lecto-escritores no generen enlaces e hipertextos sino que prosigan un nodo con otra rama que acabe de nuevo en más nodos los cuales pueden ser ampliados por otros escritores que colaboren.

Twitter se brinda muy bien a hacer este tipo de experimentos sobre todo porque la limitación de los 140 caracteres hace que sea sencillo e inmediato proponer textos.

Una semilla puede ser tan simple como:

“Frente a la colina de los duendes un camino asciende y el otro circunvala. ¿Cuál eliges?”

Son 88 caracteres, menos de los 140 permitidos.

Cuando un lector conteste a ese usuario eligiendo uno de los dos caminos, otro puede crear on-time un fragmento que continúe esa opción:

- @User1 : El que asciende”
- @User2: Es empinado. Tengo sed. Un hombre huraño, sin rasurar, viene hacia nosotros. ¿Le pido agua?”
- @User1: No”
- @User2: El hombre pasa de largo pero necesito agua. Hay una casa. ¿Llamo? ¿Sí o no?”
- @User1: Sí”
- @User2: Me abre un tipo flaco, de ojos oscuros. ¿Le pido agua o vino?”
- @User1: vino”

Etc.

Este tipo de narrativas son impredecibles porque no están predeterminadas de ninguna manera. Pueden morir al poco de empezar por falta de interés en los lectores o pueden desarrollarse rápidamente. Habrá ramas (contestaciones en los nodos) que prosigan con cierta fluidez mientras que otras se estancarán y se olvidarán en lo profundo de la línea de tiempo de Twitter. Algunos usuarios estarán leyendo lo que les ocurre a otros (y por tanto pueden tener un cierto preaviso de por dónde se desarrolla esa rama) mientras que otros llegarán a la lectura sin haber leído nada anteriormente.

En este tipo de ficciones interactivas abiertas es recomendable, también, disponer de una cierta codificación para poder seguir y saber en qué rama estamos. El uso de contestar (@) o retuiterar (@RT) es útil al respecto porque permite empezar con un código para saber dónde estamos.
 
También hay mucho riesgo de crear una maraña incomprensible. Sin un tutor o un moderador, es muy fácil que entre trolls, chistosos y “pasabaporaquís” las historias no se desarrollen o que nadie conteste a nadie, iniciando ramas exnovo que nunca prosiguen. Un experimento de este tipo funciona mejor cuando hay uno o varios moderadores que se preocupan de dar respuestas coherentes a todas las ramas iniciales y luego a aquellas más prometedoras o, por el contrario, a ramas que no han evolucionado y que con cierta ayuda pueden hacerlo.

La siguiente figura muestra una imagen ficticia (cualquier nombre que pueda parecer real es pura coincidencia) de una sesión de narrativa interactiva en Twitter.





   

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